CÓMO INTERPRETAR LOS VALORES DE UN ANÁLISIS DE SANGRE (II)

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Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

 

Los leucocitos o glóbulos blancos son las células que ejercen la función de defensa en nuestro organismo frente a cualquier agresión externa. Existen diferentes tipos de glóbulos blancos:

8.1) Neutrófilos (de 2000 a 7500 neutrófilos por mililitro). Son los encargados de destruir bacterias, restos celulares y partículas sólidas. Cuando aumenta el número de neutrófilos en sangre recibe el nombre de neutrofilia. Esta puede aparecer ante infecciones, procesos inflamatorios, quemaduras, hemorragias agudas y tabaquismo. Igualmente, el número suele aumentar ante un golpe de calor o por la muerte de las células de algún tejido de nuestro cuerpo (por ejemplo, en un infarto de miocardio, en el cual se produce la muerte de algunas células del corazón). Al descenso del número de neutrófilos, se le denomina neutropenia. Cuando esto sucede, hay una especial vulnerabilidad para contraer infecciones, incluso las más insignificantes.

8.2) Linfocitos (de 1300 a 4000 linfocitos por mililitro). Son células muy importantes en el sistema inmune, ya que son capaces de responder ante agentes desconocidos para el organismo. Al aumento del número de linfocitos se le denomina linfocitosis, que aparece ante procesos infecciosos agudos, crónicos, alergias farmacológicas o incluso en casos de leucemia. Por otro lado, cuando los linfocitos disminuyen, surge la linfopenia, que es habitual encontrarla en personas, cuyo sistema inmune es defectuoso o están recibiendo tratamiento inmunosupresor (que hace descender las defensas), como ocurre con la quimioterapia.

8.3) Monocitos (de 100 a 800 monocitos por mm3). Son glóbulos blancos, cuya principal función es eliminar microorganismos extraños del cuerpo o células muertas del mismo. Si aumenta el número de monocitos, aparece la monocitosis. Esto tiene lugar, cuando nuestro sistema inmunológico está siendo atacado por diferentes bacterias o ante la presencia de una alergia. Mientras que, si los monocitos descienden, aparece la monocitopenia, que es poco frecuente. Normalmente, significa que el sistema inmunológico está debilitado, lo cual puede suceder en casos de infecciones en la sangre, tratamientos de quimioterapia y problemas en la médula ósea, como anemia aplásica y leucemia.

Imagen Valores Analítica de Sangre II

8.4) Eosinófilos (de 50 a 500 eosinófilos por mililitro). Es otro tipo de glóbulo blanco. Cuando aumenta su número en sangre, recibe el nombre de eosinofilia. Esta puede indicar la presencia de alergias, asma, parásitos o infecciones. También se asocia a ciertas enfermedades intestinales (enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca) y pulmonares (síndrome de Löffler). El descenso del número de eosinófilos es raro.

8.5) Basófilos (de 40 a 200 basófilos por mm3). Su trabajo resulta determinante en el sistema de defensa del cuerpo. Los valores de esta célula ayudan a evitar alergias y problemas respiratorios como, por ejemplo, el asma. Cuando el organismo se siente amenazado, los basófilos liberan histamina y heparina. La histamina es un vasodilatador que promueve el flujo sanguíneo a los tejidos. Mientras que, la heparina es una sustancia anticoagulante, que impide que la sangre se coagule demasiado rápido. Cuando el número de basófilos desciende, surge la basopenia. Hay diferentes causas por las que esta puede aparecer: embarazo, estrés, alergia severa, hipertiroidismo, ingestión de corticoides o medicamentos que inhiben el sistema inmunológico e infecciones graves. Cuando, por el contrario, el número de basófilos aumenta aparece la basofilia. Esta puede tener lugar debido a enfermedades respiratorias, infecciones y determinados trastornos de la sangre. Las úlceras, la anemia, algunas enfermedades del tiroides o la leucemia mieloide crónica son otras causas a mencionar.

9) Plaquetas (de 150000 a 400000 plaquetas por mm3). Son pequeñas células que circulan en la sangre. Estas participan en la formación de coágulos sanguíneos y en la reparación de arterias y venas dañadas. Cuando un vaso sanguíneo se lesiona (ya sea una arteria o una vena), las plaquetas se adhieren al área dañada y se distribuyen a lo largo de la superficie para detener la hemorragia. Al mismo tiempo, pequeños sacos, ubicados en el interior de las plaquetas y llamados gránulos, liberan señales químicas. Estas sustancias químicas atraen a otras plaquetas al sitio de la lesión y provocan su aglutinamiento para, así, formar y solidificar el coágulo de sangre. Si el número de plaquetas desciende, aparece la trombocitopenia, la cual puede deberse a un acúmulo anormal de plaquetas en el bazo (quedan retenidas en este órgano y no pasan al torrente sanguíneo) o a una mala función de la médula ósea (que no produce la cantidad necesaria de estas células). La consecuencia de ello es una mala coagulación sanguínea, lo que puede dar lugar a hemorragias (nasales, de encías, hematomas en la piel, sangre en orina o heces, etc.). Existe una enfermedad del sistema inmunitario, la púrpura trombocitopénica idiopática, que se caracteriza por la formación de anticuerpos que van a destruir plaquetas. Esto sucede porque el organismo no reconoce a estas células como propias, sino como a unos agentes extraños, por lo que proceden a su destrucción. Por otro lado, cuando el número de plaquetas asciende en sangre, surge la denominada trombocitosis. Esta puede conducir a la formación de trombos dentro de las arterias por diferentes mecanismos (sin una causa que lo justifique, como reacción ante una hemorragia aguda, a ciertas enfermedades o a un mal funcionamiento medular, lo cual puede ocasionar que se produzcan más plaquetas de las necesarias).

10) Velocidad de sedimentación globular (VSG) (entre 0 y 15 mm/hora, en hombres, y entre 0 y 20 mm/h, en mujeres). Este parámetro mide la velocidad a la que sedimentan los glóbulos rojos de la sangre en un tiempo determinado (1-2 horas). Para entender cómo se realiza esta prueba hemos de saber que la sangre se compone de dos elementos: el plasma sanguíneo líquido y las células sanguíneas. Normalmente, los componentes sanguíneos sólidos, es decir, las células sanguíneas, están disueltos en el plasma sanguíneo. El continuo movimiento de la circulación sanguínea los hace flotar. La sedimentación globular es una prueba analítica que se realiza fuera del cuerpo (in vitro), por ejemplo, en un tubo de ensayo o en una jeringuilla. En esta prueba, se consigue que los componentes sólidos de la sangre se depositen en el fondo del tubo, mientras que la parte líquida de la sangre se queda en la parte superior. Para lograr esto, no obstante, es necesario utilizar aditivos químicos que eviten la coagulación de la sangre. De forma general, el aumento de la VSG nos indica que hay alguna inflamación en el organismo. Son muchos los procesos que pueden cursar con un aumento de la VSG, como el mieloma, los linfomas, las leucemias y los procesos inflamatorios crónicos, como la artritis reumatoide o el lupus eritematoso sistémico. Sin embargo, su elevación no indica necesariamente una patología, ya que también se eleva en algunos procesos fisiológicos como el embarazo, la menstruación o en los ancianos. La VSG, raramente, suele estar disminuida. Sin embargo, resulta un dato útil a tener en cuenta en el seguimiento de pacientes, ya que, si la VSG re reduce, esto sugiere que el tratamiento impuesto está siendo eficaz.

            11) Proteína C Reactiva (PCR) (de 0 a 3 mg/l). Es una proteína que es producida en el hígado y que está presente en la sangre, cuando existe alguna inflamación o infección en el organismo. El médico la suele solicitar ante una sospecha de apendicitis, infarto u otras situaciones, especialmente en casos de fiebre sin causa aparente, que se prolonga más de tres días. Este examen no indica cuál es la inflamación o la infección que la persona tiene, pero un aumento en sus valores sí indica que el cuerpo está combatiendo a algún agente agresor. Además de la PCR, también se podrá ver reflejado en el hemograma un aumento de los glóbulos blancos. El valor de referencia de la PCR es de hasta 3 mg/l, sin embargo, en obesos, ancianos o en personas que practican mucha actividad física pueden presentar una pequeña elevación, que es normal, sin que exista por ello ningún problema de salud. La PCR elevada surge, en la mayor parte de los procesos inflamatorios del cuerpo humano, pudiendo estar relacionada con diversas situaciones como son: la presencia de virus, hongos, bacterias, afectación del hígado, enfermedades cardiovasculares, reumatismo o cáncer. En determinados casos, los valores de la PCR pueden indicar la gravedad de la inflamación o de la infección. Así, valores entre 3 y 10 mg/l suelen indicar infecciones ligeras, como gingivitis, resfriado común o gripe; entre 10 y 40 mg/l, generalmente conllevan infecciones más graves como, por ejemplo, una infección respiratoria; por encima de 40 mg/l suele denotar infección bacteriana, mientras que valores que están por encima de 200 mg/l pueden indicar la presencia de una sepsis o septicemia, que es una infección generalizada de todo el organismo, la cual puede comprometer la vida del paciente.

            Aquí finaliza la primera parte que compone toda analítica de sangre: el hemograma. En el siguiente artículo expondremos paso a paso la bioquímica, que es la encargada de estudiar ciertas sustancias presentes en la sangre, como son: la glucosa, el colesterol, los triglicéridos, las proteínas, los electrolitos (sodio, potasio, cloro y magnesio) y las enzimas hepáticas (transaminasas), entre otras.

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