A NUESTROS PEQUEÑOS POETAS

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Escribir hoy en esta sección del Rincón poético me es un motivo de satisfacción, ya que va dirigido a un grupo de personitas muy queridas para mí: los niños. Esos seres llenos de vida y esperanza en cuya mirada se ve reflejada la inocencia que con sus pocos años ilumina sus caras infantiles. Ojalá que el destino les depare un futuro diferente a este presente que estamos viviendo porque ellos se merecen algo mejor.

          Desde que terminé mis estudios de Magisterio mi vida ha estado dedicada a los niños y durante cuarenta y dos años, en el ejercicio de mi profesión, he volcado en ellos mi vocación de docente con la mejor voluntad y responsabilidad de que he sido capaz, procurando inculcarles no solo conocimientos, sino sobre todo, a ser buenas personas y tener sentimientos de solidaridad hacia sus compañeros, amor a los suyos, así como respeto y defensa hacia los animales que, lamentablemente, tan malos tratos aún siguen padeciendo.

          Cuánto he disfrutado al oír recitar a mis alumnos -aprendidos de memoria- los sencillos poemas que yo escribía para ellos. Poemas, por demás infantiles, así como las pequeñas obras de teatro que interpretaban con su gracia natural haciendo las delicias del público asistente, padres, abuelos, invitados, etc., durante los festivales de fin de curso o Navidad.

          Qué decir de las numerosas exposiciones de trabajos manuales que con tanto primor preparábamos o los disfraces de carnaval que ellos mismos, con mi ayuda, confeccionaban llenando de colorido y alegría la clase, lejos por unos ratos de las demás materias serias pero tan necesarias para su completa formación.

          Sí, han sido muchos años en que, apenas cumplidos los veintiuno en que aprobé las Oposiciones, me dediqué a la enseñanza por diferentes lugares de la geografía española. Y ahora, desde la perspectiva de mi jubilación, recordando esos años rodeada de alumnos de distintas edades, según el curso que me tocaba impartir, desearía que mi semilla haya caído en buena tierra y que mis alumnos cuando me recuerden piensen que algo bueno hizo esta maestra por ellos y, por otro lado, sepan perdonar los errores que involuntariamente haya podido cometer a lo largo de tantos años de docencia. Errare humanum est.

          ¿Y por qué estas reflexiones en el Rincón poético? Sencillamente, porque me satisface enormemente que Granada Costa haya retomado de nuevo el Certamen nacional de microrrelato y poesía para niños/as escritora y poeta Carmen Carrasco Ramos. Para mí es un honor y motivo de alegría que dicho certamen lleve mi nombre. No es vanidad, sino responsabilidad y deseo de poner todo mi empeño en que este certamen salga adelante y sepamos inculcar la poesía en estas futuras generaciones.

          Que una savia nueva reverdezca las glorias de la lírica y así tengamos un prometedor futuro con estos pequeños poetas y escritores. Que impregnemos sus cortas vidas del bello espíritu poético, que tanta falta hace, tan distinto de la realidad que nos rodea, a veces, no tan lírica.

          El poeta Gustavo Adolfo Bécquer decía: Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía. En nuestro caso y con nuestros pequeños concursantes, la poesía no morirá nunca mientras haya un ramillete de niños dispuestos a escribir versos, desde su corta edad, y descubrir la belleza en una flor, un paisaje o una puesta de sol.

          Rebuscando entre mis archivos, he encontrado este poema infantil que escribí para mis alumnos hace bastantes años y que recitó, de memoria y maravillosamente, un niño de siete años en el Día de la Paz.

Nuestro querido colegio,

sus profesores y alumnos,

queremos hoy celebrar

qué significa este día,

unidos en armonía,

en concordia y amistad.

Es un día muy hermoso

en toda la humanidad.

De esperanza en un futuro:

es el Día de la Paz.

Paz para todos los pueblos,

no importa raza o color,

religión, lenguas o credos.

Que a todos una el amor.

Paz.

Solidaridad y apoyo,

tolerancia y comprensión.

Que acaben odios y guerras

y que se aleje el rencor.

Paz.

Yo no quiero que un hermano,

negro, blanco o amarillo,

pase hambre, sufra o llore…

Y sigamos tan tranquilos.

Paz.

Yo quiero un mundo distinto.

Que todos nos entendamos.

Que, aunque yo no te conozca,

esté dispuesto a tenderte

con desinterés mi mano.

Mano aún de niño pequeño

que quiere hacer mucho bien.

Pero que también reclama

sus derechos y su ley.

Y pensando en el futuro,

y como un sueño imposible,

quiero pedir lo imposible.

Lo posible no me basta.

¡Exijo paz para mí,

para mi generación!

¡Tengo derecho a la paz!

¡Y quiero un mundo mejor!

Vuestra amiga Carmen Carrasco

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No es ninguna alumna… Soy yo recién salida de maestra.

 

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Jura de Bandera en el Colegio Patronato de Aviación Vara de Rey, Sevilla. Todo el alumnado, con el uniforme del colegio, juraba Bandera.

 

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Carnaval en el cole. Con disfraces de frutas confeccionados por los propios niños.

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