A ROGELIO GARRIDO MONTAÑANA “Donde tú estás florece el amor”

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Comenzaré como en los cuentos de hadas: Érase que se era una mañana de dorado otoño valenciano cuando, cual carillón, comenzó a sonar el timbre del teléfono. Displicente, lo descolgué y al otro lado del hilo telefónico oigo una voz, llena de cálidos matices y optimismo, preguntando por mí. -¿Doña Carmen Carrasco?- Sí, dígame- respondo extrañada al no reconocer a mi interlocutor. Y a continuación, inesperadamente, recibo una gran alegría, de las pocas que nos da la vida, al escuchar: Tengo el gusto de comunicarle que ha sido la ganadora del Primer Premio en el 2º Certamen Internacional de Relatos “Escritor Rogelio Garrido Montañana”, 2013.

          –¡No me lo puedo creer! -fue mi inmediata respuesta. Y de pronto, el otoño se volvió más dorado.

          Luego, hablamos y hablamos y, a lo largo de la conversación, te ofreciste gentilmente para hacerme el prólogo del libro correspondiente al premio, ofrecimiento que acepté considerándolo un honor para mí. ¡Y qué hermoso comentario me dedicaste diciendo sobre el libro que “era un poema en prosa!”.

          Gracias, querido amigo Rogelio, por haberme escrito ese prólogo y brindarme tu amistad y compañerismo siendo yo, entonces, una perfecta desconocida para ti y, prácticamente, para  Granada Costa, ya que apenas llevaba unos meses como socia.

          Más tarde, a través de tus libros, artículos, cartas a Ofelia, y a tu buen hacer como escritor y poeta y mejor persona, -aparte las agradables conversaciones que, a través de nuestro común amigo el teléfono, sostuvimos-, te fui conociendo mejor. Cada vez fui descubriendo una nueva faceta tuya que, cual prisma de cristal, reflejaba la riqueza de tus conocimientos (escritor, poeta, articulista, terapeuta, fundador, conferenciante, rapsoda… ¡un hombre del Renacimiento!). Todo ello, unido a una innata humildad y sencillez. ¡Qué fácil te resultaba ser tan natural siendo tan sabio! En eso consistía tu gran carisma.

          ¿Sabes? En uno de los actos, de tantos como tenemos en nuestra agenda los que nos dedicamos con amor y buena voluntad a las letras, elegí para recitar el precioso poema “La Voz del Vino”, perteneciente a tu libro “Poemas del Vino”. Fue un acierto pues sé que tu poesía gustó mucho a los asistentes. Después, les ofrecí una copa de ese exquisito licor al que le dedicaste el poema y yo brindé por ti deseándote, como dicen en mi tierra, toda la baraka (suerte) del mundo. Y, haciendo mío uno de los versos que le compusiste al vino, yo me tomo la libertad de repetirlo aquí para dedicarlo a tu persona: “Donde tú estás florece el amor”.

          Querido Rogelio, qué lejos quedaron esos soliloquios a través del teléfono. Ya no volveremos a sostener aquellas charlas amenas en las que siempre te despedías contando alguna anécdota o algo gracioso y, sobre todo, optimista, como tú eras. Mirando siempre el lado positivo de las cosas y de la vida, pese a que últimamente esta no fue demasiado amable contigo. Pero tú podías con todo y, cual bravo marinero, luchabas hasta alcanzar la orilla por lejana que esta se encontrase o fuerte que fuese la marea. Eras un avatar. Un sibarita amante de la vida, de lo bello, de la mujer, a la cual considerabas una diosa digna de admiración y amor en toda la extensión de la palabra. Lo demuestras en este inspirado poema dedicado a una mujer ideal o… que quizá fue real en tu vida.

TAL COMO ERES

Te quiero,

sin exigirte nada.

Tal como eres, como fuiste ayer,

como serás mañana.

Te quiero,

aunque cambies de signo a cada hora.

(La mujer tiene fases

y raíces ocultas, porque es diosa,

¡y nadie es quién para pedirle siempre

respuesta a cada cosa!)

Te quiero porque sí, porque te sueño

y enloquece mi entraña.

Porque eres deliciosa como el vino,

misteriosa como una adivinanza,

¡y esencial como el aire,

como la luz y el agua!

Te quiero,

sin exigirte nada.

Que baile tu silencio

con mi charla romántica,

y si lloro o tú lloras

sequemos sin reproches nuestras lágrimas…

Mi placer será el tuyo,

sin que por ello tengas

que depender como esclava del mío.

Que cuando quieras y cuando te plazca,

tu fantasía juegue con la mía:

¡eso solo me basta!

          Cuánto amor emanaba de ti. Leyendo de nuevo tus poemas amorosos, dedicados a ese eterno sentimiento que renacerá mientras exista una nueva Eva y un nuevo Adán, me adentro en tu ya onírico mundo pleno de sentimientos, a corazón abierto, hacia todo lo que te rodeaba: la poesía, la Naturaleza, tus amigos, tu profesión, los libros que, afortunadamente, nos has dejado como legado inapreciable, tesoro cultural que desde que partiste hacia otra dimensión, adquieren nuevos valores añadidos  a los que en vida les diste con tu inspiración de buen poeta plasmada en versos como este que he escogido, bellísimo poema lleno de melancolía.

¡ACUÉRDATE DE MÍ!

Cuando en el cielo oscuro truene

y en la ciudad sombría llueva,

entorna tus pupilas

¡y acuérdate de mí!

Piensa en el rito alegre de mis manos,

en nuestros devaneos

con música dulzona a media luz,

¡con aquel vino turbio que preferías tú!

Entorna tus pupilas

¡y acuérdate de mí!

En el baúl revuelto de tu alma

escondiste alhajas de mi amor:

Adórnate con ellas en tus sueños,

¡y acuérdate de mí!

Cuando todo te sea indiferente

y te estorben las risas y las fiestas;

cuando ignores la causa de tus melancolías

y sean las estrellas tus únicas amigas…

¡No te descorazones:

liba el néctar jugoso de mis versos

y bebe de aquel vino retozón

que siempre te ponía de fiesta el corazón!

Y yo, aunque distante, con mi telepatía,

me filtraré en tu relajación.

Te dormiré con lánguidas caricias,

¡y al despertar lo harás

bañada de ilusión!

          ¡Qué decir de este otro poema dedicado a una hoja caída del padre árbol y zaherida por el viento a quien, con tu empatía hacia todo ser vivo, quieres aliviar y endulzar en tu destierro, rogándole asimismo que ella también comparta tu soledad.

HOJA CAÍDA DEL ÁRBOL

Hoja caída del árbol

dando tumbos por el suelo,

resignada como un duelo.

Hoja vencida y errante

zaherida por el viento:

¡si compartes mi destino,

yo endulzaré tu destierro!

Será tu lecho este libro

de versos que estoy leyendo;

me servirás de señal

cuando lo abro y lo cierro.

Tú estás sola y yo también,

pero si quieres, podemos

yo aliviar tu amarga pena

y tú mi hondo desconsuelo…

Hablaré a veces solo

y otras guardaré silencio;

y si te placen mis cosas,

ideas y sentimientos,

y consientes que a ratos

te entretengas con leyendas,

con caricias y con besos,

¡tal vez nos enamoraremos!

Hoja caída del árbol,

celebremos nuestro encuentro:

¡yo mimaré tu existencia

y tú serás mi amuleto!

          El vino. ¡Ah, el tema del vino! En versos tuyos, el vino nos hace risueños, sensitivos, sublimes, trascendentes, silenciosos en éxtasis y artistas elocuentes, ¡nos torna adolescentes y niños inoentes!

Documentadísimo, interesante e imprescindible, tu libro Historia del vino en la Humanidad, enriquecido con ilustraciones de fotos de cuadros y esculturas alusivas al licor del que Baco dio buena cuenta en sus festines.

Asimismo, en tu poemario Poemas del Vino dedicas todos tus poemas a este néctar predilecto de los dioses y de los paladares selectos, como lo era el tuyo, exquisito sumiller que sabía saborear la esencia y la ambrosía del espíritu del vino.

Hermoso este tu soneto dedicado al vino solicitado en muchas bodegas, restaurantes y vinotecas.

SONETO AL VINO

Con tu virtud, haga frío o calor,

alegras cualquier parte del Planeta.

Eres la más universal receta

para aliviar el íntimo dolor.

Eres gentil y místico señor.

Festivo como una pandereta

o callado como un anacoreta,

¡donde tú estés florecerá el amor!

Oh Vino, hasta el mismo Jesucristo

de su sangre el símbolo te hizo.

¡El alma nos seduces con tu hechizo!

Eres noble, elocuente, sabio y listo.

Para no estar ni triste ni enfermizo,

contigo cada día me bautizo!

          Hasta a tu adorable Ofelia, a la cual diste vida nuevamente entre las páginas del periódico de Granada Costa, en tus poemas dedicados al vino, la invitabas a que se allegase a ti, para aliviar su pena en su locura, y la esperabas con dos cordiales copas del vino que alegra las entrañas.

 

OFELIA

(fragmento)

Dulce Ofelia, la más sublime y bella

creación del vate inglés

en su trágica leyenda,

¡oh víctima inocente del amor!

Coronada de flores, perdida la razón,

llevas una azucena en la mano

y en la otra tu propio corazón…

Desde que me anunciaste tu llegada

adorné mi morada,

¡y te espero con dos cordiales copas

y este vino que alegra las entrañas!…

          Gran poeta, elijo un último verso tuyo dedicado al vino, imprescindible en las etiquetas del buen vino de Granada Costa, Eva, licor de vino y Señorío de Molvízar entre, las que con orgullo, ostento yo también en sendas botellas con mi foto, que guardo como oro en paño.

LA VOZ DEL VINO

Si quieres, seré tu amigo.

Para tus alegrías y en tus penas,

en tus horas amargas o serenas,

cuenta conmigo.

Tú bébeme despacio,

que yo soy enemigo de las prisas

y amante de las plácidas sonrisas.

Tú bébeme y verás

cómo florecen rosas en tus sueños.

¡Los problemas más grandes,

yo los hago pequeños!

Si me bebes con tino,

será gratificante tu destino.

Confía en mis virtudes,

que si triste y herido está tu corazón

yo puedo devolverle la ilusión.

Baco y Anacreonte,

Omar Khayyán y Séneca,

saben que tengo savia fraternal

y soy medicinal.

Si quieres, seré tu amigo.

A cambio, no abuses

de mis dones te pido.

Cuando me necesites, aunque tengas

el alma enferma y el cuerpo abatido,

¡cuenta conmigo!

          Querido Rogelio, ahora escribirás tus poemas en el Cielo. Y si te asomas entre nubes desde él, verás que seguimos queriéndote. Que la huella de tu paso por Granada Costa ha sido muy profunda y tu recuerdo jamás desaparecerá perdido en el éter entre las nebulosas del tiempo y el espacio. Será perenne porque significaste mucho para este gran Proyecto de Cultura y para todos los socios que te conocieron. Ten por seguro que tus versos pasarán de una a otra generación cuando llegue a sus manos alguno de tus libros o descorchen una botella de buen vino y lean sobre la etiqueta tu ya mítico poema La voz del Vino.

No te digo adiós porque tan solo te alejaste una tarde otoñal con árboles desnudos y ambiente melancólico, cuando in eternum te fuiste camino de la gloria.

In memoriam del gran poeta  Rogelio Garrido Montañana.

Carmen Carrasco Ramos

Profesora, escritora y poeta

Delegada Nacional de Poesía de la Academia de las Ciencias,

Bellas Artes y Buenas Letras Granada Costa

Carmen carrasco r

web itrabo

0 thoughts on “A ROGELIO GARRIDO MONTAÑANA “Donde tú estás florece el amor”

  1. Cuántas emociones guarda y expresa este artículo, Carmen Carrasco Ramos. Una maravilla que ha entrado en mi corazón sombrío esta mañana (se me pasa, vuelve, se va…) pensando en los últimos días de mi padre en la Tierra. Gracias por tanta vida y amor repartida en cada línea de esta entrada, y con los versos de mi padre. Amor Infinito, Eterno… Gracias! Viva por siempre el Vino!

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