Su sonrisa se diluía en toda la tristeza de su rostro, sutil y sereno a deshoras; demacrado y aniñado en una carrera a contrarreloj. Su mirada perdida y ausente de toda realidad, divagaba a la deriva...
Todavía no había despuntado el alba cuando María ya había dado de comer a los animales, trajo agua del pozo para ese día, cortó leña y preparó los alimentos para los jornaleros. Cinco malhumorados...