Libro Recomendado “Espines en el cel” de Damià Vidal

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Podrá leer el libro entero a través de este enlace “Espines en el cel”

PALABRA VIVA

Podríamos  dividir  a  los poetas en dos grandes categorías: aquellos que ven su obra como el reflejo de su propia vida, hasta el punto de que la una casi no tiene sentido sin la otra, y para quienes la escritura refleja el vivir diario, a la vez que lo llena de significado. La suya es una poesía confesional, íntima, y sus versos desprenden un intenso aroma de verdad. El lector percibe una sensación de proximidad y se siente cómplice de las confidencias del poeta. Charles Baudelaire, al principio de Las flores del mal, ironiza sobre dicha identificación en un verso citado muy a menudo: «– Hypocrite lecteur, – mon semblable, – mon frère!». Evidentemente, Baudelaire podría adscribirse a esta categoría, al igual que poetas tan dispares (para ceñirnos a nuestra literatura) como Francisco de Aldana, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Luis Cernuda. En el segundo tipo se incluirían aquellos poetas cuya obra es un itinerario en pos de un lenguaje personal e intransferible, a menudo oscuro y simbólico, a través del cual realizan sus incursiones en lo indecible o nos ofrecen una visión transfigurada de la realidad. Luis de Góngora,

Stéphane Mallarmé, Paul Celan, José Ángel Valente (para pro- poner cuatro casos extremos, aunque también Juan Ramón Jiménez o san Juan de la Cruz) podrían ser exponentes de esta opción poética. En un sentido mucho más amplio coincidiría con la famosa distinción, acuñada para la literatura española de la segunda mitad del siglo pasado, entre “poesía metafísica” y “poesía de la experiencia”. Sin embargo, en nuestro primer grupo puede haber indagación metafísica, así como los poetas del segundo grupo han de partir necesariamente de sus vivencias cotidianas. Estamos ante dos concepciones de la poesía, dos formas de entender la escritura, más que ante dos escuelas poéticas excluyentes…

Playa San Cristobal

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