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Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

La fascitis plantar es la inflamación del tejido fibroso (fascia plantar) que está situado debajo de la piel de la parte inferior del pie. Esta fascia es un tejido fuerte que se origina en el hueso del talón (denominado hueso calcáneo) y, desde allí, se dirige hacia adelante, exactamente hacia la base de los dedos (la llamada zona de los metatarsianos). Este tejido soporta, pues, el arco del pie. Así, si imaginamos el pie como un arco, la fascia sería la cuerda que mantiene su forma en la base. Cuando este tejido sufre y se inflama de forma reiterada surge este cuadro doloroso, que es invalidante y el cual se puede cronificar.

            ¿Qué síntomas son los que ocasiona? El síntoma primario es el dolor localizado específicamente en la zona de carga de peso del talón. Lo más característico es que el dolor sea más severo con los primeros pasos, al levantarse de la cama. Y, a medida que la persona afectada se levante y se mueva, el dolor normalmente disminuirá de forma progresiva. Si se está mucho tiempo de pie o sentado, también es típico que reaparezca. Rara vez la inflamación es visible desde fuera, no apreciándose enrojecimiento ni otros cambios en la piel. El dolor suele empeorar al final del día. Y es posible que aumente con la flexión dorsal de los dedos del pie (movimiento de los pies hacia arriba), ya que la fascia se estira y tiene que trabajar más. También es habitual que, al palpar y presionar el área lesionada, aumente el dolor. Pueden aparecer parestesias (sensación de hormigueo u otras formas de alteración de la sensibilidad). Y, en general, ocurre de forma unilateral, afectando a un solo pie. Aunque, en ocasiones, puede darse en ambos. Se puede apreciar una limitación en la flexibilidad del tendón de Aquiles. Y no duele por la noche.

Imagen Artículo Fascitis Plantar

            ¿Cuáles son los factores que predisponen a padecer fascitis plantar? 1. Es más frecuente en personas que tienen de 40 a 60 años. Aunque, cada vez, se presenta a edades más tempranas. Asimismo, hay una mayor incidencia en mujeres. 2. Deportistas o trabajadores que permanecen mucho tiempo de pie. 3. Obesidad: el exceso de peso ejerce una presión adicional sobre la fascia plantar. 4. Embarazo: debido al exceso de peso y a factores hormonales. 5. Calzado inadecuado: los zapatos de tacón acortarán el tendón de Aquiles (tendón grueso y fuerte que une el talón con la pantorrilla), lo que desencadenará un mayor estrés sobre la fascia plantar. En el caso de las chanclas, los pies no tendrán suficiente apoyo, lo cual puede derivar en una pronación excesiva. Con el calzado viejo sucede lo mismo que con las chanclas. La pronación ocasiona un estiramiento desmesurado y continuo de la fascia plantar. 6. Entrenamiento físico inadecuado: por un incremento no progresivo de la intensidad y dosis o por un déficit de la flexibilidad y fuerza de los músculos. 7. Pies planos, pies cavos (arco pronunciado) o un patrón de la marcha anormal: afectan a la forma en la que los pies soportan el peso. 8. Espolón calcáneo y limitación de la extensión de la articulación del primer dedo (movimiento del dedo gordo del pie hacia arriba). 9. Disminución de la dorsiflexión del tobillo (puntera hacia arriba): la marcha normal requiere un mínimo de 10 grados de dorsiflexión. Si no, el pie compensa con una pronación excesiva y el consecuente aumento de la tensión de la fascia plantar. 10. La pronación excesiva del pie causa un estrés continuo de la fascia y, por tanto, dolor. 11. Continuo acortamiento de los músculos de la planta del pie: lo cual sucede, por ejemplo, al conducir durante largos periodos de tiempo. 12. Finalmente, en ocasiones, se relaciona con diferentes enfermedades que cursan con artritis (inflamación de las articulaciones): artritis reumatoide, enfermedad de Reiter y espondilitis anquilosante.

¿Cómo se diagnostica la fascitis plantar? En primer lugar, con la exploración y con los síntomas que nos refiera la persona afectada. Si con esto no es suficiente, se puede recurrir a distintas pruebas de imagen, tales como la ecografía, la radiografía lateral del pie o la resonancia.

La fascitis plantar se ha de tratar lo antes posible para evitar que se cronifique. De este modo, conseguiremos reducir el tiempo con dolor, que sin tratamiento se encuentra entre 3 y 6 meses de media, pasando a más de 1 año en cerca del 10% de los casos. Pero, ¿cómo se trata? 1. Ortesis (plantillas) o cuña de silicona: disminuye la tensión de la fascia al acortar el arco que dibuja el pie. Esto lo consigue al levantar el talón. Puede ser introducida en cualquier par de zapatos. 2. Calzado: preferentemente con tacón blando y amplio, y con la suela relativamente rígida. Se recomienda calzado deportivo. 3. Fisioterapia: el objetivo inicial de la terapia física es disminuir la inflamación. Posteriormente, se potenciarán los pequeños músculos del pie para que presten soporte a la fascia plantar debilitada. 4. Automasaje: para favorecer una mayor elasticidad de la fascia. 5. Estiramientos: de toda la cadena muscular posterior de la pierna, así como de la propia fascia plantar. 6. Masaje con hielo: se puede llenar una pequeña botella de plástico con agua y congelarla. A continuación, hacer rodar el talón y el arco del pie sobre la botella durante unos 10 minutos, tres o cuatro veces al día. Esto proporcionará tanto masaje como estiramiento y frío.

Si todo lo anterior no es suficiente para resolver el cuadro de fascitis plantar, se puede recurrir a técnicas de tratamiento más invasivas. En primer lugar, al empleo de fármacos antiinflamatorios. Y, en el caso de que el dolor persistiera, otras opciones serían: infiltraciones con corticosteroides, ondas de choque, terapias biológicas y, finalmente, tratamiento quirúrgico.

Antes de finalizar, expondré una serie de medidas o recomendaciones que pueden resultar útiles a la hora de favorecer la resolución de la fascitis: 1. Mantén un peso saludable: el sobrepeso lo complica prácticamente todo. 2. Escoge zapatos con buen apoyo: compra zapatos con tacones de bajos a moderados y con suelas gruesas. Usa una buena plantilla ortopédica, además de una amortiguación adicional. 3. No camines descalzo. 4. No emplees zapatos deportivos desgastados: reemplaza tus viejos zapatos antes de que estos dejen de proporcionar el soporte y la amortiguación idónea a tus pies. 5. Cambia de deporte: prueba con un deporte que suponga un bajo impacto para tus pies, como nadar o ir en bicicleta. Caminar o trotar puede ser perjudicial si sufres de fascitis plantar. 6. Aplica hielo sobre la zona de dolor. También puedes emplear la botella de agua congelada ya referida anteriormente. 7. Estira los arcos plantares: realiza ejercicios sencillos en casa que favorezcan el estiramiento de la fascia, del tendón de Aquiles y de los músculos de la pantorrilla. 8. Usa un calzado cómodo y mullido, que contenga una ligera cuña en el talón. Procura que los zapatos que elijas no sean planos del todo y, evidentemente, que el tacón no sobrepase los 4 centímetros de altura (ya que esto, como hemos dicho, acortaría nuestro tendón de Aquiles). Unos zapatos, botas o botines con una suela plana y una cuña interior de 3 o 4 centímetros pueden ser una buena opción. El calzado deportivo, también. Sin duda, tus pies te lo agradecerán. Evita padecer de fascitis plantar. Y, si ya la sufres, trátala cuanto antes.

MRW

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