AUSENCIA DE LOS MEJORES EN LA POLÍTICA

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En toda época, y en la presente con mayor celeridad, la sociedad se transforma cada día a impulsos de inventiva, de ciencia, de técnica, de progreso, de novedad, y para que las instituciones y métodos no queden inservibles por anticuados, tienen que ir adaptándose constantemente. Sólo una cosa se mantiene inamovible, en permanente vigencia,  es la reivindicación de derechos. Lamentablemente la  hipertrofia de derechos conlleva siempre un adelgazamiento de las obligaciones y las responsabilidades.

         Un caso insólito de la reivindicación de derechos se dio hace años en una universidad norteamericana cuando el rector en el discurso de clausura reivindicó el “derecho a equivocarse”. Lo expuso de esta manera: “Tengamos la hombría de defender el riesgo de caer en el error; la posibilidad de tomar una decisión desacertada; el haber iniciado un camino inadecuado; el cometer cualquier desatino convencidos probablemente de que teníamos razón. Ese derecho a equivocarse es al mismo tiempo, gesto de humildad y antídoto de mayores daños, pues nada es comparable  en número de yerros al insistente afán del que cometió el primero y trata de justificarse, en vez de reconocerlo o rectificarlo.

Esta reivindicación tan poco usual es muy sensata, quien no reconoce  que se ha equivocado siempre estará metiendo la pata y se aceptará el error como acierto, quizá con graves consecuencias. Y esta forma de actuar encaja por completo en las actuaciones políticas. Se cometen errores monumentales con graves consecuencias y no reconocen que se han equivocado y continúan cometiendo errores indefinidamente instalados en la autocomplacencia y echándole la culpa a los otros y cuando no a los imponderables.

         En España, desde que vivimos en democracia, los sucesivos gobiernos de distintos partidos que se han venido alternando, han cometido infinidad de errores y nunca han admitido haberse equivocado y los últimos, el del Sr. Zapatero y el Sr. Rajoy han sido un cúmulo de errores que siempre justificaron y nunca rectificaron. El presente gobierno, el del Sr. Sánchez empezó erróneamente, atentos a dónde nos llevará.

         Nadie puede negar, salvo algún bobo ignorante o listillo mal intencionado, que en España tenemos una crisis intensa en todos los aspectos y en gran parte es debida a la ruinosa gestión de los gobiernos y de las instituciones en estos últimos 15 años ¿incompetencia, irresponsabilidad, debilidad, corrupciones, intereses de partido, intereses privados… de todo pero la responsabilidad última es del Presidente de Gobierno.

         La complejidad y los problemas  que tiene la acción de gobierno son extraordinarios; además del conocimiento de todos los datos, noticias e informaciones para tomar una decisión adecuada, existen otros factores importantes como son la cambiante  sucesión de hechos y acontecimientos que modifica en pocas horas el panorama y por tanto, las decisiones a tomar  son también cambiantes y difíciles. Por eso es necesario equipos de expertos en cada materia porque la política ya no son buenas  palabras, buenos deseos sino que son técnica y ciencia, preparación teórica y práctica, es decir, sabiduría. Se necesita un Presidente reflexivo, ponderado, con sentido común y con muchos conocimientos  y valentía para actuar y que durante horas escuche los pareceres diversos  y, en muchas ocasiones, encontrados de los órganos constitucionales, para escoger el camino con las mayores posibilidades de éxito.

         Por tanto, cualquiera no puede ser Alcalde, Director de esto o aquello, Secretario de Estado, Ministro o Presidente, sólo por practicar alguna ideología. La acción de un Gobierno se justifica por lo que hace y no por lo que dice o desea. Alguien ha dicho que todo ideólogo está movido por la pasión de mandar”. La complejidad de la Administración de un país necesita expertos en finanzas, en pedagogía, en economía, en seguridad, en relaciones internacionales, etc. y otros muchos saberes. Pero vistos los errores continuados que se cometen unas veces por acción y otras por omisión, en España parece estar gobernada por patanes y cualquier pelagatos con ideología puede ocupar un cargo de responsabilidad para el cual no está capacitado. Por eso alguien tan ajeno a la política como fue el Premio Nobel de Medicina Ramón y Cajal advirtió:”En política todo necio  es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad”.

La incompetencia política en la España de hoy es más que evidente por falta de preparación, ante este panorama nos preguntamos: ¿No deberían los intelectuales y toda clase de gente con capacidades entrar en la política? ¿Acaso no es su  responsabilidad participar en el buen gobierno de su país en vez de vivir al margen  viendo cómo se hunde?

VACLAN HAVEL el intelectual que fue Presidente de Checoslovaquia dijo a este respecto que los intelectuales, pensadores, grandes empresarios pueden desempeñar estas labores mejor que los políticos. Y así es, entre un filósofo y un fontanero tiene más posibilidades de acierto el filósofo.

VACLAN HAVEL, en cierta ocasión en una conferencia se hizo esta pregunta: “¿Puede un poeta, un dramaturgo, un artista, ser lo bastante práctico, lo suficientemente duro como para dirigir un país?   Por lo que a mí respecta, me resulta difícil contestar a la pregunta de si un dramaturgo puede ser presidente, sólo cabe afirmar que algunos dramaturgos están mejor dotados que otros para tal menester”. Sin ninguna duda. Hacía alusión a él mismo que fue escritor, dramaturgo y presidente con buenos resultados. Pero en esta democracia nuestra ocurre que “cuando no se elige al más bruto de todos, parece que no es realmente democracia” como dijo el periodista francés Albert Guimon.

A cuento de esto, un vecino francés que pasa largas temporadas en España me decía:” España es un país maravilloso, la Naturaleza le ha dotado de todos los encantos, y el pueblo español es el más alegre y simpático del mundo y el que mejor sabe vivir; y para colmo tiene grandes filósofos, excelentes científicos, escritores, poetas y artistas de todas clases; sus empresarios son  reconocidos también como de los mejores que existen en el mundo, sin embargo… ¡Qué mal eligen a sus gobernantes!  Los españoles votan por ideologías, por emoción, por entusiasmo, o contra esto o contra aquello, al tuntún, y pocas veces por razonamiento. Aquí cualquiera puede llegar a presidente de gobierno, ministro, secretario de estado… sin la más mínima preparación ni experiencia”. Pues sí, así es, a la vista está.

El alejamiento de la política de esa minoría selecta como los intelectuales, empresarios y gente capacitada para la compleja  Administración de Estado ¿No es una traición a su país?  Para muchos sí lo es, porque ese vacío lo ocuparán los otros, la gente inferior, retóricos vendedores de ilusiones.

En estos tiempos las cosas ocurren muy deprisa pero para construir un país se necesitan muchas personas y mucho tiempo; para destruirlo con una sola persona es suficiente. Por eso es urgente cambiar las ideologías por las ideas; y estas sólo pueden aportarlas las minorías selectas.

Rogelio Bustos Almendros

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