ENTREVISTA AL ESCRITOR Y MÚSICO RAFAEL ORTEGA BASAGOITI

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Queridos lectores del Granada Costa, para esta ocasión tengo el placer de traeros al articulista, entrevistador, crítico de conciertos, discos y columnista, etc… Rafael Ortega Basagoiti (Madrid, 1957).

                Nuestro entrevistado comenzó su formación musical como miembro de la Escolanía de Ntra. Sra. del Recuerdo de Madrid, dirigida por César Sánchez. Con este coro actuó bajo la dirección de conocidos directores como Rafael Brühbeck de Burgos con La Pasión según San Mateo de J. S. Bach y Cristobal Halffter. Posteriormente se formó en piano y armonía en el Conservatorio Superior de Madrid, al tiempo que se licenciaba en Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo también el Diploma en Medicina Farmacéutica. Desde 1995 es Fellow de la Faculty of Pharmaceutical Medicine en el Royal College of Physicians, UK.

                Dentro de su actividad como escritor y músico, diremos que es colaborador habitual de la revista Scherzo desde 1986, en la que ha contribuido con artículos, entrevistas y críticas de conciertos y discos, además de firmar entre 1987 y 2004 una columna de humor musical que llevaba por título “El Disparate Musical”. En la actualidad escribe en esta publicación una sección permanente bajo el título <<Con puntillo>>. Ha colaborado también con Radio Nacional de España (serie sobre Arthur Rubinstein, 1991), La Orquesta Nacional de España, La Orquesta Ciudad de Granada, La Orquesta Sinfónica de Galicia, Ibermúsica, varios ciclos musicales de la Fundación Caja de Madrid, Semana de Música Religiosa de Cuenca, la Expo 92, Festivales Mozart de Madrid y la Coruña, Ciclos de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo, Círculo de Bellas Artes y Festival de Granada, entre otros. Es autor de una breve biografía de Chopin (Alianza Cien, 1984) así como de una Guía de música para piano (Acento Editorial, 1998). Desde el año 2000 práctica también el clave y recientemente ha iniciado estudios de órgano.  Entre sus actividades podemos incluir la de impartir regularmente seminarios de divulgación musical en la Universidad Popular Carmen de Michelena (Tres Cantos) y ser gestor del blog www.enfumayor.com

                Sin más preámbulos daremos comienzo a la presente entrevista con Rafael Ortega Basagoiti para que nos cuente alguna cosa más sobre su vida y obra, donde mezcla la música y las letras dentro del pentagrama de su vida.

                -Mi primera pregunta como ya es tradición, ¿en qué momento de tu vida y cómo, te surgió el amor por la música y las letras, dado que ambas forman parte de tu existencia diaria?

                 -La música siempre estuvo presente en casa, y en eso yo seguí muy de cerca la estela de mi hermano Luis, que me precedió en la Escolanía. La Escolanía del Recuerdo tenía en aquel momento un enorme prestigio de la mano de César Sánchez, y yo me vi de repente inmerso en unas experiencias irrepetibles para un chaval: cantar en Roma ante el Papa, cantar en el Real con Frühbeck, grabar con Halffter… Pero siempre digo que a mi me cambió la vida la experiencia de cantar la Pasión según san Mateo. Algo muy grande se removió y en ese momento decidí que quería estudiar música. Luego, las cosas no siguieron exactamente el curso que yo hubiera deseado, pero al menos pude continuar ligado a ella.

                -Viendo tu currículum, te has licenciado en Medicina y tienes un Diploma en Medicina Farmacéutica. ¿Estos estudios fueron cosa tuya y la ejerces de algún modo, o fue algo inculcado por tus padres, por si tus pasiones musicales y literarias no te llevaban a buen puerto?

                 -Esto conecta un poco con lo anterior. Al abandonar (por obligación, el cambio de voz no perdona) la Escolanía, expresé mis deseos de estudiar un instrumento. Pero era consciente también de que el entorno (hablamos de la España de los 60, dejémoslo ahí) noera el más favorable a las inclinaciones artísticas. Claramente había que dar preferencia a una carrera universitaria. Ese era el mensaje que “te llegaba”, y con mucha contundencia, ya me entiendes. Y puestos a elegir una, me decanté por una que, al menos, me gustaba, la Medicina. No obstante, el gusanillo persistía, y empecé, ya bien avanzada la carrera, a estudiar piano y demás, y me examinaba por libre en el Conservatorio. Mi sueño, cada vez más claro, era hacer dirección de orquesta. Pero los estudios de dirección requieren una dedicación completa. Estuve a punto de abandonar la carrera de medicina, pero la oposición, digamos, interna, fue muy fuerte y era evidente que sin apoyo yo no podría llevar a cabo tales estudios en un tiempo razonable. Así que desistí y me conformé con seguir con el piano. Era ya tarde para buscar una orientación como músico profesional. Así que, a partir de entonces, la Medicina (y en concreto el mundo de los medicamentos y su investigación) se convirtió en mi forma de vida, sin abandonar nunca la música, primero solo tocando el piano, y muy poco después también escribiendo sobre ella.

                -Tus inicios formativos en la música, fueron perteneciendo a un coro. Qué tipo de tono vocal posees y qué recuerdos guardas de aquellos tiempos, donde os dirigieron algunos directores conocidos.

                -Yo era contralto de chaval, así que las pasé canutas para cantar los dos números de la Pasión según san Mateo que están escritas para soprano. Pero el empeño valía la pena y al final pude hacerlo. Luego ya de adulto acabé siendo barítono, incluso tuve proposiciones para entrar en el Orfeón de Castilla a raíz de uno de mis exámenes en el Conservatorio, pero para entonces estaba a fondo con el piano y ya no tenía tiempo para más. Los recuerdos… impagables, la verdad. El mayor, el que me ha acompañado siempre, el que ya he citado de La Pasión según san Mateo. Verte allí, rodeado de la Nacional, el Orfeón Donostiarra, Frühbeck, solistas de lujo… eso no hay dinero que lo pague. Y luego Roma, cantar en San Pedro (lo recuerdo bien, muchas escolanías inundando la Plaza de San Pedro con el último coral de la Pasión según san Juan), ante el Papa. Grabaciones de discos, de Televisión… fueron unos años inolvidables. Respecto a los maestros, Frühbeck apenas ensayó con nosotros una vez, con Montserrat Torrent al órgano. No hizo falta más. Era un maestro de gesto clarísimo, imposible no entender lo que indicaba. Halffter era muy simpático, al menos con nosotros, los chavales. Su obra nos resultaba de una estética extraña, no estábamos habituados a ese lenguaje. Pero en la grabación del disco con una obra suya que no recuerdo bien (era una obra corta) fue muy simpático, incluso ofrecía recompensa a quien reconociera que había metido la pata. Un personaje con un gran carisma, qué duda cabe. Y luego, por supuesto, César Sánchez. Solo después de pasados años, ya de adulto, te das cuenta de la inmensa labor que aquel hombre desarrolló en la Escolanía. No creo que haya habido en España muchos directores de coro de voces blancas como él. Nos preparaba de manera extraordinaria. Guardo un recuerdo entrañable de él.

                -Has estudiado piano y armonía, y también estás practicando y estudiando clave y órgano. ¿Qué es lo que te ha llamado especialmente del teclado para amarlo tanto, y desear conocer sus diferentes tipos de instrumentos?

                 -Si te digo la verdad, mi aterrizaje en el teclado fue, de entrada, casual. Yo quería estudiar violín. Pero mi padre, que bastante tenía el pobre con sacar adelante una familia de seis hijos, dijo que había un piano en casa (vetusto, lo había comprado de segunda mano a mi abuela, a quien yo no conocí, y que según las crónicas, era una excelente pianista) y que no pensaba comprar un violín para que yo lo colgara a las primeras de cambio (como ves, no confiaba mucho en mi constancia musical). Así que a ello me fui, a aprender en una antigua pianola (porque eso era, de la Cable Company of Chicago), cuya mecánica (como pianola) había quedado décadas atrás inservible. El resto fue producto de mi querencia hacia todo lo relacionado con el barroco y, más concretamente, con la música de Bach, que para mí es la Biblia. Me gusta mucha música, desde el medievo hasta nuestros días, pero si he de quedarme con uno, ese será Bach, siempre. Y aunque lo tocaba a gusto en el piano, cuando empecé a escuchar a los grandes clavecinistas que venían a los Cursos de Música Barroca de El Escorial en los ochenta (Leonhardt, Curtis, Koopman, Van Asperen…) descubrí un mundo diferente. Y así, cuando pude, me hice con un clave construido en Holanda y empecé a practicar. Me pareció (y me sigue pareciendo) maravilloso. Disfruto con él muchísimo. El órgano tiene, en parte, el mismo origen: Bach. Nunca me había decidido porque no tenía modo de estudiarlo en casa y tampoco tenía tiempo. Al finalizar mi etapa en la medicina y descubrir un pequeño instrumento electrónico (con pedalera) que me permitía practicar en casa, me lancé a ello y, aunque a veces me digo a mi mismo que estoy loco por emprender esto a estas alturas, la verdad es que estoy disfrutando muchísimo, aunque es muy demandante, incluso físicamente. Es agotador, pero en fin, mientras el cuerpo aguante, ahí estaremos.

                -Eres colaborador habitual de esa revista de música clásica tan popular entre los melómanos, como es Scherzo. Donde también colabora nuestro amigo común Martín Llade. ¿Cómo te surgió la oportunidad de colaborar con ellos?

                -Como tantas otras cosas, fue una casualidad. Yo conocía, por el factor común de la melomanía, al que desde la fundación de Scherzo era el redactor jefe, Enrique Martínez Miura. Él me llamó en una ocasión, cuando la revista llevaba apenas un año de vida, y me preguntó si podría hacer la reseña de un concierto de la Sinfónica de RTVE el siguiente fin de semana. Le dije que sí, les gustó, y me ficharon como colaborador. Y, con un pequeño lapso de pocos años (2012-16), ahí seguimos.

                -Para Scherzo has contribuido con artículos, entrevistas, críticas de conciertos y discos, además de la columna de humor musical “El Disparate Musical” y recientemente publicas una sección permanente <<Con puntillo>>. De todas ellas, ¿qué nos puedes contar?, habrás entrevistado a grandes personalidades, y cómo es ser un crítico sin ser odiado, para luego alcanzar el tono humorístico con el que se te perdona cualquier pecado.

-Artículos he escrito algunos, aunque más en épocas recientes que en las previas. En las previas no me encargaban muchos artículos, más críticas de discos o conciertos y entrevistas, sobre todo en la época de Antonio Moral, y ahora en la de Juan Lucas. El Disparate nació también por casualidad. Una vez escribí una columna de humor, les gustó y dijeron: “queremos una todos los meses”. Y ahí nació. En abril de 1987. Se hizo muy popular. Algunas encuestas entre los lectores decían que era de las cosas más leídas. Pero como suele pasar, también hubo quien se oponía, quien decía que eso era incompatible con una revista seria, etc. Supongo que hubo también sus celos y esas cosas. Antonio defendió su existencia mientras estuvo. Después de la marcha de Antonio al Real fue poco a poco siendo arrinconada hasta que la eliminó en enero de 2004. Pero vamos, fueron muchos años de una labor muy entretenida y muy bien aceptada por el público. Después, con la llegada de Juan Lucas, reanudé una colaboración con Scherzo que había quedado interrumpida en 2012, y con su apoyo ideé esa sección “Con puntillo”. En cuanto a las entrevistas, sí, he conocido a grandes personalidades: Badura-Skoda, Tureck, Marriner, Coin, Bychkov, Nagano, Conlon, Lisiecki, Blechacz… Y me cabe el orgullo de haber recibido elogios de muchas de ellas, elogios que tranquilamente podían haber evitado. Bychkov, por ejemplo, me escribió para decirme que la entrevista que le hice era la más interesante que le habían hecho en años. Y Conlon también me preguntó por mi formación, porque decía que no era tan habitual hablar con alguien que supiera de la materia. En cuanto a lo de ser un crítico sin ser odiado… bueno, yo estoy seguro de que alguno me odiará. De hecho, alguno ya lo hace a partir de mis críticas (y no me refiero a los artistas, sino a terceros). Yo, de todas maneras, tengo algunas ideas muy claras, entre otras cosas porque, aunque muy poco, se lo que es subirse a un escenario y enfrentarse a un público, sé los nervios, el miedo escénico… En fin, que hay que echarle un par. Así que yo, de entrada, por los artistas, máximo respeto. Y, por tanto, cuando señalo algo que no me ha gustado o que no ha estado acertado, intento hacerlo con el mayor respeto y evitando cualquier cosa que pueda interpretarse como una ofensa o agresión gratuita. Creo que las cosas se pueden decir o insinuar para el lector inteligente sin necesidad de un lenguaje agresivo. Pero soy consciente de que no todo el mundo piensa así. Allá cada cual. Yo prefiero reservar la contundencia para quien no tiene vergüenza o principios, que los hay. A esos les atizo con todo lo que tengo al alcance, lo reconozco.

                -A lo largo de tu trayectoria has colaborado con Radio Nacional de España, con una serie sobre el gran Arthur Rubinstein. ¿Cómo fue aquélla experiencia y qué llegaste a aprender sobre dicho Maestro?

                -La radio fue otra casualidad. Yo había perdido en aquel momento mi empleo y por añadidura me había roto la rodilla y estaba en paro y sin posibilidad de moverme. Una situación muy desesperante. Me llamó Arturo Reverter, que entonces era director de Radio 2, y me propuso hacer la serie. Me encantó la idea y me puse a ello. Te das cuenta de que es un trabajo duro, porque calcular que el guion más la música dure exactamente lo que tiene que durar (dos horas por programa) no es nada fácil. Y yo además no podía ir a grabar, estaba en casa con la pierna inmovilizada. Así que fue una aventura interesante pero también estresante. Por aquella época el manejo del archivo sonoro de RNE era bastante complejo y precario, además. Pero Rubinstein es un artista tan fascinante, tan lleno de anécdotas, tan vital, tan humano, que pese al “estrés”, lo pasé bien. Y sí, aprendí a degustar a Rubinstein más aún de lo que ya le apreciaba. Un pianista memorable, un músico de una elegancia excepcional, y un ser humano de una riqueza y una vitalidad contagiosas.

                -Has escrito algunos libros, entre ellos una biografía sobre Frederick Chopin, uno de los más grandes compositores para piano de la historia. ¿Qué sentiste al hacer dicha biografía? ¿Tienes en proyecto algún nuevo libro que vea la luz?

                -He escrito un par de libros pequeños, sí (mientras estás en activo en algo tan absorbente como los medicamentos no hay mucho tiempo para cosas más extensas). Del de Chopin (y de la guía de la Música para piano también) lo que más recuerdo es el tremendo esfuerzo de síntesis que tuve que realizar para condensar el contenido en apenas ochenta y pocas páginas (de un librito de tamaño minúsculo), que era la extensión permitida, pero lo disfruté y lo viví con ilusión. Desde aquel libro han pasado 38 años, así que ya ha llovido. Hay otro libro que está a punto de salir, que he escrito en colaboración con un buen amigo y compañero de Scherzo, Enrique Pérez Adrián. Este es un texto mucho más extenso, que intenta trazar un recorrido por la dirección de orquesta y sus principales nombres desde Mahler a nuestros días, aunque, naturalmente, hay un capítulo previo destinado a la historia anterior. El libro saldrá en noviembre, editado por Fórcola. Contiene algunos ingredientes novedosos que espero interesen a los lectores.

                – También has colaborado con algunas Orquestas, entre ellas la Nacional de España, y has participado en Ciclos Musicales o Festivales. ¿Cómo es compaginar las letras, que generalmente lo hacemos en soledad, con la de músico rodeado de otros miembros, aprenderse una partitura para posteriormente interpretarla correctamente?

                 -Aclaro que mi colaboración con orquestas y entidades se ha limitado a escribir para ellos notas a programas. Las veces (pocas) que me he subido a un escenario ha sido en el ámbito aficionado. Pero creo que la faceta “literaria” no es solo algo perfectamente compatible, sino también deseable, con que puedas ser un músico práctico en el ámbito privado. Quizá es por mi “otra” vocación, la de científico investigador, pero yo siempre he pensado, ya desde que era estudiante, que había que penetrar “detrás” de las notas. Nunca he entendido, ni me ha interesado, el aprendizaje de las notas como tal. En mi época de estudiante, me sorprendía ver el escaso interés que muchos estudiantes tenían por bucear en la partitura, en la personalidad del compositor, en el contexto en que estaba escrita la obra. Para mí eso es vital. No entiendo ponerme ante una partitura sin intentar penetrar en lo que hay detrás. ¡Es detrás donde está la esencia! Y de ahí a, como tú dices, “las letras”, no hay más que un paso. A mi me encanta la parte práctica de tocar, sentir que eres capaz de construir una interpretación, de generar algo a partir una partitura que es algo inerte, algo que sólo cobra vida cuando alguien genera el sonido a partir de ella (¡y el silencio también! Franz Joseph Haydn sabía un montón de eso). Pero también me encanta escribir sobre ella, intentar describirla, acercarla al oyente. Y cuando lo logro, sea en las reseñas, en las notas a los programas, en los libros, en las entrevistas o en los seminarios de divulgación que de vez en cuando imparto, es una inmensa satisfacción. Por eso digo que lo de “las letras” y la interpretación es una combinación que no sólo veo factible, sino verdaderamente deseable.

                -A lo largo de la historia de la música, se han dado momentos que han formado parte de la leyenda y de la grandeza de los diferentes compositores, músicos y sus obras. De todos esos instantes memorables e irrepetibles, ¿a cuál de ellos te hubiera gustado haber asistido para vivirlo en primera persona?

                -¡Madre mía! Esta probablemente es la pregunta más difícil de todas. Es difícil decantarse por uno. Pero creo que, habiendo leído antes mi respuesta respecto a Bach y lo que significó para mí La Pasión según san Mateo… creo que me hubiera fascinado estar al lado de Bach mientras la escribía, ver sus reacciones. Muchas veces examino el manuscrito, en sí mismo una obra de arte perfecta, y me pregunto qué emociones sentiría al conseguir algo de una belleza tan inalcanzable, ir escribiéndola con ese cuidado exquisito, con el texto del Evangelista escrito con tinta roja… tuvo que ser algo muy especial. Pero hay otros momentos, claro, que también tuvieron que serlo: Mozart y su Requiem, Schubert y su Viaje de Invierno, Mahler y su Sexta sinfonía… La lista sería interminable.

-¿Qué se pueden encontrar los lectores que accedan al blog www.enfumayor.com del que eres su gestor?

                -En realidad, además de gestor, soy el único autor. Encontrarán un poco de todo. Lo creé en 2018, como una tribuna no sujeta a nada: ni a publicidad, ni a líneas editoriales de terceros. Es decir, sin condicionante alguno. Allí publico algunas cosas que no tienen cabida, por diferentes razones, en Scherzo. Bien porque en Scherzo las hacen otros (mucha reseña de ópera, por ejemplo) o bien porque se tratan temas que no tienen cabida en Scherzo por diferentes motivos. También porque de vez en cuando (como en alguno de mis últimos artículos) se tratan temas más generales, que no necesariamente tienen que ver con la música. En todo caso, los lectores del blog, que es de libre acceso y de suscripción gratuita (la suscripción solo sirve para que cuando se cuelga un artículo nuevo, el suscriptor reciba un correo que le alerta del mismo), pueden tener la seguridad de que encontrarán artículos escritos con rigor, pero también con humor. Hay críticas de conciertos y óperas, artículos sobre temas generales, revisiones de obras (la Sonata op. 110 de Beethoven, por ejemplo) o de tipos de obras (recuerdo un artículo sobre diferentes formas de afrontar el Requiem, que incluía distintos enlaces a videos de Youtube de varios Requiems distintos, diversas formas de plantear una música para una misa de difuntos)… es algo muy variado y pretendo que siga así.

                -Para concluir, ¿existe alguna pregunta que te hubiera gustado responder y no has tenido la oportunidad de hacerlo?

-Realmente no se me ocurre. Creo que has planteado una entrevista muy completa y ha sido un placer colaborar con ella. Además, quedan las preguntas tipo test, ¡que no son sencillas!

                Sin más, quiero agradecerte Rafael Ortega Basagoiti, el tiempo que me has dispensado para esta entrevista que verá la luz en el Granada Costa. Solamente me queda pedirte como último esfuerzo,  que tengas a bien el responder a una serie de preguntas tipo test, con las que nos ayudarás a conocer tus gustos y preferencias, en lo personal y lo artístico.

                ¡Muchas gracias, Rafael!

                PREGUNTAS TIPO TEST:

                ¿Un personaje histórico?            Marco Aurelio Antonino.

                ¿Una época?                                     El barroco.

                ¿Un pintor?                                       Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

                ¿Un escultor?                                   Miguel Ángel Buonarroti.

                ¿Un escritor?                                    Miguel Delibes.

                ¿Un poeta?                                       Antonio Machado.

                ¿Un libro?                                          Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.

                ¿Una película?                                Casablanca.

                ¿Un director de cine, teatro o televisión? Clint Eastwood.

                ¿Un actor?                                         Jack Lemmon.

                ¿Una actriz?                                      Audrey Hepburn.

                ¿Un compositor?                            Johann Sebastian Bach.

                ¿Un cantante?                                 Alfredo Kraus.

¿Un músico?                                     ¡Eso engloba demasiadas cosas! Pero diría que                 Nikolaus Harnoncourt.

                ¿Una flor?                                          El tulipán.

                ¿Un animal?                                     El perro.

                ¿Una estación del año?                La primavera.

                ¿Un lugar donde residir?             Madrid.

                ¿Un lugar que te gustaría visitar antes de morir?            Leipzig.

                ¿Un color?                                         El Azul.

Entrevista por Ricardo Campos Urbaneja

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