Libro recomendado “Soliloquio del Alma” de Antonio Prima Manzano

Podrá leer el libro entero a través de este enlace “Soliloquio del Alma”

INTRODUCCIÓN

El alma de cada hombre sólo la conoce en su totalidad Dios. Es vano intentar acallarla, tanto, como lo es a veces intentar encontrarla.

      Puede que sea la compañera fiel de nuestra conciencia, puede que sea el pensamiento final de nuestra existencia, puede que sea el soplo de Dios en el hombre, puede que sea una locura, una quimera, mas sea lo que fuera, sin ninguna duda, es nuestra grandeza.

      A poco que nos afanemos, la sentimos despertar poco a poco en nosotros hasta llegar a invadirnos y mostrarnos la presencia real e inequívoca de Dios.

      Es un bien al que está destinado todo hombre, es un don al que tiene acceso cada hombre.

      A veces, perdemos inconscientemente lo mejor de nosotros mismos. La capacidad de nuestros silencios, de nuestro recogimiento, de nuestra plenitud, mientras caminamos afanados tras vanas quimeras, que nos distraen del buen camino y nos apartan de Dios.

      El alma es consustancial con el hombre y se asienta en la propia razón en donde, por quiméricas que sean las diversas ramas del pensamiento, finalmente por su propia razón, el hombre es conducido a Dios.

     Decía al principio que, cada cual inconscientemente, es artífice de sí mismo y, por la misma razón, a veces el hombre desenvuelve su vida sin Dios, sueña sin Dios, se da incluso a los demás sin Dios.

      Pueden pasar los años, veinte, treinta, cincuenta, setenta, pero un día, la sinrazón de la vida azuza nuestra alma, siembra de inquietud nuestro espíritu y anhelantes buscamos ansiosos el sentido y la trascendencia.  Y esto, puede ser en cualquier momento, en cualquier circunstancia, en cualquier estado. Y allí, a través del soplo de la fe en nuestra alma, descubrimos a Dios.

      Vivir en sintonía con Dios, nuestro Creador, no es patrimonio exclusivo de nadie y sentir derramarse en nuestra alma los dones de Su Espíritu no nos debe turbar ni a ti ni a mí, simples bautizados, simples cristianos, simples padres de familia, porque en cada fiel sopla el Espíritu de Dios, y de sus labios puede surgir la verdad.

      Con humildad escucharás su voz, te allanará los caminos, te consolará en tus penas, compartirá tus alegrías y pondrá en tus labios el consejo oportuno con que reconfortar a cuantos seres angustiados acudan a ti.

                                                              El autor.