COVID-19: VACUNA SÍ, VACUNA NO

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Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

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Vacuna sí. Sin ningún género de dudas. Esa es mi opinión. Las vacunas salvan vidas. Cada minuto, 5 niños pueden sobrevivir gracias a las vacunas. El proceso de vacunación es la solución más eficaz, sencilla y económica para la supervivencia de miles de niños y niñas en todo el mundo. Algo que cabe en un frasco tan pequeño salva entre 2 y 3 millones de vidas cada año.

            Bulos y más bulos han surgido a raíz de la aparición de la COVID-19 y la ansiada vacuna. Ansiada por unos, rechazada por otros. El movimiento antivacunas y negacionista no es algo nuevo que haya surgido recientemente. No, de hecho, lleva casi 200 años entre nosotros… Políticos, famosos, periodistas, algunos sanitarios e incluso un premio Nobel han mostrado su apoyo a teorías desacreditadas, como que la inmunización causa autismo o que los adyuvantes de las vacunas provocan efectos nocivos.

            En el siglo XIX, en el Reino Unido, surgen los primeros grupos organizados antivacunación: “The Anti-Vaccination League” (en 1853) y “The Anti-Compulsory Vaccination League” (en 1867). En 1880, surgen los primeros movimientos antivacunas en EEUU, que consiguieron la derogación de leyes de vacunación obligatoria en diversos estados del país. En 1890, un grupo de médicos alemanes realizan un manifiesto contra la vacuna de la viruela. Curiosamente, es esta la primera enfermedad erradicada gracias a la vacunación. A finales del siglo XIX, el propio Louis Pasteur tuvo que enfrentarse a las reticencias de sus propios colaboradores de laboratorio ante sus nuevas ideas de vacunación. En 1899, la negativa de los soldados británicos a recibir la vacuna del tifus provocó numerosas bajas entre sus filas. En 1974, la publicación del artículo “Neurological complications of pertussis inoculation”, donde se declaraba que 36 niños habían sufrido problemas neurológicos después de recibir la vacuna DTP (Difteria, Tétanos y Tos ferina), provocó disminución de las tasas de vacunación y, posteriormente, el surgimiento de 3 epidemias importantes de tos ferina y difteria, produciéndose, así, miles de muertes. En 1989, se crea en España la Liga para la libertad de la vacunación. En 1998, la revista médica británica “The Lancet” publica un estudio firmado por el Dr. Andrew Wakefield y 12 coautores, donde afirmaban que existía un vínculo entre la vacuna triple vírica (Sarampión, Rubéola y Parotiditis) y el autismo. El artículo provocó un descenso en las tasas de vacunación mundial. En 2010, “The Lancet” se retracta, al descubrir que los datos del estudio eran incorrectos, así como falsas las conclusiones a las que llegaron. A raíz de esto, el Dr. Andrew Wakefield fue expulsado del Colegio de Médicos británico. En 2014, el propio Donald Trump lanzaba un tuit en el que anunciaba que, si llegaba a ser presidente, lucharía para que los niños recibieran las vacunas adecuadas, de las que no causan “autismo”. Entre los años 2016 y 2017, el actor Robert De Niro apoyó el documental antivacunas “Vaxxed: del encubrimiento a la catástrofe”. También presentó una iniciativa para premiar con 100.000 dólares cualquier avance para eliminar el mercurio de las vacunas. Y, como ya es sabido, en 2020 aparecen cientos de bulos acerca de las nuevas vacunas que surgirán para la lucha ante la temible COVID-19.

            Palabras y más palabras…, pero, ¿dónde están los hechos? Aquí: hasta la fecha las vacunas han evitado más de 700 millones de casos de enfermedad y han evitado más de 150 millones de muertes. Entre 2011 y 2020, las vacunas han evitado 25 millones de defunciones. O lo que es lo mismo: 2.5 millones cada año, 7000 cada día, 300 cada hora o 5 cada minuto. Ninguna intervención médica es más eficaz y segura.

            En lo referente a los efectos secundarios de las vacunas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene que “las vacunas son muy seguras” y que la mayoría de las reacciones son, “generalmente, leves y temporales”, resultando extremadamente raros los trastornos graves. Además, señala que “es mucho más probable un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna en sí”. Por ello, explica que los beneficios de la vacunación compensan con creces los riesgos, dado que sin las vacunas se producirían muchos trastornos y fallecimientos. Así, si ponemos en una balanza en un lado los efectos secundarios que pueden acarrear, y en el otro los beneficios en cuanto a salud y supervivencia que aportan, ganan claramente y por una diferencia aplastante estos últimos. No hay lugar a la duda.

            Por otro lado, la OMS rechaza que el contenido de mercurio, incluido en el tiomersal, que actúa como conservante en algunas vacunas, para ayudar en su conservación y que no se degraden antes de ser administradas, entrañe riesgo para la salud. Según explica, no hay pruebas científicas que sugieran que la cantidad de tiomersal utilizada pueda ocasionar daños.

            Otro de los mitos más extendidos es el riesgo de causar autismo que tendrían algunas vacunas. La OMS reitera que esto se debe a un estudio que contó con graves irregularidades y que ya fue retirada su publicación. Ya hemos hablado del Dr. Andrew Wakefield unos párrafos más arriba. Este organismo es tajante al asegurar que “no existen pruebas científicas de una relación entre esa vacuna (la triple vírica) y el autismo o trastornos autistas”.

            Dicho lo cual, la vacunación aporta importantes beneficios que no son para nada desdeñables. El primero y más importante es que salva vidas cada año. Además, ayuda a combatir enfermedades, haciendo posible su control, eliminación y hasta incluso su erradicación. En el lado opuesto, si disminuyen las personas vacunadas en una población, algunas enfermedades que hoy en día, raramente, se ven porque están controladas (por ejemplo: poliomielitis, difteria, sarampión o rubéola), podrían reaparecer en forma de brotes o epidemias. Mediante la vacunación se ha conseguido erradicar la viruela. Estamos cerca de la erradicación de la poliomielitis en el mundo, de la eliminación del sarampión y se están controlando otras enfermedades como la tos ferina, las meningitis bacterianas y la hepatitis B. Vacunarse es un acto de solidaridad, pues te protege a ti y nos protege a todos. Es muy importante que haya mucha gente vacunada frente a toda enfermedad, pues el microorganismo que la causa circula mucho menos y, de este modo, las personas que por diversos motivos no se han podido vacunar, estarán protegidas también. Esto recibe el nombre de inmunidad comunitaria o de rebaño (de lo cual ya hablamos en mi último artículo). Además, hemos de tener en cuenta que la vacunación es importante a lo largo de toda la vida, no acaba en la infancia. Asimismo, la vacunación previene complicaciones de enfermedades infecciosas e incluso algunos tipos de cáncer. Las vacunas no actúan solo sobre la enfermedad que se está previniendo, sino también sobre las complicaciones que dicha enfermedad puede acarrear. Por ejemplo, la vacunación frente al sarampión evita también alguna de sus complicaciones, como la neumonía o ciertas enfermedades neurodegenerativas. La vacuna contra el virus de la parotiditis (causa de “paperas”) evita una posible orquitis (inflamación de un testículo o de ambos). Por otro lado, reduce la gravedad de la enfermedad si esta llega a afectar a personas, previamente, vacunadas, como ocurre, sin ir más lejos, con la varicela o con la gripe estacional. Igualmente, se evitan enfermedades que son capaces de transmitirse al feto durante el embarazo, como, por ejemplo, la rubéola congénita. La vacuna frente al virus de la hepatitis B previene complicaciones derivadas de la infección, como son la cirrosis y el cáncer de hígado. Y la vacuna del papilomavirus protege frente al cáncer de cuello de útero y de otras localizaciones, como, por ejemplo, el cáncer anal o el cáncer de pene. La vacunación proporciona beneficios sociales y económicos. Es un instrumento de equidad. Disminuye la desigualdad en la asistencia sanitaria, proporcionando beneficios también a los más desfavorecidos. La vacunación aumenta la esperanza de vida y es un derecho básico de los ciudadanos. En España, el Sistema Nacional de Salud proporciona las vacunas incluidas en los “calendarios vacunales oficiales” de forma gratuita, en función de la edad y de otras circunstancias individuales. El hecho de vacunarse es un acto voluntario. Has de saber que en otros países no tienen estas oportunidades. ¡Aprovéchalas y vacúnate! ¡Por ti y por los demás! No niegues a tus hijos este derecho ni te lo niegues a ti. La vacunación forma parte de un estilo de vida saludable. Esta es tan importante para nuestra salud como lo es una dieta adecuada o el ejercicio físico. Y, como ya hemos dicho, las vacunas son seguras. Pasan por unos controles de calidad y seguridad más rigurosos que el resto de medicamentos.

            Con todo lo expuesto, ¿aún estás dudando si ponerte la vacuna contra la COVID-19? Por tu bien, espero que no. El simple hecho de vacunarte puede salvarte la vida. Ya vacunado, aunque fueras infectado por el virus, no sentirías los síntomas o estos serían mucho más leves. Lo más importante es que evitaría que tuvieras que precisar de un respirador, ser ingresado en un hospital e incluso tener que recibir cuidados en la UCI. Y es que, como ya he dicho, el hecho de vacunarte puede significar la diferencia entre vivir o morir. Son palabras duras, pero así es. Para finalizar, diré que yo ya me vacuné contra la COVID-19. Lo hice el pasado día 7 de enero. Y estoy ansioso por que llegue el día 28 de este mes para recibir la segunda y última dosis. Entonces, podré respirar más tranquilo. Cuanto antes estemos más personas vacunadas, antes finalizará la pesadilla en la que nos encontramos inmersos.

Merendero

0 thoughts on “COVID-19: VACUNA SÍ, VACUNA NO

  1. Mi enhorabuena Gustavo por tu profesionalidad y pensamiento certero para decir las cosas. Tus buenos consejos ayudarán a los más reacios y dudosos.

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