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Dra Carme Tello

Los seres humanos desde antes del nacimiento establecemos un vinculo afectivo con nuestra madre. Las líneas de investigación, (biológicas, genéticas, hormonales), sugieren que para el buen desarrollo somático, cognitivo, psico-emocional, conductual y sexual del bebé, está ligado a que pueda o no establecer un vinculo afectivo positivo con su cuidador principal.

Especial atención se deba dar a la trascendencia y la relevancia del establecimiento del apego en  los 3 primeros años de vida y más especialmente los 6 primeros meses. Durante este periodo van a producirse muchas modificaciones tanto en el bebe como en la madre y su pareja. Los padres están iniciando esta nueva forma de relación afectiva y las relaciones de pareja van a verse modificadas por la aparición del bebé. Este factor normal de estrés pueden verse incrementado cuando hay algún factor de riesgo añadido, ya sea por enfermedad tanto del niño como de los progenitores o por factores socio-familiares adversos que puedan dificultar o interferir el establecimiento de dichos lazos afectivos.

Tiene especial interés en cuanto a prevención en el caso de bebes prematuros. Hay múltiples trabajos que han hecho estudios con niños prematuros que revelan la importancia de intervenciones para estrechar vínculos afectivos y los buenos resultados en el seguimiento a medio y largo plazo. El nacimiento bebé implica normalmente un cambio muy importante en la relación afectiva de la pareja, porque incrementa una situación “normal” de estrés en los nuevos padres. Otros factores pueden ser derivados  de factores de riesgo en el periodo perinatal, (prematuridad, problemas neurológicos o físicos derivados del parto u otro tipo de enfermedades que pueda tener en bebé) o por factores socio-familiares adversos, porque pueden  dificultar o interferir el establecimiento de un apego seguro. También es importante el papel que los factores culturales especialmente en emigrantes de culturas y religiones muy diferentes a las nuestras.

Los cambios sufridos por la sociedad española han hecho que la familia tradicional: padre, madre hijos/as, este dejando paso a otros tipos como las monoparentales (padre-hijo/a, o madre-hijo/a) derivadas tanto por situaciones de divorcio o separación o ligadas a nuevas formas de concepción en las que se asumen en solitario la maternidad o paternidad o las formadas por parejas de tipo homosexual padre-padre hijo/a, madre-madre hijo/a.

Nuevas formas de concepción, especialmente la maternidad subrogada nos pueden plantear muchas dudas. Este tipo de maternidad no tiene nada que ver con la fecundación in vitro (aunque tanto el ovulo como el esperma no sean de la madre gestante), dado que, al nacer,  la madre se hará cargo del bebé. Tampoco con la adopción. Cuando una madre tiene que dar en adopción a su bebé por diferentes tipos de problemas, en última instancia se desea un bien para el bebé.  Pero en el tema sobre las consecuencias y efectos que la maternidad subrogada va a tener sobre el bebé y en su desarrollo, especialmente a la llegada a la etapa de la adolescencia, actualmente carecemos de suficiente casuística para poder dar una opinión . Lo que si podemos constatar es que parecen existir sutiles líneas de  confusión, derivadas del matiz ideológico de sus defensores y retractares de la misma.  La cuestión es preguntarnos en qué medida se prioriza el interés de los futuros padres y madres sobre el interés superior del menor. Se puede plantear de muchas formas el tema de la maternidad subrogada, pero en la gran mayoría de casos se trata de una compra venda. Si la literatura señala la importancia de la vinculación afectiva que hace la madre con el feto para su correcto desarrollo  durante todo el embarazo, la pregunta es: ¿Qué tipo de vinculación afectiva puede establecer una mujer cuando sabe que en su vientre está gestando un  producto a vender?.

Con frecuencia se tiende a olvidar que el bebé, el niño/a,  no es un objetó de pertenencia ni una moneda de cambio. El maltrato infantil y adolescente es una lacra que se da en todos los tipos de familia, no solamente en la tradicional, ni en las que presentan distocias sociales o económicas. Como dijo Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen entre sí; las infelices son desgraciadas en su propia manera”. Del mismo modo, los maltratos, negligencias y abusos sexuales infantiles presentan diferentes maneras de adaptación a las modificaciones sociales en las que vivimos. Y las más sutiles de todas quizás sean  les que están ligadas a los nuevos tipos de filiación, la ya citada maternidad subrogada, pero también las adopciones y la protección de los niños desamparados especialmente los que sufren algún tipo de discapacidad.

La maternidad y paternidad no es solamente cubrir la necesidad que los seres humanos tienen, totalmente licitas y normales, de poder transcender y tener una continuidad vital y social. Sus funciones básicas no son solamente la responsabilidad de la alimentación y de los  cuidados externos de los hijo/as,  sino los relativos a facilitarles una vinculación emocional segura que les facilite poder desarrollar sus capacidades para  convertirse en ciudadanos y ciudadanas asertivos con ellos mismos y empáticos con los demás. Ser padre o madre implica una vinculo con el hijo/a a lo largo de toda la vida hasta la muerte.  Si es cierto, como decía antes,  que metafóricamente nunca termina de cortarse el cordón umbilical, también lo es que ese hijo/a van  a ser una persona diferente a sus progenitores, con una conciencia y capacidad de pensar propia, también lo es que esa capacidad de  decidir estará mediatizad por el tipo de vinculo afectivo que sus progenitores le hayan transmitido. Una vinculación de tipo inseguro (evitando las emociones  para evitar la ansiedad pero que repercute negativamente en el establecimiento de las relaciones inter personales o justamente lo contrario, excesivamente preocupado en búsqueda de una seguridad inalcanzable) o en el peor de los casos desorganizada (ligada a niño y niñas que desde edades muy tempranas y de manera continuada, han padecido situaciones traumáticas de malos tratos y abusos sexuales), conlleva a que de no existir elementos de resiliencia, van a repetir esas situaciones de maltrato, negligencia y abusos sexual en sus propios hijos.

Cuando este niño/a o adolescente debe ser separado de su núcleo familiar como mediad de protección, ¿se tiene en cuenta su interés superior?.  Muchas veces no se tiene en cuenta el sabio consejo de primum non nocere (primero no hacer daño). El no evaluar correctamente el cómo se hace la separación e ingreso en el centro de protección,  ni como se estable la relación del menor con sus padres durante el ingreso y cuando salga del mismo, puede ser muy nocivo y terminar generando el efecto contrario que se deseaba al aplicar la normativa de protección.  En esta misma línea  es  importante el tipo de seguimiento y ayuda que se les da o no a las familias de acogida. El caso de los niños en acogida de Castelldans (Lleida), en el que durante quince años, fallaron todos los sistema de control y seguimiento de la calidad de ese acogimiento y fueron sometidos a abusos sexuales y negligencias por parte de la persona que supuestamente debía cuidarles y protegerles, es una pequeña muestra. Desgraciadamente, muchos más ejemplos podrían ilustrar él como  la falta de control y sensibilidad por parte de la Administración responsable, termina provocando males de consecuencias peores a los que se quería poner remedio.

Estamos vivimos en una sociedad muy influida por las redes sociales y la rapidez en que determinados conceptos se expanden por las redes. Que es correcto y que no es correcto puede cambiar con mucha rapidez. A medida que la sociedad valora más lo “políticamente correcto” dejamos de lado que es lo que realmente está relacionado con el interés superior del niño/a. Como decía antes, no tenemos investigaciones suficientes para ver como determinados modelos de familia pueden afectar el desarrollo psicoafectivo del niño/a y adolescentes, especialmente en el tema de la maternidad subrogada. Me preocupa que la vulneración de sus derechos comporta un maltrato que no solo les afecta a ellos sino que termina trascendiendo y afectando  toda la sociedad. Porque en última instancia estos niños/as van a ser mayores y según les hemos tratado nos van a tratar.

Dra. Carme Tello i Casany, Psicóloga clínica

Presidenta ACIM (Associació Catalana per la Infància Maltractada)

Presidenta  FAPMI (Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil)

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