Comparte:

Por Toñy Castillo

  Podríamos decir que un hábito es una conducta que se adquiere a través de la repetición de un acto, si deseamos que una norma se convierta en hábito hemos de potenciar, incentivar y motivar al niño para que lo practique de una forma reiterativa.
 Al convertir una norma en algo sistemático llegaremos a la adquisición del hábito. Estos son adquiridos a través de un aprendizaje, y sería deseable la adquisición de hábitos adecuados, ya que, estos forman parte del proceso de aprendizaje y socialización, ya que ayuda a la adaptación social y a la autonomía.

Orientaciones ante las normas

  • Acentúa lo positivo.

Todas las personas somos más receptivas si al hacer trabajos, tareas o seguir pautas recibimos un refuerzo positivo, en ocasiones el decir un “no” no garantiza que el niño haya entendido por qué su comportamiento no es aceptable, pero si le damos la vuelta a la frase y en vez de decirle: No grites, le decimos que hable bajo, a pesar de parecer lo mismo no lo es, el NO lleva connotaciones y provoca rechazo, si queremos que un niño estudie no le digamos:

Como no estudias suspenderás.

Lo correcto sería decirle: Si estudias aprobarás.

Con ello, aumentamos el nivel de autoestima “yo puedo si estudio”.

  • Marcar las normas de una manera objetiva, clara, sencilla y concreta.

Evitemos el “sé bueno” “pórtate bien…” ya que son subjetivas y significan términos diferentes, con independencia de familias y niños, sería aconsejable señalar las normas de una manera concisa, con frases cortas y ordenes especificas ya que son más entendedoras:

 “Baja la voz en la biblioteca…” no saltes en el sofá…” o “llega a las 8 a casa…” el clarificar las normas dan seguridad y aumenta la interrelación.

  • Una pequeña flexibilidad en el cumplimiento de las normas.

En caso de que no sea fácil el cumplimento de las normas, sería bueno darles una oportunidad limitada en la decisión, ya que ello hace que aumente el sentimiento de control sobre ellas, como ejemplo: es hora del aseo, podemos preguntarle:

  – ¿Deseas bañarte 5 minutos o una ducha?

– ¿Te duchas ahora o dentro de 15 minutos…?

De esta manera el objetivo que sería ducharse estaría cumplido y la sensación de control del niño aumenta en beneficio de la situación.

  • Hemos de marcar límites con firmeza.

Cuando existe una resistencia a acatar las normas, es necesario que nos mostremos firmes, esto lo haremos:

  • En un tono bajo- no gritando-,
  • Gesto serio, -no se ríen las actitudes mejorables-,
  • Voz segura.

A la hora e irse a dormir, una vez explicada la necesidad de acostarse, los niños comprenden perfectamente el hecho, pero pueden hacerse los remolones debido a que desean estar más con sus padres… o intereses diversos, dado esto es necesario decir: “a la cama” o “recoger los juguetes ahora” estas pautas han de ser sistemáticas.

  • Desaprueba la conducta, no al niño.

Se ha de matizar que la desaprobación está relacionada con un comportamiento mejorable y no es un ataque a la persona, sino al hecho en sí. De lo contrario podríamos provocar sentimiento personal de rechazo.  

No digamos: Eres malo” sino “esto no está bien hecho”. Es la conducta no el niño, hemos de evitar etiquetas que conduzcan a actuar en función a ellas mismas.

Punto importante es no confundir un buen comportamiento con cariño, se da en casos que una persona le dice al niño: – No te quiero, no te has portado bien.

El querer no guarda relación con el comportamiento, la frase correcta será: estoy triste, porque tú puedes portarte mejor.

  • Explicar los motivos de las pautas o normas.

Al conocer las normas, los motivos pueden animar al cumplimento de las mismas si estas son aceptadas, de este modo al aplicar los límites de las mismas, el niño entenderá por qué ha de realizarlas, de esta manera ayudamos a esquemas interiores de conductas positivas. Hemos de explicar siempre desde la regla clara y sin diálogos largos que ocasionen la distracción y se pierda el mensaje que deseamos dar:

“Pegar no, eso hace daño”

Evitar el conflicto directo

Cuando en ocasiones damos una orden o recordamos el cumplimento de la misma, sería aconsejable evitar el enfrentamiento personal con nuestros hijos, nuestros alumnos… una buena forma de evitar esto, es tratar el tema de una manera impersonal creando distancia entre el elemento de conflicto y el niño.

– Es la hora del baño y le enseñas o señalas la ducha. En ese caso, los sentimientos están entre el niño y el baño.

– Regulación emocional

 No todos los días son iguales, el cansancio, los problemas en el trabajo o conflictos diarios nos hacen estar más tensos, y nuestros hijos o alumnos lo perciben, e incluso pueden relajar el cumplimiento de las normas, ya que, observan que estamos más vulnerables.

En caso de que estemos muy enojados, podemos tener conductas sancionadoras fuertes o incluso, en algún caso, desproporcionadas al hecho o podríamos caer en el error de gritos o descalificaciones.

 Se recomienda calma -aunque sea difícil- y después preguntar qué ha pasado… y ver la situación. Es importante darnos un minuto, parar y tratar la situación.

  • Dar opciones

Sería un buen recurso que al aplicar los límites pudiéramos ofrecer opciones, con esta fórmula decimos lo que no es aceptable, pero tienen la opción de realizar la actividad de otra manera, sonará menos negativo y ayudará a la compensación:

“Esas tijeras no son para jugar, aquí tienes las tuyas y estos recortables”.

De esta manera, no estás reprochando comportamiento sino enseñando que puede cumplir sus deseos, pero de una manera correcta y adaptada.

  • Las normas son para cumplirlas

Las reglas son para cumplirlas, esto es aplicable a todas las normas.

Si ponemos de regla que a las 9 es la hora de acostarse, se tiene que intentar cumplir, no podemos un día acostarlos a las 8, otro a las 11, porque así no hay pauta y ellos tienden a la resistencia, con lo cual es muy difícil que estén a las 9 en la cama. Al no haber un horario fijo, no toman conciencia de la necesidad del cumplimiento.

  • ¿ Cómo hacer que una norma de convierta en hábito?
    • Clara (pocas palabras, entendible).
    • Constante (se aplica por los miembros de la familia).
    • Sistemática (si la hora de dormir, de lunes a viernes, es a las 9, y los fines de semana es más tarde, se ha de respetar).
    • Significativa (razonable, adaptada y con un propósito).

No podemos confundir la formación de hábitos con la mera imposición de normas, éstas quizás, garantizan un control sobre el niño, pero si la norma no es interiorizada adquiriendo un valor significativo para él, no se llegará a una real adquisición del hábito.

Al Hablar de Niños me refiero a toda la totalidad de niños/as… utilizando el genérico

Deja un comentario