Comparte:

Por Toñy Castillo

 En estos tiempos hemos de hablar de prevención.  Hemos de hablar de seguridad frente a la pandemia pero también,  hemos de hablar de dolor, muerte y duelo.

378-3782761_png-lazo-negro-transparent-pngPero hemos convertido a las personas fallecidas en cifras que se repiten una y otra vez en los medios de comunicación. No son cifras, no son números contabilizados día día, son personas que han fallecido y cada una, de ellas tenía seres queridos que no han podido acompañar a las personas que estimaban en sus últimos momentos.

¡No son cifras señores!  son personas que se merecen el respeto de ser consideradas como tal desde el momento de su vida hasta el momento de su muerte.

Me gustaría  tomar prestadas unas palabras de la gran poeta Gloria Fuertes:

El dolor envejece más que el tiempo,

este dolor dolor que no se acaba,

y que te duele todo todo todo

sin dolerte en el cuerpo nada nada.

A tantos días de dolor se muere uno,

ni la vida se va, ni el corazón se para,

es el dolor acumulado el que,

cuando no lo soportas,

él te aplasta.

Hablar de enfermedad y muerte  no siempre es un tema fácil[1], ya que   cualquier situación de pérdida provoca una serie de trastornos a nivel parcial o global en la persona, pero tratar el duelo desde esta pandemia se hace doloroso. Estamos en un mundo donde parece que tener salud es lo cotidiano y que sólo al enfermar o morir un ser querido,  un familiar, un amigo  o nosotros mismos, tomamos conciencia de las necesidades y carencias que, por la condición de rotura de la normalidad sufrimos.

En España,  nos hemos preparados para el vivir, para el futuro, para tiempos venideros y estos siempre aparecen en nuestra imaginación  repletos de salud  y rodeados con nuestros seres queridos.  En nuestra sociedad, hablamos poco del enfermar, de las pérdidas que compone el perder la normalidad. En situaciones de enfermedad, cada individuo tiene estímulos diferenciados, y ello comporta respuestas diferentes dependiendo del propio proceso de lucha a diversos niveles (orgánico, emocional, ambiental).

Toda enfermedad puede producir efectos psicológicos negativos, y actúan sobre la vulnerabilidad. A ello, hay que sumar los sentimientos de ansiedad, indefensión, miedo e inseguridad.

Desde el inicio de la pandemia hemos estado inmersos en una situación de angustia, de temor, de tensión  física, psicológica, ambiental que  nos puede  afectar o producir alteraciones emocionales, en los que esa pérdida de normalidad se convierte en elementos  de tristeza,  agravado por la angustia y el miedo de los posibles diagnósticos,  repercusiones o desenlace, hace que todo proceso de enfermedad se convierta, a la vez, en duelo ante esa pérdida de estabilidad cotidiana.

La enfermedad y la  muerte están presentes en nuestras vidas, en medios de comunicación, en hechos reales, en cuentos y juegos, pero  a la vez se rechaza, la hacemos inexistentes, eludimos la muerte como algo que pasa, pero no ocurre cerca.

La muerte es un apartado más   de la vida, de cómo entendemos  nuestra existencia y de cómo la vivimos.

Eludimos los episodios que de ella  derivan, y hablaríamos de la tristeza…,  la aceptación ante una nueva situación… enfermedad… muerte…)   Pero en esta situación de Covid … el duelo se vive en silencio, sin despedidas, sin ritos que ayuden al traspaso… con dolor y mutismo.

 

Hemos de hablar. De compartir, ¡más allá de las cifras!

 

No hablamos de enfermedades, no se habla delante de los niños de situaciones de muerte, esta,  es algo lejano, como un fenómeno imprevisto, hay una negación social al hecho de morir,  el cual,  se esconde a los niños, educamos para  la vida, para el vivir sin adversidades, y se esconde, se oculta, la muerte es como  una desaparición mágica, por tal motivo no estamos preparados para incorporar la muerte como una etapa  de la misma vida,  y dado este punto:

“Lloramos por lo perdido y no  abrazamos lo vivido”.

Todo ambiente familiar puede sufrir transformaciones delante de las enfermedades o muertes, los niños, todas las personas del entorno, necesitan ser informados de la enfermedad y la verdad de los hechos, siempre adaptaremos las informaciones a la edad o etapa evolutiva en la cual el niño se encuentra, se es consciente de lo doloroso que es el comunicar noticias adversas, porque tendemos a evitar el sufrimiento, pero es necesario el conocer, el saber para enfrentarnos a miedos, angustias  que puede generar fantasía, confusión incertidumbre y en ocasiones esquemas mentales  más trágicos a un que la propia realidad.

 Todos y cada uno de nosotros, necesitamos sentirnos queridos, parte importante de un entorno. En situación de enfermedad, esta búsqueda del hombre se ve incrementada y la sensación de ser querido es un estímulo y a la vez, un apoyo para enfrentar situaciones difíciles, delante de problemas en general y en el caso que nos preocupa, de miedo a la no salud.

Para Cassell[2], “el alivio del sufrimiento y la curación de la enfermedad son las verdaderas obligaciones de la profesión sanitaria dedicada al cuidado del enfermo.” Responder con afecto y respeto, claridad y dignidad al contacto físico y al acompañamiento humano, como nos gustaría que otras personas lo hicieran con nosotros.

Hace años que en España cuando un familiar moría, era fácil identificar a la persona que estaba en duelo, sus ropas de color negra indicaba que esa persona podría estar pasando una situación de tristeza por haber perdido a un ser amado, y las personas que se acercaban era conocedora de la situación fácilmente identificable y podían darles su apoyo…

Ahora ya no hay una exteriorización de elementos  que indican que esa persona está pasando  por la situación de muerte cercana, y el duelo es algo más interno, más privado, lo que puede implicar  que en ocasiones  no hay un espacio para asumir la elaboración de este sentimiento.

Hemos de perder el miedo a las palabras, no nos importa hablar del vivir pero no pronunciamos el verbo morir, morir es dejar la dimensión  física este plano, el cuerpo deja de sentir, otra parte dependerá de la visión espiritual.

En ocasiones los adultos elevamos a fantasías la muerte abordándola como… se ha ido al cielo… es una estrellita  que brilla… en el caso de los niños pueden buscar desconsoladamente esa estrella, en ocasiones las interpretaciones lineales en los niños pueden producirle desde trastornos del sueño a miedos o sentimiento de que esa persona les abandonó. Por tal motivo,  también es necesaria que noticias adversas sean dadas en un ambiente de tranquilidad, dadas por las personas con las cuales el vínculo afectivo puede proporcionarle afecto, seguridades, y el niño pueda expresar sus emociones, dudas, miedos, o silencios.

La necesidad de amor ante las pérdidas es absolutamente necesario, el niño/adulto quiere y necesita sentirse seguro ante la vivencia de perdida, o en el caso de un próximo fallecimiento, se ha de potenciar las muestras de cariño y que pueda expresar su afecto ante la persona fallecida o no, buen momento sería para que le verbalizáramos lo importante que es para la familia, y dotar espacios para el diálogo donde pueda expresarse y sentirse escuchado dándole la confianza de que estamos junto a él.

El niño nos tomará como referente y su duelo o proceso del mismo, estará en función de cómo las personas cercanas lo realicen, no debemos ocultar la tristeza sino compartirla y dotarla de significado, de naturalidad sin excesos innecesarios que si podrían afectar al sentimiento de seguridad. En el caso de fallecimiento del familiar se ha de hacerle partícipe, son momentos difíciles pero pueden guardar un recuerdo físico de la persona, hablar sobre ella, pero todo en una medida justa para equilibrar la vida y la muerte.

Cuando se produce una pérdida  es necesario garantizar estabilidad y normalidad de la vida cotidiana y mantener hábitos, rutinas y hablar abiertamente de las emociones, siendo consciente de que la afectividad, la comunicación son básicas. Por tanto desde estas líneas…

…  Deseo elevar mis condolencias a los familiares y amigos de las personas fallecidas. Siento de corazón, la situación por la cual estáis pasando. Me uno a vuestro dolor.

Os dejo mi cuento: El jardín de los sueños y cuento de vida, recordando que la muerte forma parte de ella. y mis respetos a cada una de las personas fallecidas, ayer… hoy y siempre… Dra. Toñy Castillo

 

Hola, soy la Luna y en mis viajes por las estrellas me quedé a vivir cerca de un planeta llamado Tierra, sostenida en el cielo, me mantengo lo suficiente próxima   y lo suficientemente lejos, como para poder observar el ir y venir de sus habitantes,  y así, de esta manera,  alumbrar   en la noche caminos, aceras  y anhelós.

La noche pasada me quedé en un jardín cerca de una casa y desde sus ventanas observaba flores que se levantaban muy pronto para hacer más bonito este mundo.

 

Callad,  callad, se oye esta historia…

En un bonito jardín de colores diversos, una flor de miles de pétalos blancos, era el alma del lugar. Su corazón, de amarillo intenso, daba alegría a cuantos  se le acercaban.

Cada amanecer mi amiga flor se  bañaba entre  gotas de rocío y  así, retenía el agua por si alguien pudiera necesitarla.

Contenta, jugaba sin parar con las flores más pequeñas y  con aquellas que el paso del tiempo las había hecho madurar.  Su risa contagiosa siempre estaba dispuesta a animar  a cuantos, después de vientos o tormentas, miraban con preocupación cómo  sus  hojas  más débiles, quedaban heridas por huracanes cotidianos.

Margarita, que así la llamaban, se levantaba dispuesta a ayudar a las florecillas, hierbas… arbustos y pequeñas ramas que crecían en el jardín abandonado de una pequeña casa, medio destruida, a las afueras del pueblo.

-¡Buenos días Lirio!

-Hola Margarita… ¡Qué guapa estás hoy! – dijo  Lirio-.

-¿Pero es que no ves el día tan bonito que hace…? Mira las nubes, están serenas y si me apuras…  allí… a lo lejos… hay otra escondida que nos traerá un poquito de agua  y eso es muy bueno Lirio, porque hay algunas de nosotras que necesitamos bañar nuestras raíces.

-Tienes razón, yo estoy sedienta, necesito beber porque hace unos días algunas de mis hojas se cayeron.

En ese momento, Margarita acercándose a su amiga le ofreció pequeñas gotas de rocío que conservaba entre sus pétalos y Lirio bebió.

-¿Deseas que te traiga un vasito de agua del riachuelo…?

Con una sonrisa  Lirio  dio las gracias a su amiga y   pudo ver como su color blanco se volvía intenso recobrando las fuerzas.

-No gracias ya estoy mucho mejor  -respondió- acostumbrada a ser cuidada por su amiga que en cuanto veía que alguien necesitaba agua le ofrecía la más fresca.

– Hola Margarita – le saludó la Rosa –

– ¿De dónde vienes tan rápida?

– De darle un poquito de agua a  Lirio. ¿Tú quieres agua…? Aún faltan unas horas para que la señora lluvia nos refresque.

– Gracias, pero estoy bien, además estoy muy contenta.

– ¿Por qué estás contenta…?

– Porque me ha salido una nueva espina y cuando llegue el gato que siempre me araña, la verá, se asustará y se  marchará sin hacerme daño.

-Me alegro mucho Rosa, esta es una buena noticia.            Bueno, voy a dar una vuelta por el jardín,   hoy el riachuelo lleva agua y deseo preguntar a todas las flores si alguna necesita un poquito.

-¿Por qué nos cuidas tanto…?

-Porque nadie sabe que estamos  aquí y no nos riegan, ¿sabes?..  Me gustaría ser una niña para tener una regadera y bañaros a diario.

-Gracias – añadió-  habituada  a que su amiga la hiciera sonreír en tardes de tristeza, cuando se le caía algún pétalo, u observaba como alguna otra rosa, por falta de agua o porque se hacía mayor,  se dormía entre los matojos.

Pero ocurrió que la casa fue vendida y con ella el jardín. Una mañana al levantarse, unos hombres con monos azules estaban sacando ladrillos de las paredes, Margarita se puso  muy nerviosa y fue a avisar a todas las plantas del jardín lo que había visto y oído, así pues dijo:

-Venid todos y todas. ¡Venid…!

Al momento todos se sentaron junto a ella, no entendían el desespero y la urgencia de la reunión.

Amigos y amigas,  esos hombres vestidos de azul, comentaban que van a tirar la casa y a limpiar este jardín porque en este sitio tan bonito irá la nueva escuela para los niños del pueblo.

-¿Y qué haremos ahora…? -Dijo un pequeño arbusto casi llorando-.

-No os preocupéis…Todas las plantas, flores… arbustos… nos marcharemos por un tiempo al jardín de don Claudio, nos quedaremos sin hacer ruido, escondidos, hasta que construyan el jardín de la escuela.

-¿Crees Margarita que dejarán un espacio para el jardín?

-¡Claro!  Las flores y  las plantas  son necesarias…

-¡Coc… Coc! se ahogaba  doña Azucena… ¡Hay hija que disgusto!

Margarita tomó su vaso,  fue al riachuelo y dio de beber a la anciana flor.

A la mañana siguiente, fueron marchándose  al jardín vecino pero Margarita… siempre ayudando a cuantos recogían sus raíces, sus hojas, sus tallos, se quedó la última.

Los árboles estaban en silencio,  mirando como  la flor acababa de colocarse los pétalos. Cuando…  un hombre de vestido azul, la vio tan bonita, tan brillante que decidió cortarla y ponerla en el mismo vaso que nuestra amiga siempre tenía junto a ella para dar agua a sus amigos, quiso correr, pero no pudo y quedó atrapada.

Se  sentía débil…  un poquito más débil cada día.   El hombre la ponía en la ventana, en el comedor, e incluso, en la terraza, pero el paso de los días le hacía sentir como sus fuerzas mermaban, ella a pesar de todo, se sostenía erguida, pero su brillo  se apagaba entre sus hojas.

Una tarde vino a visitar al hombre de azul, Alfredo, un amigo suyo y al ver a  Margarita añadió:

-¿Sabes?, no debiste cortar esta flor  para ponerla en agua, se ve muy triste, le faltan sus raíces y los pétalos pierden su color.

-¿Sabes?, no debiste cortar esta flor  para ponerla en agua, se ve muy triste, le faltan sus raíces y los pétalos pierden su color.

-Lo sé,   no debí hacerlo, creí que daría luz a mi habitación, pero todo lo contrario, se está mustiando.

– ¿Puedo llevármela a mi casa? Yo sé hablar con las flores, y dicen de mí que soy mago y hago realidades sueños, por favor amigo, ¿puedo llevarme  tu Margarita en mi chistera? yo la cuidaré…

-Sí, ¡cuídala! Por favor.

Alfredo, el mago se llevó la Margarita  y la colocó en su chistera para que descansara.

– ¿Por qué  te encuentras tan abatida? -Le preguntó-.

Sorprendida de que el hombre le hablaba y parecía entenderla, contestó:

-Porque me cortaron de mi jardín y cuando hagan otro  en ese lugar, yo no estaré. ¿Tú eres mago? Oí decírselo a tu amigo.

-Sí, pero la magia querida amiga  está en nuestro corazón, tú también puedes hacer magia, siempre que has hecho a alguien feliz,  has hecho la magia de  sacar de tu chistera alegría, amistad… ¿Cuál es tu sueño Margarita?

-Ser niña, jugar en el jardín del nuevo colegio y dar agua para que las pequeñas florecillas crezcan lindas y sanas.

Alfredo, tomó con ternura a su flor y cada noche le contaba como hacían magia las estrellas y Margarita soñaba que jugaba con  ellas,  haciéndole guiños a la Luna y  alborotando a soles y cometas… así, hasta que un beso de Alfredo la despertaba por las mañanas.

Pero un día al acercarse  para besarla, había desaparecido…

Pasaron los meses y el colegio fue construido con un bonito jardín en el centro. Todas las flores salieron contentas de su escondite,  se iban colocando en sitios de luz cerca del riachuelo que con una baranda de colores lo protegían de juegos de niños.  Las flores, recordaban a Margarita… al  buscar  con sus ramas las aguas cercanas.

El mago fue a la escuela con su amigo, deseaba conocer el nuevo colegio y al ver el jardín se acordó de su flor.

-¿Qué os parece si hacemos un espectáculo de magia para celebrar este nuevo curso y así de esta manera, los niños entrarían por las puertas felices y contentos en su primer día de clase?

– ¡Muy bien! esa es una magnífica idea.

Llegó el día de la inauguración y en  ese instante, apareció el mago sobre el escenario que con gesto amable y   cálida sonrisa lanzaba  un guiño hacia el nuevo jardín.

Las flores permanecían   escondidas, ninguna quería perderse la  fiesta, a pesar…  del temor a ser descubiertas  y que alguien decidiera cortarlas para ponerlas en un jarrón.

– ¡Nos ha saludado a nosotras….! ¡El mago nos ha visto! – Exclamó asombrada la vieja doña Azucena –.

– Chisst chisst que nos van a descubrir – susurro asustada la amapola.

– Callar – dijo Doña Rosa- mientras tapaba  la boca a Lirio que  atolondrada reía observando un divertido truco de magia.

Los niños  y las niñas permanecían inmóviles, sorprendidos,    observando los  movimientos  del mago, comprobando cómo  su chistera  se llenaba  de vida y esta   era devuelta en forma de alegría. Era increíble comprobar como de su boca  salían  metros de pañuelos de diversos colores que unidos jugaban a no tener final… Monedas juguetonas enredándose en  las ropas de los niños al dar dos toques de varita mágica…. Vasos que no derramaban su agua al caer de golpe de las manos de su dueño.

Pablo, que estaba sentado en las últimas filas descubrió a  las flores que se habían quedado muy quietas diciendo:

¡Este es el jardín más bonito del mundo!

Todos los niños y niñas… flores y arbustos  aplaudían entusiasmados, abriendo los ojos a la espera de adivinar como había ocurrido lo que terminaban de ver. Era un bello espectáculo de luz y color. Los minutos transcurrían lentos en cada pupila ilusionada, pretendiendo perpetuar la ilusión.

¡Qué bonito…! ¿Pero cómo lo hace…? Repetía  Pablo.

Porque es mago- dijo la niña de las coletas-

-¿Pero que es un mago? – Preguntó Pablo-

Alfredo había escuchado al niño y deseó explicarle:

Hace muchos años…  se llamaban  magos a los hombres sabios, pero hoy  somos personas  que regalamos  ilusión, sonrisas y alegría mediante efectos, que por ser maravillosos, tienen apariencia de inexplicable, pero todo, consiste en crear fantasías para iluminar nuestro mundo de sensaciones agradables y hacerlo bello. Es, querido niño como jugar hacer realidades los sueños.

– Eso es muy bonito, a mi me gusta soñar- añadió Pablo-

-Pablo, yo tuve una amiga que jugaba que hacía magia con lunas y estrellas  y  soñaba con jardines donde el agua corría fresca, las flores tenían vida propia  correteando por caminos y setos, pero un día vio como cortaban su tallo.

Doña Azucena estaba emocionada y se agarró a las hojas de Lirio, que con ojos brillantes recordaba el antiguo jardín…

Los niños estaban atentos a las palabras del hombre mago y este,  tomando su varita golpeó con ella en su chistera creando la más bella de las flores, suspirando… recordó a su amiga Margarita, aquella flor que él cuidaba en su casa y desapareció una mañana, aquella que ayudaba  a todas las flores del jardín a esconderse, la misma que regalaba vasitos de agua y deseaba ser niña.

El mago entonces,  alzó la mirada hacia  las flores del fondo…   apuntó con su varita hacia el jardín, ocurriendo algo maravilloso: “una niña de ojos verdes, piel blanca y cabellos rubios” se le acercó diciendo:

-Hola. ¿Te traigo un vaso de agua del riachuelo?

Al mirarla reconoció a su amiga  Margarita…   la ilusión  y la alegría iluminaron  el nuevo jardín.

Las flores gritaron de júbilo, emocionadas… aplaudían  con sus pétalos tan fuertemente, que contagiaron  de felicidad  a los niños.

El mago levantó los ojos  y la niña rubia de ojos verdes  le dio un beso diciendo- ¡Te quiero!

Y yo la luna vi a  niños y flores aplaudieron a la magia de la vida y la muerte y a los hombres capaces de crear fantasías e ilusión  transportándonos al lugar donde la savia fluye por raíces de esperanzas.

 

[1] A. Castillo 2011 Tesis Doctoral Aula Hospitalaria Calidad de vida. Ceuta 2015

[2] CASSEL, E.J. (1982): The nature of suffering and the goals of medicine. N. Engl. J. Med. 1982; 306: 539-45.

0 thoughts on “¡No son cifras, son personas fallecidas!

  1. Bonito cuento. Y grandes enseñanzas. Toñy me uno a ti con mis condolencias, a todas las personas que han perdido un ser querido.

  2. Queridos Amigos :Aprovechando el magnifico documento que ha hecho la Dra Toñy Castillo sobre la muerte y el duelo y ahora por la singular època que estamos pasando ,quisiera hacer un comentario sobre todo esto. Ciertamente el Covid 19 nos ha llegado de una manera que nunca nos lo hubieramos esperado .Una pandemia mundial y que nos ha cambiado la vida totalmente y las consecuencias aun no se han acabado .Ha sido muy triste ver la cantidad de personas fallecidas y lo que ès mas triste sin tener el consuelo de estar junto a los seres queridos esto lo ha hecho doblemente doloroso .Esta situación tan excepcional nos está dando pruebas de la grandeza humana y del inmenso sacrificio que han hecho infinidad de personas para intentar y desgraciadamente a veces no se ha podido conseguir llegar al fondo de la enfermedad. Tambien se está viendo mucha irresponsabilidad Pensemos la Madre naturaleza lleva tiempo avisandonos y ahora seria una buena ocasión si ehamos fuera tanto egoismo y fueramos mas humildes de empezar de nuevo con todo lo que nos ha venido encima en todos los aspectos que es muy fuerte y hablar de ello con los niños como hizo una mandataria del norte de Europa .Cuando vió lo que se nos venia encima hizo una rueda de prensa expresamente para explicar claramente a los niños las medidas y lo que estaba pasando pues según ella los niños son muy inteligentes y se lo explicarian a los padres. Hablemos con ellos con claridad y tambien de la muerte que es la cosa que tenemos mas segura .
    Como siempre mi mas sincera felicitación a la Dra Toñy Castillo por este magnifico relato y un fuerte abrazo para todos
    Maria Angels Molpeceres

    1. Querida Compañera, me sumo a tus palabras, tus magníficas palabras, y ciertamente para muchas familias esta pandemia quedará marcada en sus corazones por la falta de sus seres queridos. Besos Toñy

Deja un comentario