LAS CRISIS CON PAN, SON MENOS…

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No vale preocuparse. Aquí no pasa nada. Después de tantos días de incertidumbre y ensayos que venían vaticinando  los nuevos actores televisivos conocidos por tertulianos, hemos podido ver al fin el escenario y  la representación  que  nos ha mostrado el libreto perfectamente interpretado por los actores, que, erigidos en  protagonistas, han ajustado su actuación a lo que los adivinadores  nos venían anunciando.

Pero la partitura ha resultado tan perfecta y el éxito ha sido tan gratificante  para los espectadores que veníamos  pasando por caja, que la representación  teatral se repetirá de nuevo y los redactores televisivos nos garantizan  que si todo sale bien, es decir, mal, la representación puede prorrogarse varios meses, y los  espectadores tendremos  que seguir subvencionando el espectáculo, sobre todo cuando los nuevos administradores de la cosa sean  agraciados y empiecen a conocer  las  facturas de tan carísima  escenografía que vía impuestos estaremos obligados a pagar  ¡los de siempre!

Aunque la trama de la obra era más que conocida y los sufridos espectadores veíamos y escuchábamos los pasajes que los medios ya nos habían anticipado, las diferentes escenas representadas se han visto enriquecidas por boutades y morcillas propias de actores consagrados que no estaban en el guion y que han ocasionado perplejidad, sorpresa o regocijo entre tan numerosos espectadores.  Porque cabe suponer, que en el attrezo del  libreto no figuraba el que varios  jóvenes actores  parlamentarios se vistieran con  ropa callejera y vulgar como lo hicieron en la Puerta del Sol, ni  se dieran un beso en la boca para expresar sus emociones; ni que otro joven bien aseado siempre dialécticamente, en su debut como actor  se permitiera aconsejar al equipo de gobierno actuante, el  “suficiente  coraje y valentía”  para que despidieran al que era su  Presidente; ni que el protagonista principal de la obra al no tener guion del que hablar,  ni mérito propio alguno que vender, se pasara  su intervención buscando socios que le invistieran y  como ya había venido predicando  en los ensayos durante dos meses de manera obsesiva, insistiera  en pedir  apoyos para echar del poder al partido más votado, siendo al que más necesitaba.

La intervención de un actor invitado que podía haber permanecido en el patio de butacas entre los asistentes, subió al escenario, y con la retranca intelectual de un gallego que le importa una higa su protagonismo, caldeó el hemiciclo y aderezó el espectáculo de tal manera, que sus veinte minutos de irónica actuación pudieran valerle para permanecer cuatro años más de Presidente. En política… puede hacerse posible lo imposible.

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