HABLANDO CON EL GATO CASIMIRO PAYÁ

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Casimiro es un gato de color blanco y negro de lo más corriente y, si se quiere, de lo más vulgar. Vive todo el año en un pequeño cobertizo  junto a la higuera que hay en mi jardín en una urbanización de la costa granadina. En esta urbanización hay muchos gatos de todos los pelajes, unos con dueño y otros, los más, ellos mismos dueños de la calle.

Mis vecinos, un matrimonio inglés, encantadores, le tienen un cariño especial a los gatos y todos los días le ponen comida a esos que no tienen dueño que ya suman ya entre 8 ó 10 que se han quedado fijos en el entorno de su casa y la calle que la han tomado  como verdaderos “okupas”.

Cuando mi vecina inglesa sale a ponerle la comida en varios recipientes, todos los gatos acuden  rápidos a su alrededor alzando el rabo y restregándose en sus piernas. Después vuelve para ponerles agua y mientras beben, de vez en cuando levantan la cabeza y la miran; supongo que es su manera de mostrarle su agradecimiento. Algunos más expresivos saltan delante de ella haciendo cabriolas. Y cuando sale de su casa siempre la despide un cortejo de gatos y otro tanto ocurre cuando regresa, pues los gatos salen a recibirle cincuenta  metros antes.

   Todo esto lo he venido observando durante el mes de agosto, pero había una excepción: un gato blanco y negro (luego resultaría ser Casimiro) que no iba a comer con los otros. Este gato lo observaba todo  desde el muro con la mirada triste y el estómago vacío. Se notaba que estaba mal nutrido por su delgadez y el poco brillo de su pelaje. Ante esta situación el marido de mi vecina tomó una escalera, la apoyó contra la pared y le puso un recipiente con comida en lo alto del muro que Casimiro devoró en un instante. Estas escenas se han venido repitiendo durante todo el año. Ahora el gato aparece gordo y con su pelo brillante, francamente lustroso. Pero en su carácter sigue igual, no ha cambiado en absoluto, sigue huraño, distante, desconfiado con las personas y con los de su especie, siempre está solo. He llegado a pensar que es AUTISTA, esa patología que en los humanos se caracteriza por la tendencia a separarse del mundo, de la realidad y dirigir el interés y atención al propio interior.

Los días que voy a la casa de la costa le pongo comida debajo de la higuera que ya la ha tomado como residencia fija pero jamás le he visto comer estando yo cerca, sólo cuando me alejo a gran distancia es cuando se pone a comer. Un día le puse boquerones fritos que despedían un fuerte olor y me planté a 6 ó 7 metros esperando verlo comer, pero no acudió hasta que me oculté en la casa y le observé desde una ventana. Entonces se acercó y los boquerones desaparecieron en un santiamén. En aquel momento me acerqué a la higuera con cierto cabreo y dirigiéndome a Casimiro que se había escondido detrás de unos matojos le dije: “Eres un desagradecido, un antipático, un mal educado, un malafollá…y algunas cosillas más del mismo estilo”.  Sin más, me senté en la tumbona a la sombra del pino y allí me quedé dormido… ¿dormido? No lo sabría a ciencia cierta si dormía, soñaba, imaginaba o era realidad. Vi al gato Casimiro plantado delante de mí, a un metro más o menos, con mirada inquisidora, y me habló con palabras muy claras:

Tu lenguaje es injurioso y como es costumbre en los humanos, condenáis por las apariencias y a veces sin ellas, os guiáis por impulsos, por emociones y cuando no por maldad. Censuras mi conducta sin conocer mi carácter ni mis circunstancias. (A propósito hubo un filósofo que sabía muy bien de estas cosas cuando escribió “yo soy yo y mi circunstancia”). Ciertamente soy un antipático, no congenio con cualquiera porque soy como soy, pero eso no debería impedir el que me trataran con respeto. Si el Creador me ha hecho así (con malafollá como tú dices) así moriré. Me tachas de  no mostrar agradecimiento cuando me dan de comer, es totalmente falso. Lo agradezco pero no sé expresarlo convincentemente.

         En cuanto a las circunstancias, son muchas y poderosas pero sólo te diré  algunas que creo  son esenciales. Fuimos 5 hermanos y todos murieron cuando mi madre se envenenó, por supuesto de manos de un humano. Yo sobreviví en unas circunstancias muy penosas y sin haber aprendido de mi madre lo suficiente para vivir en un mundo hostil. Salí adelante según me dictaba el instinto. Un gato en estas condiciones tiene que ser muy precavido…

Intervengo y le digo que comprendo su comportamiento con los humanos pero no con su especie, hasta el punto de quedarse sin comer. Casimiro continúa y me dice que tiene sus razones:

 Cuando era pequeño se acercó a comer con otros gatos y uno de ellos le dio un manotazo con la mala fortuna que le dejó ciego de un ojo, y esta minusvalía  lo pone en inferioridad de condiciones e igual que les ocurre a los humanos, los demás gatos le desprecian y no le dejan participar en nada y menos en las comidas, y a su manera se mofan de él, pues al mirar para algún sitio gira y dobla la cabeza de una forma extraña y eso ha ocasionado que los demás gatos le hayan puesto el apodo de “Casimiro Payá”, y por tanto soy objeto de todas las crueldades, hostilidades, desprecios y no me permiten comer.

         De nuevo intervengo y digo que no me extraña que los gatos tengan mala fama. Y sin darme cuenta me vino a la memoria ese refrán español que dice: “El peor de los males es tratar con los animales”. Pero Casimiro me contestó como si hubiera leído mi pensamiento:

 Pero los ingleses dicen  lo contrario:”cuanto más trato con los hombres más me gustan los perros”. En los perros están incluidos todos los animales. El “homo sapiens” es malo desde el primer momento, tienes el ejemplo en la Biblia: Caín. Desde entonces los humanos os habéis estado matando sin interrupción. Matáis por egoísmo, por odio, por envidia, por diversión, por miedo y, a veces, sin motivo alguno, simplemente   por vuestra agresividad. En el reino de los animales no existen estos vicios, estos pecados; incluso matáis invocando el nombre del Creador, Dios. El hombre siempre ha venido luchando contra sus semejantes, desde el principio.

         Los sociólogos, los historiadores y otras ciencias en sus estudios han llegado a la conclusión de que en los 4000  últimos años, de cada  15 años solamente uno ha estado libre  de ese terrible azote que es la guerra. Desde hace unos cuantos años nos informan de los conflictos que tenéis en cualquier parte del planeta. En este siglo que acaba de terminar, XX, las estadísticas arrojan un saldo de 200  millones de muertos en las continuas guerras, y muchas invocando incluso justificándolas en el nombre de Dios.

Los seres humanos os consideráis una especie animal superior y amos y dueños del mundo y de todo lo que en él hay, no obstante, lo estáis destruyendo, y en estos últimos tiempos a un ritmo tan acelerado que si no se le pone  freno en poco tiempo se habrá destruido.

Y no se puede olvidar que la misión más importante  que Dios encomendó al “homo sapiens” fue que conservaran la Tierra, y nos lo están siempre avisando por muchos medios pero no hacemos caso: “Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá hambre, epidemias y terremotos en diversos lugares; todo esto será el comienzo de los dolores”. Esto ya nos lo dijo hace 2000 años el apóstol San Mateo en su capítulo 24, versículos 7-8. El hombre dotado de inteligencia no aprende, se ha olvidado de Dios y ellos se han convertido en dioses. ¡Pobres hombres!  El Creador les mandó: “Conservar la Tierra y todo lo que en ella hay”. Y una orden tajante: “NO MATARÁS”. Sin embargo, todos sus esfuerzos, su dinero, su ciencia, su trabajo más intenso es desarrollar armas para matar y destruir la tierra.

Después de la 2ª Guerra Mundial surgieron dos superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética, ambos enemigos y dispuestos a demostrarse quién era  el más fuerte. El más fuerte sería el que acumulara mayor número de armas más mortíferas entre las que se encontraban las termonucleares y las químico-biológicas. Desde hace unos años China quiere ser también  la mayor superpotencia y para eso necesita las armas. Las más baratas y mortíferas son las químico-biológicas a través de  bacterias y virus. Así que cualquier político malvado, estúpido, orgulloso, soberbio o imprudente, cualquier terrorista o cualquier loco con una pequeña cantidad de estos cultivos biológicos o químicos puede matar a todo lo viviente de un país, de un continente o de toda la Tierra. El peligro  es inconmensurable bien por su empleo voluntario  o por un simple accidente…

 Iba a preguntarle cómo un gato sabe estas cosas y también por la situación actual de España, pero el bocinazo de un automóvil me sacó del trance, abrí los ojos y a un metro estaba el gato Casimiro con su ojo fijo en los míos. Al instante Casimiro se alejó hacia el refugio debajo de la higuera.

           Aunque en aquellos momentos mi mente estaba confusa vi con toda claridad cómo ondeaba una filacteria con estas palabras: “España vive en la mentira; los pueblos que viven en la mentira perecen. El hombre no podrá detener la primavera con todo su esplendor y explosión de vida, ni acallar los cantos de los pájaros, pero sí podrá destruir el mundo entero”.

          ROGELIO BUSTOS ALMENDROS

baena

Katena

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