CÓMO INTERPRETAR LOS VALORES DE UN ANÁLISIS DE SANGRE (IV)

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19) Fosfatasa Alcalina (FA) (de 45 a 117 UI/L). La fosfatasa alcalina es una enzima presente en el organismo (sobre todo en los huesos, en el hígado, en los riñones y en el intestino). Sin embargo, los niveles mayores de concentración los alcanza en las células óseas y hepáticas. De ahí que, cuando esta se eleva, suele denotar enfermedades a nivel de los huesos o del hígado. Los síntomas que suelen aparecer, si hay una afectación hepática, son: cansancio, pérdida de peso sin motivo, náuseas o vómitos, ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas por aumento de bilirrubina en sangre), heces de color claro u orina oscura y distensión o dolor abdominal. Mientras que la clínica, que aparece ante una patología ósea, consiste en: dolor en huesos o articulaciones, huesos alargados o con formas anormales y fracturas más frecuentes. Los valores de fosfatasa alcalina pueden variar en función de la edad (se encuentran más altos en niños y adolescentes y en las personas mayores de 60 años), el sexo (niveles ligeramente más elevados en los hombres), el embarazo (hasta tres veces más que en una mujer no gestante) o de otros factores relacionados con la salud del individuo. De esta forma, los niveles de esta enzima deben ser interpretados por el médico, ya que variarán, dependiendo tanto del método empleado por cada laboratorio para cuantificarlos como de las características de cada paciente. Las principales causas que pueden hacer que la fosfatasa alcalina en sangre se eleve son: enfermedades hepáticas (hígado graso, hepatitis o cirrosis), obstrucción de las vías biliares, problemas óseos (tumores, fracturas, enfermedad de Paget, osteomalacia u osteomielitis), neoplasias, raquitismo, etc. En el extremo opuesto, una disminución de la fosfatasa alcalina puede indicar que estamos ante: un déficit de zinc, magnesio o proteínas, una malnutrición, un retraso en el crecimiento en un niño, una hipofosfatasia (enfermedad genética poco común que afecta a los huesos y a los dientes), la enfermedad de Wilson, etc.

20) Lactato deshidrogenasa (LDH) (de 105 a 333 UI/L). Es una enzima que se encuentra en muchos tejidos del cuerpo, sobre todo en el corazón, hígado, riñones, músculos, glóbulos rojos, cerebro y pulmones. Su función es convertir el piruvato en lactato. Cuando realizamos una actividad física, las células musculares transforman la glucosa en lactato, el cual será liberado posteriormente a la sangre. De este modo, el lactato que circula por el torrente sanguíneo podrá ser recogido por el hígado, que lo volverá a transformar en glucosa. A continuación, la glucosa será vertida de nuevo a la sangre para que, de este modo, pueda volver esta a ser utilizada como energía por los tejidos. Además, la LDH ayuda a identificar y a localizar la causa de una lesión tisular en el organismo, así como a monitorizar la progresión de la misma. Los aumentos de LDH pueden determinarse como LDH total o como isoenzimas de LDH. La LDH total es la suma de la determinación de cinco isoenzimas diferentes. Las isoenzimas son versiones moleculares ligeramente distintas de la enzima LDH. ¿Dónde se localizan estas isoenzimas? La LDH-1 en el corazón, glóbulos rojos, riñón y células germinales. La LDH-2 en el corazón, glóbulos rojos y riñón (en menor cuantía que en LDH-1). La LDH-3 en pulmones y otros tejidos. La LDH-4 en los glóbulos blancos, nódulos linfáticos, músculos y en hígado (en menor cantidad que en LDH-5). La LDH-5 en hígado y músculo esquelético. De esta forma, si hay un aumento de la LDH total, entonces puede solicitarse la determinación de las isoenzimas o, más comúnmente, otras determinaciones como ALT, AST o fosfatasa alcalina. Esto ayudará a establecer el diagnóstico y nos dará pistas de qué órganos se encuentran implicados. Una vez diagnosticado el problema agudo o crónico, la determinación de LDH total puede utilizarse regularmente para realizar un seguimiento y ver la evolución del proceso, así como su posible resolución. Una concentración elevada de LDH y cambios en el cociente de las isoenzimas suelen indicar algún tipo de lesión tisular. Normalmente, la LDH aumenta cuando empieza la destrucción celular, llega a un máximo al cabo de un tiempo y después comienza a disminuir. Una concentración elevada de LDH puede darse en: accidente vascular cerebral (derrame cerebral), toma de ciertos medicamentos o de alcohol, anemia, mononucleosis infecciosa, infarto intestinal o pulmonar, enfermedad renal o hepática, distrofia muscular, pancreatitis, cáncer testicular, linfomas y otros tipos de cánceres.

Imagen Artículo Análisis de Sangre IV

            21) Hierro (Fe) (de 65 a 175 µg/dL). La mayor parte del hierro del organismo se encuentra en los glóbulos rojos, que son las células encargadas de transportar el oxígeno a todos los tejidos del cuerpo. Dentro de los glóbulos rojos, el hierro se halla unido a la hemoglobina. ¿Cuáles son los síntomas que pueden aparecer si hay un descenso de este mineral en sangre? Lo más habitual es que se produzca una anemia por carencia de hierro. Recibe, así, el nombre de anemia ferropénica, la cual origina palidez, debilidad y cansancio. Las capacidades de concentración y aprendizaje también suelen verse afectadas. En los casos más graves, la anemia puede desencadenar una dificultad respiratoria, mareo y taquicardia. Por otro lado, es típico la caída del cabello, la aparición de uñas quebradizas y la intolerancia al frío. La causa más frecuente del descenso de hierro en el organismo es la pérdida de sangre. En las mujeres, en edad fértil, lo más usual es que se produzca mediante el sangrado menstrual. Mientras que, en personas de edad avanzada, lo más habitual es que sea por una hemorragia a nivel del tubo digestivo (por ejemplo, una úlcera en el estómago o en el esófago, o bien un pólipo sangrante en el colon). Un cáncer de colon o recto también ocasiona una hemorragia crónica. Asimismo, la enfermedad celiaca (intolerancia al gluten) puede originar una carencia de hierro. Y es que esta, al fin y al cabo, no es más que un trastorno intestinal que provoca una alteración en la absorción de vitaminas, minerales y ciertos nutrientes presentes en los alimentos. El embarazo o una alimentación inadecuada son otras causas a tener muy en cuenta. En el otro extremo, aunque bastante inusual, hemos de hablar del exceso de hierro en el organismo. ¿Cuáles son las causas que pueden conducir a esta situación? En primer lugar, el tratamiento consistente en cantidades excesivas de hierro o en suplementos de hierro ingeridos durante largo tiempo. Por otro lado, las transfusiones de sangre repetidas por algún motivo. También encontramos aquí la hemocromatosis, un trastorno hereditario en el que se produce un aumento en la absorción de este mineral. Esta situación provocará que se acumule en exceso en determinados órganos, los cuales pueden verse dañados por ello. El alcoholismo crónico o la degradación excesiva de los glóbulos rojos son otras causas posibles. Y es que, si los eritrocitos se destruyen en gran cantidad, el hierro, el cual está contenido en su interior, saldrá fuera de dichas células y circulará, en exceso, por el torrente sanguíneo.

22) Ferritina (de 26 a 388 ng/ml). Es una proteína que tiene como misión la de “almacenar” el hierro. Podríamos decir que es “la despensa” del hierro. Cuando los niveles de este mineral se encuentran bien, una parte del mismo se va guardando en la despensa por lo que pueda pasar. Es muy importante saber que la concentración baja de ferritina es la que confirma el diagnóstico de anemia ferropénica (anemia por déficit de hierro). Será en este caso cuando el médico le podrá prescribir un suplemento de hierro con el fin de subsanar esta carencia. De esta forma, el que usted tenga el hierro bajo no significa que deba tomar un suplemento del mismo. Si la ferritina, los glóbulos rojos y la hemoglobina están bien, no será necesario. Esto depende de la ferritina. Otro punto interesante a conocer es que se puede dar el caso de que la concentración de ferritina esté normal o incluso alta y se padezca un déficit de hierro. Ello se debe a que la síntesis de ferritina también se estimula en otras patologías. Así, el abuso de alcohol, una enfermedad hepática, un proceso inflamatorio o una infección pueden elevar la ferritina, aunque el individuo tenga carencia de hierro. Es, por esto, que en algunas ocasiones no resulta del todo fiable este valor y se precisan de otros parámetros para dilucidar el origen del problema.

23) Transferrina (de 170 a 370 mg/dL). Es la proteína que transporta el hierro en la sangre cuando este no se encuentra dentro de los glóbulos rojos. Valores bajos de transferrina pueden ser debidos a numerosas situaciones: infecciones, inflamaciones, diversos tipos de cáncer o determinados problemas hepáticos o renales.

24) Índice de Saturación de Transferrina (IST) (de 20 a 50 %). Es la cantidad de hierro en la sangre que se encuentra unida a la transferrina. Si el porcentaje de hierro, en la transferrina, es inferior al 10%, es probable que exista carencia de hierro.

 

Continuará

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

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