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de Antonio Praena. Editorial Visor. Poesía. Dividido en cinco partes y 37 poemas. Sin prólogo, pero con muchas citas y contraportada-sinopsis a modo de prólogo.

            Antonio Praena es un fraile dominico y un poeta con mayúscula (sus dos grandes vocaciones) que, situado “en un lugar intermedio entre la teología y la creación literaria”, investiga la relación entre teología, cine, poesía y arte. Y cuando un poeta como Antonio Praena dice: “La palabra engendra vida, crea el mundo y resucita de la muerte y todas nuestras muertes” o “La poesía no puede ser un supermercado de emociones. Hay que abrir al misterio por el horizonte de la belleza y el lenguaje” o “La poesía es un acto de comunicación en los límites del lenguaje y de la experiencia”… si no decimos “Palabra de Dios” (porque él mejor que nadie sabe del poder de la palabra y su sagrada escritura) debemos, cuanto menos, escucharlo y leerlo, para descubrir muy pronto que su poesía nunca defrauda. El autor nos confiesa que quiere verdad, la busca y la necesita para existir.

            Pongámonos entonces en perspectiva para abordar a un poeta de largo alcance llamado a perdurar y hagamos un recorrido veloz por lo que han dicho de sus libros. Hace ya tiempo que Álvaro Valverde dijo que “Antonio Praena es un excelente poeta. No me duelen prendas afirmarlo. Alto y claro”. “Al buen oído de Praena, que consigue transmitir a través de un ritmo envolvente e impecable, hay que sumar la armoniosa composición de sus versos”. Rafael Alonso Pica comenta: “Con -Actos de amor- nos sorprende con su sabia estructura y nos seduce con su desnudez”. Refiriéndose a “Yo he querido ser grúa muchas veces” comenta: “En esta obra me sorprendieron los siete pasos poéticos de las siete partes de este poemario que evocan, comentan y parafrasean de alguna manera los siete dones del espíritu o quizás las siete virtudes”, y añade: “La seducción que provocan los poemas de Antonio Praena surge de la ambigüedad biográfica con que se desvela el autor”. Francisco Onieva afirma que nuestro poeta es “una de las apuestas más interesantes y auténticas de la poesía más reciente en nuestra lengua”, y refiriéndose a “Yo he querido ser grúa muchas veces” dice que este poemario “defiende una poesía que podríamos definir como mística de lo humano, en la que se fusionan sin fricciones la cultura posmoderna, las referencias grecolatinas y un hondo humanismo, de base renacentista, que coloca al hombre en el centro del verbo” o que su poesía “busca la emoción con precisión, agilidad y claridad, sin olvidar la sugerencia y la musicalidad”, “una poesía en la que lo profundo y lo cotidiano se dan la mano en el poema”. José Antonio Santano también nos ilumina con sus palabras para conocer mejor la poesía de este autor, y dice: “quizá no tan hondo y apasionado como lo hallamos en Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús. El misticismo en Praena es más reservado y atemperado” o “La cruda realidad que observa a su derredor hace que el verso se revista de humano sentir y vuele trascendido a otros lugares”. Y José Antonio Olmedo afirma que “Historia de un alma” “supone un giro –digamos, lingüístico- en la dicción poética del autor de “Yo he querido ser grúa muchas veces”, “De entrada, sorprende la naturalidad, rozando la irreverencia, y el descaro, lindando con la provocación, de un argumento lírico, con destellos místicos, pero a la vez hundido en sus raíces de un hiperrealismo urbano”, y, “Este libro es una suerte de vínculo entre lo clásico y lo moderno”. Además, Gonzalo Santoja, miembro del jurado que le otorgó el Premio Gil de Biedma ha señalado de -Historia de un alma-  que “se trata de un poemario descarnado y muy duro”. Incluso un tal Señor Scott, en Amenazadederrumbe blog, dice: “La voz que encontramos en –Historia de un alma- nos grita desde la intimidad. Es una voz brusca, violenta y provocadora. Carece de antifaces y en algunos pasajes tiene un marcado tono nihilista” o “Al fondo del poemario brota una mirada mística, espiritual, que sirve de contrapunto a la superficie Nietzscheana presente en varios pasajes”, “la intención del autor es meternos de lleno en un escenario, en una situación de la que hacernos espectadores”.

Historia de un alma de Antonio Praena

            No sabemos si será debido a la pasión que tiene por el séptimo arte, pienso yo, por la que se ha dejado impregnar con una poética llena de huellas cinematográfico-publicitarias y de imágenes fuertes y poderosas, ya que su poética es muy visual y profunda, casi pictórica diría yo. Si nos fijamos en las portadas de sus tres últimos poemarios comprobamos que él (a su imagen física me refiero) aparece en primer plano, ya sea de una manera más nítida o disimulada. Como un Alfred Hitchcock de la poesía, y quizá como homenaje a él, a Antonio Praena le gusta aparecer y jugar en esos planos inesperados (mostrando su brazo musculoso con pajarillo incluido –imagen muy mística, por cierto-  o ese torso desnudo que parece en trance de éxtasis, o subido en una moto y con traje en un alarde posmoderno, “con aire seductor de inspiración publicitaria” que “desea cabalgar (su) Kawasaki/ en busca de otra vida” más en cueros, como si fuera un adonis posando para el objetivo de Miguel Ángel.

            El propio poeta nos dice que en “Poemas para mi hermana” “el protagonista es el paisaje y las raíces”, en “Actos de amor” no es él quien habla sino su vida, en “Yo he querido ser grúa muchas veces” “entona un canto a la libertad, al riesgo, a la ebriedad de vivir y de poder cantarla” y en “Historia de un alma” se nos apunta en la contraportada que “es un libro moral compuesto de retazos inmorales”, o nos dice: “Mi intención pasaba por probar algo diferente, con una serie de poemas que habían ido viniendo de una serie de cuestiones sociales y contemporáneas, y que construyen un libro extraño en el que rompo la línea establecida y trato de emprender una búsqueda diferente” o añade “es un libro sin poeta”. “Dejar que cada poema sea una escena de una película” “como un documental de los bajos fondos” nos aconseja en una entrevista como pistas a seguir para “componer el rompecabezas” que supone “Historia de un alma”. Con estas mimbres tan altas y premio tras premio se está convirtiendo en uno de los grandes poetas de este país, y podemos asegurar al leerlo que es un poeta de los grandes, que entronca con la mejor tradición literaria española y en el que brilla la originalidad de una poesía exquisita y magistralmente elaborada, quizá más cerca de Góngora que de ningún otro por nombrar a uno, y es al uso del lenguaje a lo que me refiero.

            No sabemos con certeza, aunque lo intuyamos, si con la primera cita de Santa Teresa de Liseux, de su autobiografía “Historia de un alma” (con la que comparte título), lo que pretende nuestro poeta es también la conversión y la curación (individual y colectiva) como aquél, aunque en este caso circunscrito solo al mundo de la lírica o de la literatura. Si “el hombre es un dios para el hombre” y el consumismo es la salvación a la que aspira, él nos recuerda con este poemario que hay un Dios más allá del hombre y otra gloria más duradera, porque “los grandes pecadores y los santos/ siempre estamos muy cerca.” –se nos revela en la página 68, y, “La estatura moral es su constructo/ contra las leyes naturales” –añade en la 53.

Antonio Praena, el cochero de este carro alado tirado por un caballo bueno y otro malo que es “Historia de un alma” nos deja su sabiduría escrita en unos poemas que alcanzan la belleza más suprema como principio de vida. Para Antonio Praena, como diría As-Sustari –el otro místico de la comarca de Guadix-, sus “mejores momentos (son) cuando está reunido con (su) esencia” de hombre religioso y a la vez mundano. Nuestro poeta se sitúa entre el cielo y la tierra para servirnos de codificador o descodificador de la buena poesía y del arte como antesala del Paraíso y de la eternidad. En este libro escribe más desinhibido y seguro de sí mismo, en búsqueda de un nuevo yo, más social, y superando el listón de su propio legado poético. Dice el papa Francisco que debemos “evitar seguir estrellas fugaces como el dinero, el éxito, los placeres buscados como finalidad en la vida… que, en vez de orientar, despistan” de lo principal de la vida, y ese parece ser, en alguna medida el argumento más primario del libro. En “Historia de un alma” hay momentos en que la poesía de Antonio Praena es una poesía que reza, aunque no lo parezca, pero reza desde la reflexión que provoca el pensamiento del poema en la conciencia del lector, al enfrentarlo consigo mismo y con la voz del “C(c)reador”. “De una forma o de otra” el poeta nos lleva a donde quiere, a otra belleza, nos enfrenta al mundo de los espejos y su intemperie para dejarnos a solas con Cristo y sus santos. “También yo soy testigo de mi tiempo” –nos anuncia en la página 76, y es de ahí de donde arranca, de su testimonio y de su idea de Occidente para dejar al lector al borde de su abismo y frente a “los instantes” de gloria o de nada. Un libro, en definitiva, sobre el que podríamos decir como Inocencio X: “¡Troppo vero!”.

            Poeta de imágenes potentes y poderosas y de una contemporaneidad espiritual a contracorriente indiscutible, ya nos sorprendió con aquella imagen tan mística de la grúa que se hacía cruz salvífica para las aves y con la que se fundía en una misma metáfora. Ahora con Historia de un alma transforma las motos en corceles del espíritu y las huellas de la ciudad, de la historia o del arte se convierten en las moradas de su “castillo interior”. Se podría pensar que su “camino de perfección” es más ascético que místico porque su lado humano sobresale sobre el divino, aunque cuando uno lee sus libros con detenimiento comprueba que prevalece el lado divino sobre el lado humano, ya que su alma está a flor de piel (como sus portadas nos indican) y sus versos parecen estar cincelados en mármol de Carrara.

            Dice Pedro Salinas: “El místico exalta las fuerzas del espíritu, sus poderes de penetración en el misterio”. El poeta desentraña alma y cuerpo para transcender su poética en forma y materia, de la que levanta acta y da fe, ya que las pasiones forman parte de la naturaleza humana y lo impropio es ser dominado por ellas. “De un ansia irracional proviene al alma,/ y es por eso que amamos/ mordiéndonos el cuello y husmeando/ rincones innombrables/ igual que los caballos y las perras” –retrata en la página 45, porque estamos “convocados al orden de la gracia divina” en esa predilección que tiene el libro por las personas feas. Los caminos del misticismo en Antonio Praena, siempre atento a la realidad y al arte, transitan por el amor y la palabra como las dos caras de una misma moneda espiritual que hacen de él un claro ejemplo de adaptación a los tiempos posmodernos en los que nos encontramos; ofreciéndonos una mística, la suya, que, más que oración silenciosa es homilía en voz alta, la cual apunta a lo sobrenatural con fe delicada y lenguaje abrupto, como signo de la época que vivimos y padecemos. Aunque su mirada apunta al mundo (satírica, irónica y burlesca incluso) siempre nos deja una vía abierta hacia la Transcendencia, aunque sea a través de la polisemia. “Poder, oh, sí, poder. Poder es la palabra. Poder es el amor, poder la entrega” –nos dice en la página 18, o, “Vertical es vivir. Morir es vertical” –página 13, donde destaca la fuerza del verso hecho aforismo.

            En la poesía de Praena, poeta docto y cultivado, podemos encontrar una vertiente culta y otra más sencilla y coloquial, en apariencia solamente, ambas fundidas en un mismo molde místico-metafísico. Escribe tan bien para disfrute de todos nosotros que consigue que el lenguaje alcance logros notorios y que no sea solo un medio de expresión, sino también una vía de inspiración, lleno de variados recursos literarios y figuras que provocan continuamente la admiración del lector. La estilística del autor sustentada en múltiples simbologías, con esas reiteraciones tan suyas y esos versos tan técnicamente perfectos, consigue dotar al poema de un ritmo vivísimo de pensamiento y lingüístico, elegante y envolvente, hasta convertirlo en auditorio de la música más divina, donde significantes y significados con sus ecos juegan en las alturas, transformando la lectura en un concierto de música sacra donde el cuerpo y el alma se hacen instrumentos místicos en manos del poeta músico. Poemas, los suyos, que en algunos casos se transforman en parábolas o en alegorías. Un libro, pues, donde brilla la armonía y la perfección artística y en el que Praena ha sabido muy bien insuflar vida divina a los poemas dotándolos de alma, o sea, de un sentido que va más allá de las palabras, “donde la carne, simplemente,/ desea no ser carne:/ vuelvo el alma a sus cuerpos.” –nos confiesa en la página 47.

            En este libro, el más distinto, inflamado de teoría y experiencia y el más religioso y narrativo de cuantos ha escrito, con ciertos dejes de ensayo, el autor se reinventa y va de la filosofía a la teología y viceversa para armar su poemario de una verdad a la vez antigua y posmoderna, y siempre tan real. Praena, subido en su alma y en su formación, nos hace viajar a través del cuerpo y del alma, de Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, la Escolástica, Nietzsche, el nihilismo… y certifica su vocación de hombre de Iglesia, “el idealismo de Platón ha fracasado./ Sin embargo, Aristóteles/ nos une para siempre a lo concreto.” –nos dice en la página 50. Hay veces que el alma y el cuerpo, cual Quijote y Sancho en su dualismo, intercambian sus papeles y su aventura, haciendo más humano o más divino el momento, según convenga al discurso del poeta. Y con esos hilos duales (alma y cuerpo, vida y muerte, filosofía y teología, moral y arte, Dios y hombre, el yo del autor y el yo del libro, la fe y la nada, pasado y presente, realidad y ficción, vicios y virtudes…) es como el poeta va tejiendo su obra que al final resulta ser su vestido como lo es el de todos, con rumbo a los funerales y a “La historia de esta alma/ (que) es la historia de un alma sin historia” –dice en la página 39. Y de paso, de forma soberbia, nos enfrenta a los siete pecados capitales como podemos comprobar en Men Style. “Perseguís la belleza… estáis gordos/ lo que denota una pereza nauseabunda” –nos relata en la página 54.

            En las citas que acompañan al libro hay santos, filósofos, teólogos, poetas… en un intento de ambientar el camino de redención que nos ofrece el poemario. Citas que, junto a la contraportada, en cierta medida actúan como prólogo que justifica y pretende esbozar las líneas de fuerza que sustentan el libro, todas ellas apuntan hacia el misticismo como lugar de encuentro a la espera de “la mañana entre almendros/ de la resurrección” –página 83, quizá con una clara intención de dejarlo todo bien explicado, a la interpretación me refiero y al sentido último de sus poemas, distanciándose asépticamente de ellos a través de un yo ficticio para, paradójicamente, estar más presente en ellos.

            Se nos pregunta en la página 79 si “¿Cambió la vida de alguien un poema?, quizá no, nunca, pero seguro que su lectura entretiene mientras nos llega el Apocalipsis con su monotonía. Después de leer esta “Historia de un alma”, de Antonio Praena, no se me ocurre mejor manera que acabar esta opinión con una cita de As-Sustari: “Oh poeta, enhorabuena, presume, ufano de tu Señor” porque ha escrito otro magnífico poemario para gloria y alabanza de todos los amantes de la buena poesía y para los anales de nuestra literatura.

Opiniones de lector.

Custodio Tejada

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