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Esperé casi a las últimos días  del llamado Referendo  para el separatismo imaginario de algunos catalanes, digo bien, algunos , porque es de todos conocidos que la masa anti separatismo obra con precisión en sus apariciones callejeras dejando a un lado las vivencias extremistas de  unos catalanes engañados.  Cualquier cosa que añada al comportamiento que do el mundo está presenciado por esa masa y esos partidos  de  los que tenemos que avergonzarnos, no por idealismos, sino por la actuación anticívica  de los que desean una postura y rompimiento de esta España , hoy en orden y centenaria en valores.

Parece inconcebible que ciudadanos que estamos expuestos a mil problemas  a diario  no pensemos  en  una posibilidad de que los servicios que prestan, tanto la Guardia Civil, la Policía Nacional, las policías locales y comunitarias ponen en riesgo  su propia vida en multitud de ocasiones r resolver problemas con investigación y fieles a la Autoridad judicial.

Hago un pequeño recuerdo histórico que viene a confirmar el carácter y la idea de sentirse distintos a los demás algunos grupos catalanes.

Repetidas veces  ha ocurrido en Cataluña, alborotos y levantamientos, especialmente en Barcelona, alborotos y levantamientos en contra del gobierno  de la nación: pero los dos más imponentes, más sostenidos  y que han ocasionados guerras sangrientas , han sido  el de 1447 en tiempo de don Juan de Aragón y el de la separación  con Felipe IV.

La causa de la   sublevación en tiempos de don Juan II de Aragón, fue porque mandó  prender a su hijo primogénito el Príncipe de Viana, a causa de que este, abiertamente y  a despecho de su padre, quería tomar la  soberanía de Navarra, a la que tenía derecho por  de la reinan doña Blanca . Indignándose por esto los catalanes, prendieron al Príncipe en las Cortes Generales de la Provincia. Pidieron al Rey que pusiese al príncipe en libertad y al no concedérselo  salieron con armas en la mano al mando de don Juan de cabrera. Al fin les fue entregado el Príncipe  a quien llevaron a Barcelona, considerándole y aclamándole como señor absoluto de Cataluña , todo a despecho del rey, su padre .

La muerte del Príncipe acaecido poco tiempo después, lejos de mitigar la insurrección, contribuyó a que más fomentase, hasta el punto de que los catalanes se entregasen a don Enrique IV  de Castilla, proclamándole Conde de Barcelona. Como lñas relaciones de don Enrique con don Juan II de Aragón no le permitiese  de este modo la guerra, tan tenaces los catalanes  llamaron a don Pedro condestable de Portugal, que acudió gustoso a tomar posesión del Principado, al que tenía algún derecho por su madre. Al fin los catalanes y portugueses auxiliares fueron vencidos por las tropas de don Juan II  en la célebre Batalla de Prats del Rey, en febrero de 1463, siendo  preso el conde de Pallas, principal promovedor de aquellos acontecimientos bélicos. A estos sucesos se siguió  la rendición de Barcelona y la conclusión de la guerra con el indulto general dado por el Rey.

En cuanto a la sublevación de Cataluña en la época de Felipe IV tuvo principios por el año 1640, siendo las causas las divergencias de los soldado con el pueblo que propiciaron el rompimiento de otras causas que tenían bien preparado. Los catalanes faltando a la obediencia de su legítimo Rey quisieron establecer una república libre bajo la protección de Francia, mediando para esto convenios y capitulaciones  en virtud de las cuales las tropas francesas entraron a favorecer la insurrección del Principado. Fueron muy diversos los trances de la guerra, hasta que el año 1652  que duró y mu y obstinadas las defensas  en Barcelona, Lérida, Tarragona, Rosas, Perpiñán y Tortosa. Al fin las tropas de Felipe IV, dirigidas por Juan de Austria –hijo ilegítimo…- consiguieron el triunfo valiéndose  este príncipe de medios conciliadores, siendo el más notable un perdón o indulto general , del que  sólo  quedó esceptuado don José Viure y Mrgarit, que había sido el responsable y promovedor de tantos desastres. Don Juan de Austria entró en Barcelona el  15 de octubre de 1652. A la rendición de Barcelona  siguieron el mismo camino las restantes plazas importantes de Cataluña, a no ser la de Rosas , que siguió defendida por  Francia  

     José Luis Martín Correa      

 

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