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Terminamos el terrible año 2020 con una noticia que nos horroriza, tanto por los hechos de la misma como por las edades de las víctimas y de los agresores.  “La llamada operación KODA, llevada a cabo por funcionarios del Grupo III de Protección al Menor, de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, ha destapado una red de pederastas a través de la red social de Instagram. Esta operación se efectuó en colaboración con la  Homeland Security Investigations (HSI, la oficina de investigaciones de Seguridad Nacional  de la Embajada de Estados Unidos). Las detenciones se iniciaron a mediados de 2019 hasta el mes de noviembre del 2020.  Se detuvieron 51 persona, de las cuales 47 eran menores de edades comprendidas entre los 17 y  los 11 años. Es importante señalar que fue la propia red social de Instagram (red norteamericana) es la que envió los archivos que consideró que sospechosos de contener material audiovisual de explotación sexual infantil  al Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados (NCMEC) de Estados Unidos. Esos menores hacían circular dichas imágenes especialmente en Instagram, pero también en TickTock o Youtube. Se produjeron detenciones en 16 diferentes ciudades españolas, siendo la mayoría de Barcelona (8) y Madrid (7). Lo más preocupante es que  en el 15% de los casos, la policía detectó lo que ellos definen como «potenciales pedófilos». Pero aunque algunos reconocen que esos vídeos les generan placer, se escandalizaban cuando les preguntaban si se consideran pedófilos. Todos han pasado a disposición de la Fiscalía de Menores.”

 

“En realidad no se trataba realmente de una red de pornografía infantil sino de usuarios independientes que intercambiaban información. El problema es la gran difusión viral que se hizo de esas imágenes. Muchos chicos se grababan desnudos y en actitudes sexuales explicitas, por pura diversión,  sin ser realmente conscientes que significado real tenia estas grabaciones ni que estaban cometiendo un delito. Los funcionarios se quedaron perplejos tanto por la repugnancia de las imágenes como por la edad (como la violación de un bebé de solo 5 meses por pare de su cuidador) y la total falta de empatía hacia las víctimas. Resulta increíble que frente a la pregunta del policía sobre si sabían lo que estaban trasmitiendo por Instagram se lo tomaban a cachondeo con risas poco contenidas, sin ninguna conciencia de que estaban cometiendo un delito. Dijeron que simplemente lo hacían por diversión y no veían ningún problema en no hacerlo. Por supuesto nula empatía pero nula capacidad ética en relación con el acto de hacer circular este tipo de contenidos. No tenían idea de a que lo se enfrentaban por tener y distribuir este tipo de imágenes. Es importante destacar que, procedían de familias de clase media, con buen nivel académico y estatus socioeconómico medio. Esto sorprende aun más, porque se suele pensar que este tipo de conducta se dan en menores de familias distócicas (con graves problemas de relación entre los padres  o con consumo de tóxicos) o de bajo nivel académico y económico”.(1)

 

“El perfil principal de víctima es el de una niña (en 92% de casos, según IWF), de etnia caucásica, pre púber, de entre 11y 15 años. En su mayoría, el continente europeo (incluida Rusia y Turquía) es el principal huésped de este tipo de material, con los Países Bajos como máximo hospedador de pornografía infantil de Europa. Por contenientes le sigue América del Norte, aunque de lejos, y Asia. Internet ha cambiado por completo la expresión de este fenómeno. La disponibilidad, la accesibilidad y el anonimato se han convertido en el triple motor de la pornografía en la red”.

 

“En España, según los últimos datos del Ministerio del Interior, desde el 2011 al 2018, ha habido un aumento de un 94% de infracciones penales por hechos delictivos de pornografía de menores. Durante el estado de alarma el tráfico de material pedófilo en redes sociales en España se disparó un 507%, según un reciente estudio realizado por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO). En las últimas semanas de marzo y las primeras de abril, cuando se endureció el confinamiento, el volumen de tráfico de material de abuso sexual infantil creció hasta las 3.713 IP (la IP es Protocolo de Internet, es un protocolo que se utiliza para la comunicación de datos a través de una red de paquetes combinados). Esto supone un aumento de un 24% más que a comienzos de año”. (2)

No podemos dejar a un lado la responsabilidad que tienen los padres de los menores detenidos en la trama Koda. Se quedaron perplejos y confusos de cómo sus “buenos hijos”, “excelentes estudiantes” pudieran tener almacenadas unas imágenes tan sórdidas y que, además, las encontraran graciosas y divertidas. Esta noticia nos plantea el grave problema que estamos viviendo por una falta total de responsabilidad de los padres frente a la pornografía en las redes sociales. Puede ser por una posición de progresismo mal entendido de respetar la intimidad de los hijos. O simplemente porque ellos también están enganchados en redes sociales pornográficas o de contactos. Una cosa es ser adulto, cuando se supone que son responsables de las consecuencias de sus actos y otra muy diferente que un menor tenga conciencia real de lo que realmente este haciendo. Me pregunto si a un niño de 11 años se le puede dar la responsabilidad de poder estar en cualquier red o de tener contactos con desconocidos en Internet. Los datos nos indican que 9 de cada 10 jóvenes creen que la pornografía corresponde a la sexualidad real. La investigación de Save the Children nos indican un importante incremento de chicos de entre 13 y 17 años que consumen habitualmente contenidos pornográficos. Pero también se tiene datos que el consumo empieza en menores de 10 años.  En este informe se señala que el consumo pornográfico se da mayoritariamente en población masculina pero que también está creciendo en la población femenina.

El problema es que estamos hablando no solo de adolescentes sino de menores de 14 años, que no son imputables desde el punto de vista legal. Sería importante poder preguntar a estos padres: ¿alguna vez se han tomado la molestia por saber en qué redes sociales chatea su hijo, o que amigos virtuales tiene?. ¿Realmente hay que preservar la intimidad de un hijo por encima de su seguridad psicoemocional? Hay otros ejemplos de cómo el no control de saber donde están los hijos en las redes sociales han generado graves problemas tales como el Grooming (es un conjunto de estrategias de un adulto, mediante el uso de las redes sociales, parta conseguir el control sobre menores con la finalidad de obtener imágenes o favores de tipo sexual), El Sexting (envió de imágenes sexuales explicitas a través de las redes) o el Ciberbullying (acoso entre iguales a través de las redes sociales). Es muy fácil caer en la trampa de este tipo de envíos. Lamentablemente no se tiene en cuenta que una vez estas imágenes entran en la red es muy difícil controlarlas o que desaparezcan. Si bien es verdad que pueden borrarse, lo que no se puede controlar es cuantas personas las han copiado y las tienen en su poder.

Los padres no pueden dimitir de su papel de educadores, especialmente educando con el ejemplo personal. Lamentablemente muchos padres hacen un mal uso de las redes (muchos de ellos están enganchados en chats sexuales o de citas), sino en presencia de los hijos si fácilmente observables por los mismos.  No solamente por estar enganchados a redes sociales de contenido sexual sino por una exposición continuada de los hijos en las mismas. Se debe tener cuidado en subir fotos o dar un exceso de información sobre los hijos, ya que son factores de riesgo importantes, pero que son lamentablemente ignorados.

Otro punto de reflexión, es que estos jóvenes mostraban cero empatía (incapacidad de poderse poner en el lugar de la otra persona y entender que sus acciones pueden generarle sufrimiento o producirle daños físicos y  morales). La empatía es una habilidad social que se adquiere de manera progresiva desde los primeros años de vida. Básicamente reside en la neuronas espejo. Son unas neuronas que se activan cuando un bebé interactúa con su madre o su cuidador principal, respondiendo imitativamente a las señales positivas o negativas que el adulto le trasmite. Según se trasmitan este tipo de estados emocionales de los cuidadores principales podrá o no desarrollarse la empatía, Porque la empatía se desarrolla como un aprendizaje y si estos jóvenes no presentaban empatía debemos preguntar a esos padres  qué tipo de estimulaciones psicoemocionales les han trasmitido.

 En la actualidad, debido a la complejidad de la sociedad en la que vivimos, ser padre y madre es muy complicado. Muchas veces no se tienen códigos claros, pero lo que si todos pueden mostrar es amor a los hijos, que los hijos se sientan queridos, reconocidos y respetados, dándoles ejemplos claros  de cómo tratar al prójimo y a uno mismo. La sociedad actual esta pecando de ser excesivamente correcta, y olvida que tener hijo implica no solamente darles amor sino trasmitirles también que su libertad termina cuando empieza la libertad del otro y que todas las acciones tienen una responsabilidad y unas consecuencias. La parentalidad positiva consiste precisamente en esto y no en  olvidar que dejar hacer a los hijos e hijas lo que quieran sin límites es una forma de maltrato importante.

Dra. Carme Tello Casany

Psicología clínica

Presidenta de la Associació Catalana per la Infància Maltractada ACIM

Presidenta de la federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil FAPMI

Nota: Todos estos datos entre comillas se han obtenido de diferentes periódicos nacionales:

1.-

2.-

  • https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20201220/49533241030/senales-pederastia-pedofilia-redes.html

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