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En las separaciones y divorcios conflictivos existen muchas posibilidades de maltrato directo o indirecto hacia los hijos e hijas. Es muy importante señalar que no necesariamente éstos van a ser maltratados físicamente. Una palabra o presenciar una escena de violencia como espectador pasivo, puede ser mucho más violento y hacer mucho más daño que recibir en carne propia una paliza. Nos referimos al hecho de que los hijos e hijas con excesiva frecuencia suelen ser espectadores pasivos de situaciones de violencia entre la pareja parental. Otro elemento de maltrato constante al hijo o a la hija es obligarles a tener que hacer una elección frente al padre o la madre. Esto les plantea un gravísimo problema de conflicto de intereses y un maltrato psicológico muy significativo. En estos casos, lo que falla no es solamente la capacidad de estos progenitores de anteponer el bienestar de su hijo o hija a sus disputas personales, sino que obvian totalmente cómo estas discusiones y situaciones de violencia pueden herir y generar un maltrato importante en sus hijos e hijas. Los padres y madres pueden divorciarse de su pareja por multitud de razones que les pueden parecer justas, como también les puede parecer justa y acertada la opinión negativa que puedan tener de su expareja. Pero olvidan que no van a divorciarse nunca de los hijos e hijas y que ese siempre va a ser su padre y esa va a ser siempre su madre. Lo grave es que dejan totalmente a un lado el interés superior del menor. En estos casos es normal observar (1):

  • Descalificación pública, abierta o sutil, del otro progenitor.
  • Que una conflictividad alta y/o crónica en el ejercicio de la parentalidad genera un impacto negativo comprobado sobre la salud psicofísica de las hijas e hijos.
  • Los maltratos sutiles que conllevan estas situaciones producen un efecto negativo, aun en el caso de conductas no malintencionadas pero promotoras del conflicto.
  • La responsabilidad hacia los hijos e hijas va más allá de la duración de la pareja. Uno seguirá siendo madre y padre aunque la pareja se haya roto.
  • Etiquetar negativamente al otro no favorece la parentalidad positiva. Por ello, es importante ayudar y acompañar a las parejas en conflicto a normalizar su vida.
  • Reticencia a compartir la parentalidad. Bajo reconocimiento de las capacidades parentales del otro progenitor.
  • Demanda excesiva y reiterada de información, entrevistas, informes, certificados.
  • Búsqueda de complicidades o aprobación entre los profesionales y / o la familia extensa.
  • Búsqueda de informes (abogacía, psicología, médicos, maestros) en beneficio propio del progenitor.
  • Judicialización de todos los aspectos del conflicto, y delegación de responsabilidades en los profesionales intervinientes.
  • Multiplicidad de denuncias y acusaciones.
  • Implicación de los hijos/as en el conflicto como partícipes y / o instrumentos.

Cuando se produzcan conflictos es importante usar el sentido común y dar un espacio mental (empatía e inteligencia emocional) para resolverlos sin tener que recurrir a la violencia o a las interminables denuncias y contradenuncias por diferentes batallas judiciales, con la consiguiente pérdida de tiempo en los juzgados. Cuando las denuncias sobrepasan el tema de problemas en la elección del centro escolar o donde pasaran los menores su tiempo libre, y se pasa a denuncias de malos tratos, negligencia o abuso sexual, la gravedad se incrementa de manera geométrica. El menor pasa a ser una moneda de cambio entre la pareja que lo usa a modo de ariete contra el otro olvidando el padecimiento de este niño o niña, porque lo que realmente está en juego es que ese menor se ve abocado a tener que elegir entre su amor hacia el padre o hacia la madre.

La resolución de los conflictos se basa tanto en la etapa evolutiva del hijo o de la hija, como en potenciar básicamente el diálogo organizativo, evitando entrar en un estéril en diálogo de sordos donde se habla mucho, pero nadie se escucha. Es decir que el diálogo no es para reparar el problema y evitar volver a producirlo, sino que es para incrementar el conflicto y hacer imposible su solución teniendo en cuenta el bienestar de los menores. Para ello, es importante: Identificar el problema (para evitar situaciones de tipo circular que  se hacen eternas y que nunca terminan de resolverse), empatía (cómo nos afecta el problema y cómo afecta al otro), función reflexiva (ser consciente de que el otro piensa y siente de manera diferente a lo que uno puede pensar o sentir),  escucha activa (escuchar e lugar de oír, pensar, hablar), asertividad (capacidad de poder tener y mantener en el tiempo posturas coherentes) y educación emocional (identificar los sentimientos y emociones del uno y del otro).

 

No olvidemos que el buen trato y la parentalidad positiva lo que persigue es que el niño o la niña organice su personalidad, regule sus emociones y se socialice. Esto va a ser posible en tanto en cuando las relaciones entre el padre y la madre con ese menor se regularicen con un refuerzo en aumentar la autoestima y la seguridad de cada uno de ellos. Para un buen funcionamiento parental es importante (2):

  • Conocer las necesidades de sus hijos e hijas en función del estadio evolutivo.
  • Poner en práctica la disciplina positiva ayudando a desarrollar el autocontrol.
  • Mejorar la socialización del niño o la niña.
  • Proporcionar madurez y una personalidad con rasgos de autocontrol.
  • Dar capacidades para poder tolerar la frustración.
  • Orientarle para que pueda interiorizar patrones morales.
  • Ofrecerles seguridad emocional.
  • Trabajar para eliminar la sensación de confusión, inseguridad e incertidumbre.
  • Desarrollar estilos parentales adecuados.
  • Fomentar la autonomía.

Concluiremos que una pareja puede divorciarse, es decir cesar cualquier tipo de relación entre ellos, pero jamás podrán divorciarse de su papel de padre o madre. Justamente por este motivo es importante la parentalidad positiva porque es la mejor forma de preservar y evitar malos tratos derivados del divorcio parental.

Dra. Carme Tello Casany
Presidenta de la Associacio Catalana para la infancia Maltratada ACIM
Presidenta de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil FAPMI

Referencias

1 ACIM Associació Catalana per la Infància Maltractada La Vulneración de los Derechos de la Infancia en las Rupturas Conflictivas de Pareja

http://www.acim.cat/wp-content/uploads/2017/05/ACIM_Cast_Gu%C3%ADa-Pr%C3%A1ctica_Vulneraci%C3%B3n-DDII-en-rupturas-conflictivas.pdf

2 Castillo, A & Tello, C (2020) “Voces de familia. Parentalidad positiva. Un trabajo en equipo” Molvizar (Granada), Editorial Granada Costa. Club Selección

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