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Cuando estas líneas aparezcan en negro sobre blanco en la edición mensual de Granada Costa, muchos ya estaremos de nuevo incorporados a las rutinas habituales, una vez concluido el periodo vacacional o esos días de liberación de la rigidez de los horarios establecidos durante todo el resto del año.

Ha sido el momento de ponerse al día en lecturas atrasadas, bajo el cobijo de la sombrilla playera, con la toalla por compañera y la tumbona de testigo de esos momentos de lectura con el sonido de las olas llegando a la orilla.

Durante el año, se hace casi imposible, dedicarle todo el tiempo que merece a la lectura de nuevas vivencias, nuevos relatos y nuevas inquietudes que nos llegan de diferentes fuentes, en mi caso como en el de muchos, los quehaceres diarios y las rutinas laborales y profesionales impiden esa lectura sosegada y disfrutar de la misma.

Bajo esa sombrilla, a la vez que dedicas ese precioso tiempo a la lectura, siempre hay tiempo también para la charla, con los amigos que de año en año te reencuentras, y es curioso que el subconsciente nos libera en esos momentos, y agradezco un comentario de unos de mis colegas de verano, mientras declinaba su invitación a un paseo por la orilla, cuando dijo, “seguro que está leyendo poesía”.

Como digo agradecí su comentario, y efectivamente, estaba leyendo poesía, poesía de los autores de Granada Costa, y le dije que mejor momento que éste, resguardado del sol bajo la sombrilla, con el sonido de las olas de fondo, y viendo el azul del mar por horizonte, te sumerges por momentos en esos versos y adquieren mayor relevancia, desde aquí mi pequeño homenaje a todos los poetas de Granada Costa.

Y es que no todo han de ser selfies, fotos de instagram, postureo en el facebook, ese momento de lectura te queda para ti en el recuerdo, se han de vivir los momentos, y no pensar en hacer la foto del momento, para que otros te pongan un me gusta, o te envíen un comentario, diciendo que lo pases muy bien.

Una vez de vuelta de nuevo a la rutina, y también haciendo caso de los consejos de Albert, que siempre habla de las pausas programadas, cuando reciba de nuevo en mis manos la edición en papel de Granada Costa, y empiece a leer las creaciones poéticas de los colaboradores, estaré sumergido en el recuerdo de esos momentos de lectura bajo la sombrilla, con el mar por horizonte y el sonido de las olas de música de fondo.

José Manuel Gómez Hernández

Torrefarera – Lleida

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