ME QUIERO CONFESAR. ROSALÍA DE CASTRO

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Primero fui recibida con elegancia por mi director de Granada Costa y mis buenos amigos más cercanos. Pero Dios me sirvió bien, sabía que era pequeña y que necesitaba ser regada, tuve agua en abundancia para mi llegada a un simpático y pequeño hotel donde fui alojada por un personal a nuestro servicio. Gracias.

Fue la primera vez en mi vida que asistía a las 24 horas de poesía. Fue tanto una alegría como una tristeza, porque el tiempo estaba triste y perdí mi sonrisa al tener tantos dolores. Es la primera vez que no sonrío, yo fui siempre sonriente pero, tal vez, con esta edad es cuando voy a parar de sonreír a causa de la enfermedad. Que sepan que mientras Dios me dé vida, querré bailar, ¡aunque tenga que tomar una gran cantidad de medicamentos! Es innecesario criticar, si alguien quiere mi enfermedad, yo se la puedo dar, no la vendo porque entonces me la devuelven. Luché mucho en la vida y es difícil parar, ¡querría morir sobre la pista!

Fue un momento adorado porque me encontré con gente de la cultura, bendita sea Granada Costa y nuestro director, José Segura. Para poder vivir un poco más en lugar de llorar me pongo a escribir para confiar mis penas que en la vida pasé, por eso, lucho siempre aún estando prohibida de viajar y de todo, ¡a nada tengo derecho! Solamente a ver médicos para que me digan que estoy condenada. Pues yo no maté a nadie, pero es mi destino hasta el fin. Si yo pudiese contar lo que escuché y lo que vi… Cuando podemos admirar a Huetor Tajar, el mundo que puede salir está en el teatro de este pueblo: poetas, escritores, artistas, cantantes, bailarinas, cantantes, pintores y rapsodas. Ver el renacimiento de todos estos jovencitos/as ya grandes y niños con sus poesías, sus espectáculos y toda la formación para seguir después de nuestra partida para otro mundo. Jacinta es conocida por todos, es la hija del pueblo, así consiguió llevarnos a todos a su tierra, nuestra Jacinta querida del pueblo. Le pasó lo que a mí, no estábamos obligadas a ir a la escuela y no fuimos, yo no lo abandoné y aprendí sola.

El gran tenor Francisco Rossi, no hablemos de los buenos cantantes, mi adorada Rosalía de Castro, nuestra Inma Rejón con su gran voz. ¡Gran cantante y poeta! Y todo el personal que trabajó este día para que todo fuese bien y hacernos felices.

Yo, infelizmente, ni fotos hice, entre el frío y los dolores, nada veía, solamente puse atención en no perder la hora de mi recital de poesía y, al final de las 24 horas, quise mostrar al pueblo de Huetor Tájar que antes sabía bailar, ahora voy arrancando el resto del árbol que está secándose, incluso la sonrisa se va apagando, infelizmente, incluso estando triste, nunca había perdido mi sonrisa pero llega un momento en nuestra vida que nos sentimos heridas por tantas angustias. Aquí ocurre como en el baile, cómo es que yo bailo con mis enfermedades. Es lo mismo que pasaba antiguamente, me explotaban, era mal pagada, pero con cuarenta de fiebre tenía que trabajar, si tomaba un medicamento que no me correspondía le decía a mi jefa que iba a morir que me sentía ahogada y ella me decía que trabajase que se me pasaría. En aquellos tiempos yo era una esclava, también debía hacerlo bien y además para imitar un poco aquella danza que yo hacía en mi vida y ahora no puedo perder un pequeño momento con ésta, mi nueva familia de la escritura y poesía.

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Ya fueron tres veces, en los que, por un medicamento, pensaba que iba a morir, esto fue en 1981. Era tanta la aflicción que bajé las escaleras hacia el cuarto de baño y llamé al médico, ya respiraba mal y no sabía lo que me pasaba, menos mal que él me preguntó si había tomado cierto medicamento que me había recetado el día anterior. Y yo le dije que sí, que lo tomé por la mañana y él me dijo: ¡pare inmediatamente, está teniendo una alergia! Pues mi jefa no quería saber y yo ahora también hago lo mismo, tomo o me hago pinchar cortisona y morfina, así continúo hasta no poder, entre la escritura, la poesía y el baile, fueron mis únicos placeres. ¡De algún placer tengo que morir! No fui alcohólica, ni fumé, no supe lo que era un placer en la vida, tenía hambre, quería comer y no tenía qué. Hoy tengo de comer y de beber, podía ir a pasear, pero ni quiero comer ni puedo viajar, quien lea mi comentario me debe comprender. Que sepan que no toda la gente es sorda y pudieron oír lo que de mí decían.

Yo agradezco a Granada Costa por darme coraje y ciertas personas que están trabajando dentro. Entré dentro por un periódico, para ser socia y, finalmente, siento, por amor, el deber de escribir. Ya tengo tres libros autobiográficos, dos de poesía, dentro de poco espero que salga mi sexto, pero a mí me gustan los libros que no sean de cosas pequeñitas ya que pequeñita ya soy yo, pues yo tengo la cabeza grande y ahora está quedándose pequeña y sin nada dentro, aunque la traductora me cuesta más o igual como editar un libro. Escribo libros para dejar mi nombre y no para vender.

Pues digo una vez más viva Granada Costa y su equipo, mi rayo de luz, nuestro director José Segura. Adoro escribir poesías pero hay otras cosas que querría escribir pero yo estoy sola, no tengo a nadie, como algunas personas que son ayudadas, yo lo que hago salió de mi cuerpo y de mi cabeza, no hubo un alma pelada que me ayudara. Ahora, con esta enfermedad, la fibromialgia, y además de una bolsa de líquido metida en mi pierna que no pueden sacar, por lo visto no tiene cura, esto es porque los médicos no se quieren sentir responsables por si muero en la mesa de operación. Y mi páncreas con un nudo todo está en este pequeñito cuerpo que es el mío. Y quien lo sufre soy yo.

Si no fuese tan corajosa nunca habría salido de casa para ir a Huetor Tájar, solamente quería ver lo que nunca había visto porque el pueblo no tiene mucho para visitar y además hace frío. Prefiero mi rinconcito del paraíso. Pero a cada uno le gusta el suyo, si yo pudiese, iría a sembrar patatas con Jacinta, porque yo sé todo lo que es el campo. Bellos tiempos en los que yo cantaba tanto y mi música era el hambre. La campesina brava, persona simpática, amiga, ¡un besito! Una vez más agradezco a la Fundación Granada Costa, mi nueva familia, nuestro director José Segura Haro y todos los que lo acompañan, un beso para todos, hasta otra, si Dios quisiera.

FRANCELINA ROBIN

El mundo a tus pies

 

Si en el desierto me perdiera,
yo buscaría una salida,
en la luz de tus ojos,
y en esa hermosa luna viajera.

Me bebería un sin fin de promesas,
para calmar esa sed de mis heridas,
prometería no bajarte las estrellas,
pero sí honrar a tu belleza amigas mías.

Si en el desierto tú me buscaras,
y a un kilómetro yo te mirara,
me detendría para alabarte en ese encuentro,
porque tu amor de mujer lo valorará.

No es caricia desvanecida con complejos,
solo es el sol que me tiene a la deriva,
te abrazaría hasta cansarme,
para curarme de mis heridas.

Si en el desierto terminara mi partida

y me sintiera volando lejos sin salida,
pero tus manos que son dueñas de mi vida,
por ser mujer te respetaría, yo te respetaría.

Eres parcela de deseos prohibidos,
un fruto hermoso que dios nos ha traído,
sin ti qué haríamos cada vez que oscureciera,
nos derrumbaríamos como ese cometa que ha caído.

Francelina Robin

 

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