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Escuchar de verdad es algo que solo muy pocos hombres pueden hacer.

BYUNG-CHUL HAN

La actual crisis temporal no es la aceleración, sino la totalización del tiempo del yo.

BYUNG-CHUL HAN

 

Siempre es un alivio leer a Byung-Chul Han en medio de nuestro mundo hiperconsumista, conectado y neoliberal, ayudándonos a despejar nieblas ideológicas para dar que pensar. Dedica todo su pensamiento al momento presente, toda su filosofía crítica a la fase más reciente del capitalismo. Siempre en pequeñas dosis, pocas páginas en cada obra, pero cargadas de profundidad y de sentido, con un leguaje accesible y unas fáciles descripciones, pudiendo dialogar con lectores muy heterogéneos.

En cada paréntesis que me permite el trabajo, encuentro muchas razones para leer a Byung-Chul Han, una mirada crítica y emancipadora ante “la mutación antropológica” que se está produciendo ante nuestros ojos. Una mirada a un mundo que ha cometido el crimen perfecto haciendo de cada sujeto esclavo de sus propias decisiones.  En esta sociedad del cansancio, somos el hombre que sólo trabaja, un individuo indefenso, desprotegido frente al exceso de positividad, porque ya no tiene ninguna soberanía. Es un animal laborans que se explota a sí mismo, sin coacción externa, es un individuo depresivo por ese exceso de positividad.

En su obra “La expulsión de lo distinto”, el pensador afirma que en este mundo impera el terror de lo igual que alcanza a todos los ámbitos vitales. Quiere penetrar de forma profunda en uno de los aspectos básicos que constituyen el narcisismo. Uno acumula amigos, pero sin producirse realmente un verdadero encuentro, la política del neoliberalismo elimina el tiempo del otro, que por sí mismo sería un tiempo improductivo. La totalización del tiempo del yo viene acompañada de la totalización de la producción, que hoy abarca todos los ámbitos vitales y conduce a una explotación total del hombre.

Los tiempos en los que existía el otro se han ido, son las palabras con las que comienza su libro, parte de la pérdida de la alteridad en nuestro tiempo. En nuestras sociedades hiperconsumistas, estamos conectados a las cosas y no tanto a las personas. Estamos perdiendo la capacidad de escuchar a los otros, de atender a su lenguaje y a su sufrimiento. Cada uno nos quedamos a solas con nuestros sufrimientos y con nuestros miedos.

Una de las estrategias de dominio de nuestro mundo es privatizar el sufrimiento y el miedo, impidiendo su socialización, su politización. El espacio político es aquel que yo me encuentro con los otros, hablo con otros y los escucho. Las grandes redes sociales y la interconexión digital, aceleran ese proceso de privatización, ya que son una caja de resonancia del yo aislado. El poder no necesita usar la violencia, no teme la libertad, la revolución digital ha hipertrofiado el ego del individuo, creando una libertad paradójica. En nuestras sociedades del vacío y postmodernas ha desaparecido la otredad, y aparece una nueva patología de lo idéntico dónde no se conjuga la extrañeza.

En este mundo de lo igual que imponen las redes sociales, se reprime el silencio y la soledad que se necesita para reflexionar y para poder pensar. Sin silencio el lenguaje se convierte en ruido y hace imposible estar a la escucha. Eso hace imposible la producción intelectual, la producción literaria y poética, ya que se ha expulsado lo distinto. La voz silenciosa del otro, zozobra en el ruido de lo igual. El poema, como recordaba Paul Celam, solo acontece en el encuentro con el otro, en lo misterioso del encuentro, en la presencia y projimidad del otro.

La sociedad neoliberal se sostiene sobre una fuerte sensación de miedo ante lo otro, ya sea el futuro incierto o el otro. Ante ambos miedos responden nacionalismos y terrorismos, muchos acontecimientos recientes hacen evidente eliminar al otro y lo distinto: desde el rechazo de los refugiados a las nuevas formas de xenofobia, desde el auge de los nacionalismos excluyentes al terrorismo internacional.

Byung-Chul Han, no solo propone cambios en una sociedad excluyente y egoísta, también cambios individuales, de la persona, del ciudadano. Nos propone una ética de la escucha que no es un acto pasivo, es afirmar al otro en su alteridad. Escuchar es un prestar, un dar, un don. Es la escucha lo que invita al otro a hablar, brinda hospitalidad, liberándolo para su alteridad.

La escucha también tiene una dimensión política. Es una acción, una participación activa en la existencia de otros, y también en sus sufrimientos. Hoy oímos muchas cosas, pero perdemos cada vez más la capacidad de escuchar a otros y de atender a su lenguaje y a su sufrimiento. La sociedad del cansancio es sorda, es necesario hacer amanecer la sociedad de los oyentes y de la escucha. Se necesita un nuevo tiempo, descubrir el tiempo del otro, frente a la totalización del tiempo del yo. El tiempo del otro no nos aísla, no nos limita solo a lo productivo, nos remite al lenguaje del silencio, del tiempo de la fiesta y de la atención a todo lo pequeño que nos llene de asombro. Estamos ante un libro ligero y profundo, recomendable no solo para especialistas, pero, sobre todo, para lo que siguen de cerca el pensamiento de Byung-Chul Han.

Juan Antonio Mateos Pérez

0 thoughts on “El tiempo del yo

  1. Enhorabuena Juan Antonio, por el articulo. A mi también me desanimalizan las lecturas de Byung-Chul Han. Coincido con la evaluación que haces de «La sociedad del Cansancio», la del cansancio curativo. Me ha alegrado conocer a otro lector del filosofo coreano.

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