CAMINO DE UNA RECESIÓN MUNDIAL

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Se ha producido una nueva subida de los tipos de interés por parte de la FED y llevará a nuevas subidas en diferentes partes del mundo y puede que incluso sean al mismo tiempo pero no están de ninguna manera coordinadas.
El peligro latente no es que las medidas actuales y futuras logren o no frenar la inflación galopante que hay sobre la economía actual, y los cantos de sirena que la mayoría de bancos centrales están siendo observados como los causantes de esta inflación, además se está valorando que las subidas están yendo demasiado lejos y con ello derivando en una contracción de la economía mundial innecesariamente brusca.
De la misma manera que en los países desarrollados se malinterpretan los factores que han impulsado la inflación a medida que ha ido creciendo desde el año pasado, a su vez están subestimando la posible velocidad que la inflación pueda caer a medida que las economías de dichos países incrementan su desaceleración.
Es en este punto que como al final todos los bancos centrales se mueven por los mismos impulsos y se contagian los unos de los otros en la misma dirección parece que se refuercen entre ellos no interpretando los riesgos que conlleva esta retroalimentación de unos con otros, todo ello debido a que vivimos en una economía global y que estos movimientos pueden amplificar el riesgo.
Los niveles de inflación están disparados, así tenemos índices de inflación que no se han producido en décadas y la medida de los bancos centrales es luchar contra estas subidas con alzas de tipos de interés.
Tenemos que este mes de septiembre, a la subida de la Reserva Federal comentada al inicio del artículo que ha sido de 75 puntos básicos, a principios de mes también el Banco Central Europeo realizó un alza de 75 puntos básicos y el Banco de la Reserva de Australia también realizó una subida de su tipo de referencia en 50 puntos básicos, y viene a sumarse a las decisiones de muchas de las economías emergentes que continuaron con medidas restrictivas que se iniciaron a mediados del 2021, en estos casos sólo China, Rusia y Turquía han recortado los tipos de interés, siendo estos movimientos contrarios a la mayoría de medidas y que reflejan factores idiosincrásicos.
La curva de Philips es la clave para comprender cómo piensan los que toman las decisiones de los bancos centrales, una correlación estadística que captura la idea intuitiva de que cuanto más recursos productivos están inactivos en una economía, mayor es su grado de “margen” , menor será su tasa de inflación, en igualdad de condiciones.
En la década de los 70 con una alta inflación tuvo lugar una curva de Phillips pronunciada, significa que pequeños cambios en la capacidad productiva pueden dar lugar a grandes cambios en la inflación; en cambio una curva de Phillips más plana significa que la inflación puede variar escasamente incluso si se tiene en cuenta que el desempleo varíe significativamente.
Muchos economistas sobre todo en las economías más avanzadas, las curvas de Phillips se aplanaron significativamente entre las décadas de 1970 y 1990 y han mantenido su aplanamiento hasta la pandemia de la Covid-19.
Este desarrollo ha significado buenas y malas noticias para la política monetaria, por un lado las buenas noticias es que las expectativas de inflación han sido estables, incluso los grandes cambios temporales no han puesto en peligro la estabilidad de los precios, por otro lado la mala noticia que una vez esas expectativas de inflación se desvían de las metas que ha fijado el banco central, solo cambios significativos en la actividad y el empleo pueden llevar la inflación a la meta.
Isabel Schnabel, miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, manifestó en el simposio de Jackson Hole el pasado mes de Agosto: “Hoy, una curva de Phillips plana significa que una inflación más baja, una vez arraigada, requiere potencialmente una contracción profunda.”
Los responsables de la política monetaria no pudieron anticipar el aumento de la inflación que estamos teniendo, por la creencia en una curva de Phillips estable y plana, asociada a la credibilidad del compromiso para controlar la inflación, dejando de lado también el factor no contemplado en su momento de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, todo ello en su conjunto hace que también se pueda explicar el porqué están sobreestimando la contracción monetaria necesaria en estos momentos para frenar los aumentos de precios.
La curva de Phillips se ha vuelto más pronunciada una vez las economías han reabierto después del periodo de la pandemia. El reabrir las economías y una fuerte demanda, y la presión de la oferta fueron la tormenta perfecta para una alza de los precios, en este periodo los bancos centrales mantuvieron o pospusieron medidas más drásticas diciendo que las alzas en la inflación serían temporales.
La inflación de los precios que actualmente tenemos, a parte de posibles factores no estructurales es el resultado de las acciones de muchas empresas que fijan precios para cubrir sus gastos de producción, siempre con una perspectiva a futuro en los trimestres venideros y puede volverse asincrónica si esta se ajusta a las expectativas sin cuestionarlas.
Puede ocurrir que las empresas tengan la previsión que las presiones de los costes de fabricación persistan durante algún tiempo, teniendo en cuenta también, que el banco central no retroceda, y el exceso de demanda sobre la oferta como ya ocurrió a mediados del año 2021 puede llevara las empresas a subir los precios más rápidamente con lo que nos encontraríamos con una curva de Phillips más pronunciada.
Hasta la fecha nadie puede predecir que la curva de Phillips se vuelva a aplanar en breve, ya que los bancos centrales manifiestan una mayor determinación a la hora de luchar contra la inflación.

En el discurso de agosto de Isabel Schnabel, argumentó que, incluso si la curva de Phillips es más pronunciada por ahora, vencer la inflación seguramente requerirá recesiones severas porque “el hecho de que esta sea la desaceleración global en lugar de la interna que importa para la fijación de precios a menudo reduce la sensibilidad de la economía a los cambios en las tasas de interés en un nivel mucho más amplio”.
Una de las principales teorías presentadas para explicar una curva de Phillips más plana desde la década de 1990 es una hipotética desaceleración global. La globalización en las cadenas de valor, la integración del comercio, que viene reflejada en un fuerte aumento del comercio internacional debido en gran medida a los productos intermedios, hacen muy plausible que la desaceleración externa pueda reducir los precios de importación con efectos en cadena sobre la inflación.
Teniendo en cuenta que esto fuera así, la inflación podría en este caso depender más de la capacidad extranjera y menos de la capacidad nacional, atenuando de esta manera la relación de la curva de Phillips entre la inflación nacional y la capacidad puramente nacional.
En caso de tener por buena la hipótesis de que la capacidad excedente mundial de recursos influye en la inflación interna, podemos decir que en las circunstancias actuales, esto sugiere que todos los bancos centrales deberían ser en menor medida entusiastas en aumentar las tasas de interés. La razón es que los bancos centrales en el extranjero, a través de sus propios esfuerzos de lucha contra la inflación, también ayudan a frenar la inflación interna.

Si este efecto indirecto no es tenido en cuenta por los bancos bancos centrales a la hora de calibrar sus propias necesidades de tasas de interés más altas, nos encontraremos que exagerarán el ajuste monetario más allá de lo necesario.
Aunque algunos economistas cuestionan el solapamiento de que la capacidad excedente global es un determinante independiente muy importante de la inflación interna, también opinan muchos economistas en torno a la idea que la inflación depende cada vez más del aumento de los precios a nivel interno y que este factor reduce la correspondencia entre la capacidad de excedente interno y el consumo interno. También se puede decir que el papel de la inflación de los precios de importación fortalece el pensamiento global en el establecimiento de medidas y políticas monetarias.
Tenemos entonces que si un país sube su tasa de interés, las monedas extranjeras se deprecian en su contra y en la medida que las exportaciones se facturen en la moneda nacional, los precios de las importaciones de sus socios preferente y comerciales se incrementarán.

Con esto se quiere decir que, el ajuste monetario durante el incremento de los precios a nivel global puede llegar a ser una política de empobrecimiento del vecino cuando exporta la inflación a los socios comerciales.

En la década de los 80 los economistas identificaron el riesgo de la coordinación durante la desinflación de esa década, pero a fecha de hoy puede ser más importante este dato debido al progreso de la globalización que en aquella década todavía no estaba tan presente como en la actualidad. A su vez una nueva interdependencia surge como efecto de las políticas monetarias conjuntas más estrictas sobre bienes con precios flexibles, poniendo de manifiesto la situación por la caída en los precios mundiales del petróleo y otras materias primas a medida que se asientan los temores a una recesión mundial.

Teniendo en cuenta esta situación los bancos centrales podrían evitar un ajuste monetario sin una coordinación explícita, pronosticando con mayor precisión los movimientos de las políticas monetarias de cada uno y sus efectos globales. Por contra, el simple anuncio de este problema de cálculo pone de manifiesto lo difícil que puede llegar a ser compararlo con una consulta directa proactiva, que en este caso facilitaría una recopilación de datos y una orientación más transparente.

Una comunicación pública clara juntamente con una acción conjunta de los bancos centrales podría dar lugar a una moderación de las expectativas de inflación a nivel global. Los bancos centrales en anteriores etapas se coordinaron bastante bien en las crisis financieras que llevaron a la economía a una situación deflacionaria, es por ello que la situación inflacionaria actual también invita a una coordinación en ese sentido.

A pesar de ello hemos de mirar con optimismo que los bancos centrales hayan decidido reaccionar ahora a la inflación con medidas enérgicas que han retratado el deseo de la mayoría de recuperar la estabilidad en los precios. Los bancos centrales en las economías más desarrolladas deberían haber iniciado estas decisiones con anterioridad, relajando las trayectorias alcistas de los tipos de interés que ha llevado a una intervención quizás demasiado tarde para evitar esas correcciones.

Podrían en este caso los responsables de las políticas monetarias levantar la cabeza de los papeles del despacho, salir de su entorno y mirar fuera de su ventana de cristal, han de tener en cuenta que existe la probabilidad de que estas acciones agresivas también realizadas por otros bancos centrales reduzcan las fuerzas inflacionarias a nivel global a las que todos los bancos centrales se enfrentan.

Se necesitará por parte de las diferentes economías distintos grados de rigurosidad monetaria en el futuro. Por otro lado, si los bancos centrales deciden seguir colectivamente un camino de ajuste más liviano, han de comunicar con transparencia esas intenciones coordinadas a toda la gente.

José Manuel Gómez Hernández

Septiembre 2022

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