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foto seminarioEs imprescindible que, en el desarrollo integral de las personas, se fortalezcan los valores de responsabilidad social, cohesión y equidad, con la intencionalidad de convivir en una sociedad donde valores de solidaridad e igualdad sean la base donde se fundamente el bien común.

Los padres y los gestores educativos, hemos de aportar experiencias donde desde el ejemplo se creen inercias facilitadoras de conductas imitadoras, donde cada voz ha de estar acompañada de un gesto, donde el compromiso no es paternalismo ni indiferencia, donde los valores hagan sentir bien a niños y jóvenes.

Los cuentos, las historias donde se muestren de manera clara valores, buenos valores, por parte de sus protagonistas pueden ser una buena herramienta para trabajar las conductas positivas y generar sinergias de empatía y de imitación, por tanto, es muy importante que los libros, o cuentos que seleccionemos han de estar fundamentados en el ideario que deseamos inculcar.

 El dialogo la primera clave para la comunicación

En el proceso de educar es básica la creación de un clima de diálogo y de confianza que pueda favorecer el proceso de comunicación. Pero lo primero que tenemos que hacer es escuchar. Con una palabra de cercanía o de apoyo o nuestro esquema corporal podemos decirle que estamos escuchándolos que ese tiempo es para ellos.

También podemos estar a su lado en silencio cuando están preocupados, no obviemos que la comunicación no verbal es tanto o más importante como la comunicación verbal, una mirada guiño en ocasiones son besos que le lanzamos a nuestros hijos porque realmente la base de una buena comunicación es el afecto y ese clima de seguridad que podemos ofrecerles.

¿Pero de qué manera podemos ayudarle a que exista este clima?

 En primer lugar, leer sus caras intentar mirar si hay algo que les preocupe que nos deseen decir o que necesitan.

La base de la comunicación es la estimación de que sepan y sientan que nos interesan: sus inquietudes, sus problemas del día a día para que puedan compartir sus emociones y así, ayudarlos a que se sientan acompañados mientras van resolviendo esos pequeños conflictos o dificultades cotidianas. Si encuentran en nosotros elementos de confianza convertiremos en un hábito la intercomunicación. También sería necesario actuar sin improvisaciones ofreciéndoles un clima de tranquilidad y de paz. Pero, sobre todo, desde la sinceridad y la discreción y esto requiere tiempo, educar es un ejercicio de convencimiento de que los adultos no tenemos la verdad absoluta y la vida es un aprendizaje continuo por parte de todos, donde se aprende diariamente.

Pero aprender escuchar es el ejercicio más difícil en el cual nos encontramos en el proceso comunicativo, ya que en infinidad de ocasiones la escucha activa ayudaría a una mejor fluidez de transmisión de ideas propuestas e incluso resolución de conflictos.

Al escuchar, estaríamos realizando un trabajo donde la observación ayudaría a realizar las preguntas oportunas en beneficio del conocimiento de nuestros hijos, y de esta manera seríamos más capaces de comprender sus propuestas.

En ocasiones, para que exista una buena comunicación hemos de preguntar de manera sencilla para que entiendan que lo que queremos es formar parte de ellos, ayudarlos no imponiéndoles por sistema nuestras opiniones y dado ese punto, no damos la posibilidad de que puedan expresarse de una manera abierta.

Hemos de hablar claro… Y que sea claramente identificable, solemos decir… pórtate bien… se bueno… pero realmente: ¿Qué deseamos decir…?  ¿Qué es exactamente ser bueno?

Seguramente sería más correcto si les habláramos de manera más concreta. Especificando los límites, seguramente nos entenderían mejor y podrán actuar en consecuencia, por citar un ejemplo: habla bajito, no chilles… ¡Eso sí hemos de predicar con el ejemplo! Así ayudaremos a aumentar el vínculo afectivo.

Si le damos la oportunidad de que hablen quizás nos sorprenderemos por el grado de comunicación, seguramente esa información completa nos ayudará a guiarlos en su crecimiento. Por tanto, es necesario, partiendo de la curiosidad, que contestemos siempre las preguntas que nos hagan de una manera clara y entendedora sin interrumpirles, esto puede comportar paciencia sobre todo porque hay etapas en que los niños preguntan y preguntan, y en ocasiones preguntan de una manera retórica.

Un margen de decisión puede ayudar a que se sientan parte del proceso, en ocasiones podemos dar la oportunidad limitada de decidir alguna modificación sobre las normas, ello puede contribuir a evitar resistencias, por ejemplo: ¿Te pones el chándal rojo hoy y mañana el azul? Esto puede darles un cierto control, pero en definitiva no dejan de hacer lo previsto.

Importante es la escucha activa, que ellos sean conscientes de que son escuchados mediante nuestro gesto mirada o afirmación de que estamos ahí a su lado, escuchando lo que quieren comunicar, y a la vez, es importante saber preguntar siempre de una manera positiva. Para asegurarnos que entiende lo que nosotros le decimos, o estamos entendiendo lo que ellos nos quieren comunicar, por supuesto hemos de dedicar ese tiempo sin mirar el reloj y dejando el móvil sobre la mesita de noche.  Puede ocurrir que nuestras opiniones o nuestras maneras de pensar no sean iguales que la de nuestros hijos o alumnos, pero no por eso, se merecen descalificaciones.

 

 

 

 

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