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Planta considerada actualmente invasora e imprescindible en las décadas de los sesenta y setenta.

Actualmente consideramos la cañavera como planta invasora, resultado de la evolución tan rápida que vivimos en nuestro mundo. Pues desde que llegase a España procedente de Asia hace ya bastantes siglos, esta planta fue imprescindible para el modo de vida que entonces tenían los labradores y su entorno. La cañavera siempre se ha criado y se ha reproducido en las zonas más húmedas, como las riveras de los barrancos, y siempre tuvo una gran utilidad. La cañavera es una planta hueca parecida a la cañavera de bambú, pero menos fuerte. Llega a alcanzar los tres metros y medio e incluso cuatro metros. De nudo a nudo tiene aproximadamente entre 20 y 30 centímetros, y es donde echa la hoja, que suele medir más de medio metro y unos cinco centímetros de grosor. El grosor de las cañaveras puede oscilar entre el centímetro y los dos centímetros de diámetro, dependiendo de su calidad.

En las décadas de los sesenta y setenta, con el boom del turismo a nivel nacional, nuestras playas, durante los meses de verano (que eran básicamente julio y agosto), se llenaban de chiringuitos, que eran unas verdaderas casas en toda regla y estaban hechas al cien por cien de cañavera limpia (techos, paredes, separadores, etc.).

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También en aquella época, cuando se hacía una casa, se ponían las vigas de madera, utilizando la cañavera, o cañizo, para después echarle el hormigón o mezcla y poner el suelo. En las casas más refinadas por abajo se la repellaba con yeso y el cañizo se veía totalmente blanqueado con cal.

Para el campo se utilizaban como varas para varear tantos las olivas y las almendras, pues cuando llegan a su madurez y se secan, tienen una gran resistencia. Como utensilio de la casa, servían para forrar las garrafas de cristal, para hacer cestas de todo tipo y recoger todo tipo de productos, bien en el campo bien a la hora de hacer la compra en el mercado… Se hacían cestas grandes cilíndricas para guardar la ropa, tanto limpia como sucia. Y es que aún hoy se conservan cestos de cañavera que tienen hasta cien años de antigüedad, demostrando la resistencia y flexibilidad de esta planta.

En el campo se utilizaban para hacer vallas y resguardar los productos agrícolas del viento y el frío. En la campaña de la recogida de las hortalizas, era raro no ver una choza de cañavera que sirviera al agricultor para resguardarse del Sol y del mal tiempo y por ejemplo como recinto para envasar los productos.

Con la llegada del verano, se utilizaban en bastantes parcelas de secano también para hacer cortijos de cañavera y pasar allí la temporada de calor. También se utilizaban para hacer las espalderas donde se crían los tomates o las habichuelas, entre otros.

Canasto de caña 2

Por lo tanto, el labrador que tenía un cañaveral lo cuidaba como oro en paño, y en los barrancos había que pedir un permiso especial a las autoridades de la época para poder cortar las cañaveras, dado que estas resguardaban las fincas privadas para que con las riadas del invierno no se inundaran. Como podemos ver en este artículo, esta manipulación de la cañavera generaba una gran mano de obra y de trabajo, que hoy ya está en desuso pues se utilizan mallas de plástico para cortar el viento, las habitaciones en el campo de hacen de obra (bien de ladrillo o bloques) y los cestos o canastos se fabrican también de plásticos. En las riberas de los ríos se hacen obras faraónicas de muros de cemento y ya no son necesarios estos cañaverales para resguardarlas.

La sociedad de consumo en que vivimos nos lleva por un camino del que resulta difícil desentenderse, pero casi con total seguridad nos acabaremos acordando de este tipo de productos, tan ecológicos y productivos, y al echar la vista atrás veremos todo lo que la inmediatez ha dejado pasar.

 

Carlos Álvaro Segura Venegas

Vicepresidente del Proyecto de Cultura Granada Costa

Katena

Merendero

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