Cosas que pasan – A TODA COSTA

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Los hombres, por lo general, en eso de las comprar somos poco esmerados. 

Hace unos días, audaz, me decidí a correr la aventura de hacer provisión de alimentos para la semana –empujando carrito- en el supermercado

Fui colocando en esa jaula con ruedas, las viandas anotadas en la lista que me dieron en casa. 

Circulando por los pasillos encontré por todos lados, ofertas mil, con gran despliegue de carteles publicitando << La oportunidad de tu vida>>.

Atractivas cabeceras de góndola mostrando tentadores productos hábilmente colocados que producían un efecto ‘imán’. 

El dos al precio de uno, era frecuente y con apariencia de economía. ¿Si precisas uno para que llevar dos? pero como el otro te parece gratis, picas, luego la segunda unidad acaba estropeándose o se gasta en exceso…

  • Uno es débil y compra

Transitando, un tanto perdido entre la multitud de gente, me tropecé con la fruta. El primer impulso fue coger naranjas, pero me llamó poderosamente la atención los carteles que informaban de su procedencia: unas eran de Argentina otras de Uruguay, las terceras y más abundantes de Sudáfrica.

No obstante a modo de hábil ‘gancho’, los tres carteles lucían con buen tamaño de letra, variedad: <<Valencia late>>, que parece dar mucho de sí ante el consumidor, respecto a su procedencia.

No es que mi estómago sea muy regionalista, pero para quien ha nacido entre campos de azahar me pareció que no estaba bien que no compartieran lugar con las de mi tierra Valencia e incluso de las de Andalucía. 

Las rechacé animándome a comprar ‘piña brasilera’, ‘duraznos argentinos’ y ‘arándanos uruguayos’. Pero naranjas NO.

Continué con mi aventura, me detuve en bebidas, conservas, todo fuera de la lista, luego el marisco, ¡Ahí, acabé de perderme!

Lo supe cuando me enfrente a la caja y me dieron la cuenta.

Francisco Ponce Carrasco

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