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Si hay algo que no entienda en una persona es que cultive en su corazón la planta consuntiva de la envidia, pues de este estado, de este pozo negro se puede salir. Aquel que permanezca en él lo que conseguirá será bloquear con el tiempo su poder creativo, si es que lo tiene, generar cada vez más enemistades, rencores, distanciamientos…, ya que quien cultiva esta negatividad lo único que hace es daño a la persona envidiada.

La envidia es un sentimiento autodestructivo bastante común del que se habla y se escribe poco, pero que lo manifiesta crípticamente el envidioso durante toda su vida. Del envidioso pueden surgir las mayores aberraciones, traiciones, engaños…, dirigidos al individuo que por él es envidiado.

Por culpa de la envidia el envidioso se aleja del envidiado. No quiere verlo y menos aún hablar con él o saber de él. Por envidia se agrede psíquica o físicamente a una persona al no soportar el envidioso que el envidiado viva mejor, o sea mejor político, o escritor, o pintor… que él.

La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social. Si el niño se siente amenazado en su terreno o en lo que más quiere, brota en él un sentimiento de vacío. Será entonces cuando deseará a toda costa conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer. Esto se manifiesta con pataletas, rabietas, llantinas… Es sumamente necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñándole a dar, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas. Así, pues, aprenderá de esta forma a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, es decir, lo enseñaremos a vivir.

Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, y nadie de su entorno le ha calmado esa ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío. De ese modo, cuando sea adulto lo corroerá la envidia, contaminando su rencor a su propia pareja, a amigos, a conocidos…

Si cualquier persona sufre las acciones, los silencios, las críticas de una persona envidiosa, lo que debe hacer es no manifestar nada al respecto ni en privado ni en público. Lo que sí es importante para ella es descubrir la envidia de esa persona a tiempo. Así se evitará muchísimos problemas.

Es difícil descubrir al envidioso, pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática. En otras ocasiones se camufla en conductas de excesivo respeto o excesiva admiración. También puede suceder que se distancie de la persona a la que envidia, evitando cualquier contacto con ella. Es evidente, que el envidioso disfrute y se alegre de los fracasos ajenos y que sufra con los éxitos de amigos, o conocidos, o desconocidos.

Carlos Benítez Villodres

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