CÓMO NOS INFLUYE EL ENTORNO EN NUESTRAS VIDAS

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Todos recordamos  amigos, profesores o personas que en nuestra juventud o en la época de estudiantes nos dieron un consejo, unas palabras de aliento, nos ayudaron a elegir una carrera universitaria o a superar una difícil situación. Hechos, recuerdos  que se  han quedado gravados en nuestra memoria y en nuestra alma, y que  lo recordamos gratamente. También  nos gustaba imitar a un cantante de moda, a un actor, a un profesor…y en muchos casos a padres, hermanos…

Algo parecido, salvando las distancias, les ocurre también a los escritores y poetas que necesitan  sus confidentes, protectores, tutores, profesores, amigos… alguien a quien confesar sus problemas, secretos, dudas… Uno de los muchos ejemplos que conocemos es  ELIZABETH BARRET, poetisa inglesa de la época victoriana,  tuvo una vida muy azarosa en lo personal y en el plano intelectual; no encontró sosiego hasta que conoció a otro escritor y admirador, que más tarde sería su marido, Robert Browning, pues le ayudó a superar la depresión que sufría, la soledad y los problemas con su padre y hermanos. A partir de aquí, Elizabeth se convirtió en una mujer nueva, transformada en todos los sentidos: alegre, positiva y realista con ganas de vivir, de seguir escribiendo y dejando a un lado el tema de la muerte muy presente en sus poemas. Él también había estado muy protegido por su madre, una madre muy absorbente, un niño mimado; él  tenía fijación con ella, buscaba con ansiedad un alma que estuviera por encima de la suya; hasta que, desesperado,  decidió viajar por Italia y Francia para independizarse del ambiente familiar.  Al regreso compró los libros de Elizabeth, la  conoció  y…  esa fue su salvación!!!  Mutuamente se habían salvado.

Browning fue un excelente escritor que bebió en los versos de Lord Byron y en el ateísmo  de Shelley.

Se podría decir que la historia de este matrimonio fue como un cuento de hadas o como una versión de La Bella durmiente del bosque. Algo similar le ocurrió a EMILY DICKINSON, poetisa americana nacida en 1830, en un pequeño pueblo cercano a Massachusetts, en el corazón de Nueva Inglaterra, rodeado de bosques y colinas. El cual era  célebre por su “Colegio”. Emily estudió idiomas, a los clásicos, algo de ciencia, y obtuvo excelentes resultados.

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En los primeros tiempos en Nueva Inglaterra había reinado el Calvinismo, más tarde llegó el transcendentalismo de Emerson,  cuya doctrina influyó enormemente en Emily; iba cambiando tanto en lo personal como en lo religioso pues su abuelo había sido calvinista. Y su padre era practicante de una religión puramente convencional.

Así que la educación y cultura de Emily y, en general su vida,  fue modelada por este ambiente imperante en su casa y  su pueblo, pues sólo viajó tres veces fuera de él. Ella y su hermano mayor estaban en rebeldía con el ambiente que había en su casa, y más concretamente con su padre, un hombre demasiado autoritario. La vida allí era monótona, provinciana, rural… era una comunidad cerrada. Las poesías eran una reacción contra aquel ambiente, expresaba el drama, la lucha con  el espíritu de una mujer joven. De manera que Emily se fue “replegando en su concha” cada vez más. Los temas de sus obras serán la Naturaleza (flores, insectos,  el dolor, la tristeza, la muerte (cementerios y tumbas),  la inmortalidad, etc.  Emily cultiva estas imágenes y los sentimientos provocados por ellas.  Hubo tres personas que marcaron la vida de Emily: Leonard Humphert, su amigo que le enseñó todo sobre la inmortalidad;  B. Flanklin Newton, su maestro y tutor que acababa de renunciar al calvinismo, que según ella le enseñó lo que hay que leer, cuáles eran los autores a los que debía admirar, la fe en las cosas jamás vistas, lo hermoso de la Naturaleza…  Por puro azar conoció al reverendo  Charles Wadsworth, pastor de la iglesia prebisteriana de  Filadelfia con el que mantuvo una correspondencia muy nutrida y regular durante toda su vida. Éste influyó enormemente en la poesía de Emily, le transmitió el amor por la Biblia, su afición por las piedras preciosas y el gusto por lo oriental, entre otras cosas.  Muchos de sus poemas fueron escritos en forma epistolar, pues ella no pensaba publicar nada. Por eso todos sus libros fueron publicados después de su muerte. Su estilo y sus poemas son de difícil traducción debido a su economía verbal, no se atenía a las reglas, emplea palabras en un sentido escogido por ella que resulta de difícil comprensión. En definitiva, su poesía resulta enigmática y  oscura  que sólo la comprendían unos pocos. El crítico americano Allen Tate dijo que “todos los hombres que contaron a los ojos de Emily Dickinson fueron maestros para ella”.

         Entre los muchos escritores y poetisas que conocemos, he escogido sólo a  estos porque a pesar de haber vivido en una época y circunstancias familiares y sociales difíciles, han sido un ejemplo de sensibilidad, dedicación, esfuerzo y cultura; y sobre todo que supieron admirar y rodearse de mentes privilegiadas.

                   AURORA FERNÁNDEZ

                   Granada  a 23 de agosto de 2020

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