COMPARTIENDO MIS VIAJES I

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Como cada año este 2017 fuimos a pasar las vacaciones a Cantabria comunidad de la que, tanto yo, que me crié en ella, como mi esposo y varios de nuestros amigos, estamos prendados.

Nosotros residimos en Mallorca, preciosa isla pero francamente incómoda para vivir durante los meses de verano (que suelen ser más o menos 5 en esta zona mediterránea) y con un turismo que no está ni muchísimo menos a la altura de lo que en paisajes, cultura, gastronomía, etc. la isla ofrece.

 Por este motivo, entre otros y dejando aparte mi incondicional cariño por Cantabria, comenzamos a pasar todas nuestras fechas libres de trabajo en Santander y, a veces, en otros pueblecitos de la comunidad, disfrutando de sus espléndidos valles, sus majestuosas montañas, sus “alegres” ríos y ese verdor de sus prados que solo de mirarlos se relaja alma y espíritu. Y así llevamos unos treinta años.

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Bueno pues por extraño que parezca en cada uno de nuestros viajes hacemos un extraordinario descubrimiento plasmado en ermitas, recónditas playas o miradores sobre enormes montañas que te dejan helado el vocabulario porque no sabes que expresión utilizar para definir toda la grandiosidad de lo que está ante tus ojos.

Y en las vacaciones de este 2017 hemos descubierto una joya del románico que, dada su mala señalización en la autovía, nos había pasado desapercibida ya que no es fácil verla a “simple vista”.

Se trata de la COLEGIATA DE SANTA CRUZ, enclavada en  Socobio del término de CASTAÑEDA localidad que fue Villa y Señorío y que vivió su mayor esplendor entre los siglos XII al XVII. Castañeda, regada por el río Pisueña y situada en la cuenca del río Pas, ha sido tradicionalmente agrícola y ganadera, aunque en la actualidad y dado el desarrollo y auge que ha tomado el turismo en Cantabria, su economía se basa principalmente en el sector servicio.

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Y ahí la encuentras. Majestuosa y señorial. Una Colegiata del siglo XII, testigo mudo del esplendor y la prosperidad que tuvo en aquella época la localidad en la que sus muros se levantan. A pesar de haber sufrido con el paso de los siglos varias modificaciones, al penetrar en su interior te envuelve la armonía y te sorprende el sólido y elevado ábside central.

 Frente a la entrada y sobre el Sagrario descansa un Calvario gótico y a la izquierda, en una capilla lateral, el retablo mayor, en el que sobresale la imagen de “La Virgen de la Manzana”.

Otra Virgen, Nuestra Señora del Rosario, de estilo gótico, ocupa el camarín donde igualmente se encuentra una reliquia del Lignum Crucis.

Numerosas familias nobles de la Villa desearon un enterramiento digno de su alcurnia en la Colegiata por lo que,  en el siglo XIII y con un estilo gótico ya incipiente se añadió una nave paralela a la central.

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Adosada a la planta original se encuentra la torre del campanario que, igualmente, data del siglo XII.

 La visita es de entrada libre y si quieres una visita guiada (cosa que recomiendo sin lugar a dudas) el precio es de UN EURO. A nosotros nos la explicó extraordinariamente bien la señorita EVA. En su forma de comunicarte la historia de los muros entre los que te encuentras se nota el profundo cariño que sienten por ellos consiguiendo a veces “hacerte vivir” muchos siglos atrás. A partir del 15 de septiembre es necesario pedir hora y concertar la visita.

Si alguna de las personas que lean este artículo tienen pensado, en algún momento, viajar a Cantabria no dejen de visitar esta majestuosa Colegiata de Santa Cruz.

 

Hortensia Rioja de Carlos

 

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