Amor Real en Sierra Nevada

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Batir de alas por amor del águila real

La reina de las aves, tan poderosa como admirada por los hombres a lo largo de la historia. Las legiones romanas ya coronaban estandartes militares con su temida figura. En el otro confín del mundo, la leyenda del imperio azteca la convirtió en símbolo de la nación mejicana…

Es el mes de febrero, el momento elegido por nuestras águilas para entregarse a la pasión. Qué mejor instante, el del íntimo encuentro de la regia rapaz, para culminar metafóricamente toda la pureza, libertad y silencio que se respira en estas montañas.

Orgullosa, erguida sobre su remota atalaya de roca, la hembra lleva desde primera hora de la tarde atenta a las acrobacias aéreas de su pareja.

Apenas un punto colgado del cielo luminoso del Valle de Lecrín, el macho describe a gran altura círculos concéntricos cada vez más anchos. Planea de forma parsimoniosa, sin prisa, sobre las fértiles tierras de El Padul y sus lagunas.

Dejándose mecer por las corrientes térmicas de este día anormalmente caluroso del mes de febrero, tal vez no solamente pretenda llamar la atención de su compañera. Quizá pudiera estar aprovechando tan ventajosa posición, mientras escudriña el territorio al detalle, para de paso agasajarla con su peculiar “regalo” de San Valentín en forma de sustanciosa presa.

Recorre entonces la portentosa mirada del águila cada rincón del impenetrable carrizal que envuelve al misterioso manantial de El Ojo Oscuro. Siguiendo el camino de vida que trazan las Madres, emprende rumbo decidido al sur, buscando la salida natural de las aguas hacia el Río Dúrcal una vez rebasada la Turbera de Agía.

Foto David Ríos

La mirada cómplice de la pareja desde las faldas de Sierra Nevada le anima a prolongar la exhibición de su vuelo sobre las poblaciones de Cozvíjar, Dúrcal y Cónchar. Los niños han salido ya del colegio y apuran la merienda jugando en parques y plazas. Hay algunos, los más soñadores, que juegan a adivinar formas y figuras de las nubes en el cielo… hoy se llevan como recompensa la silueta de la reina de las aves sobrevolando su propia imaginación.

Apenas le bastan un par de poderosos aleteos para proyectarse sobre los extensos dominios del cultivo de cítrico. Genuino mar de perlas naranjas y amarillas donde navegan, guiadas por altivos mástiles de torres de iglesia, originales “embarcaciones” de paredes blancas y rojos tejados en pueblos como Murchas, Acequias, Talará ó Chite… localidades todas ellas agrupadas dentro de un mismo término municipal: Lecrín, que da nombre al resto del Valle.

Es precisamente en esta época de año cuando huertos y bancales muestran sus mejores galas. La mejor fecha sin duda para entender, en todo su amplio esplendor, la denominación de “Valle de la Alegría” acuñada para esta singular comarca granadina.

Contrasta la sobriedad del águila real en su vuelo, acompasado y elegante, con la exuberancia de color y la luminosidad que visten ahora naranjos y limoneros.

Ya le sucedió más de cinco siglos atrás al rey de Granada Muley Hacén. Depuesto del trono por sus súbditos, el padre de Boabdil pasó los últimos días de vida recluido en el Castillo de Mondújar. El optimismo que emanaba el Valle en su máximo apogeo no hacía sino acrecentar la desolación interior en la que se hallaba postrado, durante el ocaso de su existencia, el otrora valeroso gerifalte.

Más acorde con el estado de ánimo del anciano emir, con la austera belleza del planeo de nuestra águila, el paisaje desgarrador y solitario de las altas cumbres de Sierra Nevada cuenta la leyenda que ofreció al soberano morada ideal para su eterno descanso…

Advierte entonces la experta cazadora que la densa cubierta vegetal que tapiza allí las laderas no es buen lugar sobre el que desplegar sus majestuosas alas. Ella también pertenece a esos amplios horizontes inhóspitos y quebrados, cincelados por el hielo y el viento, que tanto ansiaba Muley Hacén.

El reflejo esmeralda que los rayos del atardecer dibujan sobre la quietud de las aguas embalsadas de Béznar le recuerda que es momento de regresar.

De volver con las garras vacías, sin regalo de San Valentín, pero con el espíritu henchido del privilegio que supone prospectar diariamente este territorio incomparable. Con su última y decidida pirueta de aproximación a la hembra parece querer transmitirle toda esta emoción, el pálpito y sincero latido de una naturaleza que en apenas unos instantes llegará a su punto culminante. El del momento justo en el que “el batir de alas por amor” nos acabe obsequiando, al menos un año más, con la presencia de la reina de las aves en nuestras sierras.

Por David Ríos

0 thoughts on “Amor Real en Sierra Nevada

  1. Que bonita historia de la naturaleza, y como no del amor, o pasión de estas Águilas que tienen la suerte de sobrevolar esos parajes idílicos, que tenemos en nuestra tierra de Granada. Mis felicitación es a David Ríos.

  2. Muchas gracias Inmaculada, me alegra mucho que te haya gustado.La verdad es que con.estos paisajes es difícil que no quede bonito lo que se escriba de ellos.Un saludo

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