La verdadera lucha contra el crimen

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Los manifestantes en los manifiestos a veces no manifiestan más que la hipocresía porque en la convocatoria y en la adhesión de sus promotores contradicen sus intenciones, cuando hablamos de estar en contra de cualquier tipo de arma que atenta contra la vida humana, porque si averiguamos el origen de las mismas, nos llevan a engaños sobre el fin de las mismas que por supuesto, no justifican los medios empleados de barbarie.

Pero no es el caso del manifiesto a flor de piel expresado por Rosa María Sardà y Miriam Hatibi ante la multitudinaria manifestación en Barcelona como rechazo de los dos terribles atentados terroristas sufridos  el 17 de agosto en Cambrils y en Barcelona, que secundó y se unió por la paz. En cambio los lemas como “no tengo miedo” no expresa la tranquilidad necesaria para seguir adelante, porque una cosa es la repulsa hacia la violencia y el rechazo del terror; y otra muy distinta es no tener miedo ante las catástrofes sanguinarias por las matanzas que estamos sufriendo últimamente en algunos países del mundo.

De ahí, que esté totalmente de acuerdo con el artículo publicado el 27 de agosto por José Carlos Rosales,  respecto a la negativa del miedo del lema, pues nuestra seguridad está en juego y  está en manos de gobernantes, que no nos garantizan ni nos dan la confianza suficiente, a pesar de contar con buenos profesionales de nuestros servicios públicos. No obstante el contenido expresado en el escrito, de nuestro dolor por las víctimas, nuestro pésame y solidaridad con las quince familias de los fallecidos y de los cientos de heridos, como símbolo de paz y libertad hacia la tolerancia y la convivencia, como muestra de rechazo a la violencia y a la amenaza del terror es algo evidente y necesario, y si sirve para homenaje de las víctimas, podríamos considerarlo un acto de valentía.

En el mismo sentido sí esta proclama es de condena de crímenes que sólo persiguen romper nuestro modelo de convivencia, y sí sirve de reconocimiento a los Cuerpos y Fuerzas de seguridad, y  a los equipos de emergencia, por su diligente respuesta o por el comportamiento generoso y desprendido de muchos ciudadanos de a pie como taxistas, o comerciantes que ayudaron altruistamente. Asimismo se trata de un Manifiesto contundente contra la islamofobia, como una apuesta inquebrantable por la vida en convivencia.

En definitiva más allá de los lamentables hechos hay causas injustificables como la discriminación antisemita, contra el racismo o la xenofobia, que también hay que rechazar y no puede haber dos varas de medir los valores. Pues precisamente por el interés económico se destruye con el ideológico, y el cinismo de los poderosos destructores. Tanto por los de casa, demostrada la falta de unidad y de ética en algunos comportamientos deleznables como por los de fuera, siendo manipulables ambos.

Por lo que a estas alturas, la mentira o el cinismo va acompañada de la sombra de la sospecha, del poder, ambición y color político, del prejuicio nacional e internacional. De modo que ponernos en el lugar del otro, todavía está muy lejos para aprenderlo-aunque más fácil por supuesto de la mano del pueblo como ha demostrado con la comprensión de su dolor-. Por eso si con la educación no se justifica el respeto a la vida y a la diferencias, apañados vamos y tendremos miedo.

Francisco Velasco Rey

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